Recibido: 25/abril/2025     Aceptado: 26/septiembre/2025

 

Una visión al pensamiento pedagógico de Raúl Roa García como educador social (Revisión)

An Approach to Raúl Roa García's Pedagogical Thought as a Social Educator (Review)

 

Eurelsy Guerra Verdecia. Licenciada en Marxismo Leninismo e Historia. Máster en Historia y Cultura. Profesor Auxiliar. Universidad del Partido “Ñico López”, Facultad “Desembarco del Granma”. Cuba. [ eurelsyguerraverdecia@gmail.com ]  

[ https://orcid.org/0009-0000-7394-780X ]

 

Rafael Claudio Izaguirre Remón. Doctor en Ciencias Pedagógicas, Licenciado en Marxismo Leninismo. Profesor Titular. Investigador Titular. Universidad de Granma. Cuba.

[ rizag19858r@gmail.com ]   [ https://orcid.org/0000-0001-6295-3374 ]

 

Tania María Almarales Jacas. Licenciada en Marxismo Leninismo. Doctor en Ciencias de la Educación, Profesor Auxiliar. Universidad del Partido “Ñico López”, Facultad “Desembarco del Granma”. Cuba.  [ taniamariaalmaralesjacas@gmail.com ]   

[ https://orcid.org/0000-0002-7103-9872 ]

 

Resumen

El artículo tiene como objetivo caracterizar el pensamiento pedagógico de Raúl Roa García desde un estudio de su vida y actividad revolucionaria, que comprende el período de actuación como profesor universitario y educador social y su responsabilidad política y gubernamental. Se precisan los fundamentos históricos de sus ideas sobre la educación, desde la recepción del pensamiento martiano y su amplio historial como estudiante vinculado a los procesos nacionales desde los años 20 del siglo XX, cuando asume un liderazgo juvenil en la lucha antimachadista. Desde un enfoque integrador en la comprensión de los fundamentos epistémicos, se ofrece una mirada renovada a la indagación sistematizadora de los referentes y presupuestos que justifican el ejercicio de la pedagogía social en los modos de actuación del Canciller de la Dignidad como artífice de la diplomacia de la Revolución cubana. Desde el estudio teórico que aplica el análisis de contenido, sobre la base de considerar la relación entre instrucción-educación-desarrollo como una clave, se precisa su papel docente como catedrático universitario de Historia de las doctrinas sociales. Se concluye señalando la importancia de estudiar el pensamiento pedagógico de Raúl Roa como recurso para la formación de los licenciados en ciencias sociales como profesionales competentes y comprometidos en un área estratégica del proyecto social socialista cubano.

Palabras clave: pensamiento pedagógico; formación profesional; pedagogía social; proyecto social socialista

Abstract

This article aims to characterize Raúl Roa García's pedagogical thought through a study of his life and revolutionary activity, encompassing his period as a university professor and social educator, as well as his political and governmental responsibility. The article clarifies the historical foundations of his ideas on education, from the reception of Martí's thought to his extensive background as a student involved in national processes beginning in the 1920s, when he assumed a youthful leadership role in the anti-Machado struggle. From an integrative approach to understanding epistemic foundations, this article offers a renewed perspective on the systematizing inquiry into the referents and assumptions that justify the practice of social pedagogy in the Minister of Foreign Affairs' modes of action as the architect of the Cuban Revolution's diplomacy. Through a theoretical study that applies content analysis, based on the key consideration of the relationship between instruction, education, and development, it clarifies his teaching role as a university professor of the History of Social Doctrines. The article concludes by highlighting the importance of studying Raúl Roa's pedagogical thought as a resource for training Social Sciences graduates as competent and committed professionals in a strategic area of ​​the Cuban socialist social project.

Keywords: pedagogical thought; professional training; social pedagogy; socialist social project

Introducción

Raúl Roa García no fue un simple funcionario, sino un político con un sentido muy personal de la responsabilidad histórica frente a las circunstancias, que concibió la política como una práctica imprescindible dentro de la necesidad de mutación que guio a su generación, en una opción de lucha transversalizada por la concepción pedagógica desarrollada a lo largo de su obra, que lo coloca dentro de las figuras representativas de la tradición ética y progresista del pensamiento pedagógico cubano.

 Una conocida historiadora, López (2022), ha investigado acerca del accionar político, revolucionario e intelectual de Raúl Roa García; profundiza en los aportes de su obra pedagógica, que invita a repensar las maneras de desarrollar la enseñanza, la formación y autoformación de los individuos, en consonancia con los enfoques desarrolladores y participativos. Con su pensamiento y concepciones desplegadas, revoluciona el rol de la universidad ante los estudiantes, profesores, líderes estudiantiles y la sociedad.

Roa, sujeto histórico con una gran cultura, desde muy joven puso su acción y pensamiento al servicio de la Revolución, en el contexto de la cual, en los años 30, publicó textos de análisis y denuncia. Roa recogió en su obra Bufa subversiva, de 1935, un conjunto muy representativo de sus enfoques, pero también de los géneros que cultivaría toda su vida: los análisis políticos, filosóficos, de pensamiento social, histórico y sociológico, en los que brillaría el fuego de sus textos (Pérez, 2022). Durante la Revolución del 30 y posterior a ella, fue un intelectual que defendió sus ideas de izquierda y profundizó en el marxismo; sin embargo, se mantuvo fuera de militancia en todo partido durante décadas.

Controversista y agitado docente, ganó la cátedra de Historia de las Doctrinas Sociales, después de eludir los obstáculos de un tribunal que lo pretendía anular por sus pensamientos de izquierda. En la Universidad fue promotor de iniciativas que se realizaron con gran acierto: la Universidad de Verano y el Departamento de Extensión Universitaria, que han perdurado en el tiempo; igualmente, fue Decano de Ciencias Sociales y Derecho Público. Estos fueron antecedentes que lo prepararon para una labor más activa a partir de 1949 como Director de Cultura, del Ministerio de Educación. Esta dependencia se reanimó notablemente bajo su conducción, a pesar de haber tenido un trayecto lleno de altibajos durante quince años.

Durante los años 50, Roa vivió el exilio en medio de sus empeños como revolucionario. Su labor intelectual no finalizó en esos años y fue, desde su matiz individual, un generador de ideales socialistas y progresistas anti dogmáticos: ensanchó el conocimiento a través de conferencias más allá de la academia y publicó en revistas cubanas y latinoamericanas.

Tras el triunfo revolucionario de 1959, se inició su época de Ministro de Relaciones Exteriores, indudablemente su etapa de esplendor como genuino revolucionario e intelectual. Durante veinte años se desenvolvió como forjador de una nueva diplomacia y la preparación integral de un personal que habría de ser revolucionario, ético y culto. En el accionar revolucionario de esta figura, son significativos los aportes pedagógicos realizados y que se constituyen en esencias para revolucionar la educación en el país.

Es durante el proceso histórico de la Revolución cubana, que se abre un campo fecundo de aportes de personalidades políticas que, sin proceder específicamente de la educación, han ejercido influencia significativa y renovadora en el desarrollo educacional para la  formación de las nuevas generaciones, tal es el caso de Carlos Rafael Rodríguez Rodríguez, Fidel Castro Ruz (quien con la genialidad que caracteriza su pensamiento, sintetiza lo más progresivo para la educación y formación del hombre, capaz de actuar, desarrollar y transformar la sociedad que se construye, a su vez) y Ernesto Guevara de la Serna, los que ejercen un rol  trascendental para la formación de los individuos y los pueblos como educadores sociales.

Estudiar el pensamiento pedagógico de Raúl Roa García emerge como una necesidad epistémica para caracterizar sus enfoques sobre la universidad como institución social que funciona como conciencia crítica de su tiempo, por su papel en la formación de los profesionales que siempre serán los líderes de la producción, los servicios y la vida cultural y sociopolítica de la nación. En tal sentido, este artículo tiene como objetivo caracterizar el pensamiento pedagógico de Raúl Roa García desde un estudio de su vida y actividad revolucionaria, con el fin de reconocer su carácter de exponente de la pedagogía académica y social, como una necesidad de la ciencia en el estudio de la filosofía de la educación en Cuba.

Desarrollo

El análisis del quehacer de la figura del intelectual orgánico de la Revolución cubana que centra la atención en esta indagación favorece investigar en torno a la contribución de Raúl Roa García como personalidad del pensamiento pedagógico cubano, lo cual se precisa como contenido de este artículo.

En torno a la obra pedagógica de Roa se precisan antecedentes desde Capote (1996), quien sistematiza sus ideas políticas e incursiona en su vocación formativa; Fajardo (2010), con su estudio doctoral sobre las ideas filosóficas y su empleo docente; Ramos (2011), con su tesis doctoral sobre el valor cultural de la obra de Roa; León (2021), con su análisis de la problemática del método en el pensamiento de Raúl Roa García, y Vila (2022), con el análisis de su magisterio desde la praxis político-social. Es de significar que estos enfoques no contienen una sistematización científica que agote el análisis epistemológico de su concepción e ideario pedagógico, desde el enfoque de la filosofía de la educación y sus figuras representativas en la pedagogía cubana.

Para el estudio de las concepciones pedagógicas de Raúl Roa García, se asumen en la presente investigación fundamentos filosóficos, sociológicos, psicológicos, históricos y pedagógicos, que sirven de sustento a la comprensión de la relación entre la vida y obra del Canciller de la Dignidad y el contexto de las ideas en que se inserta su quehacer intelectual como educador social.

Desde el punto de vista filosófico, se asume la concepción materialista de la historia, en tanto programa general de investigaciones sociales y expresión del núcleo teórico filosófico que permite reconocer la relación entre personalidad-masa-contexto histórico social como una regularidad para el estudio del papel del hombre en el movimiento social y de las ideas. Sirve para ello el empleo de las categorías del materialismo histórico que apuntan hacia esta perspectiva de análisis y su conocimiento científico, así como la materialización, en el caso de Roa, de los principios marxistas de la educabilidad, la individualización, la socialización y la actividad-práctica en las condiciones de su formación, contenido y proyección de su concepción e ideario pedagógico. De especial relevancia se considera a la filosofía de la educación, como campo específico de la indagación, por lo que se asumen los postulados de Marx sobre el particular, en especial su análisis de la naturaleza, la esencia y la educabilidad de los sujetos sociales como un proceso dialéctico.

En el orden sociológico, la relación entre educación y sociedad, sistematizada desde  las concepciones y el ideario pedagógico de Roa, guardan relación con la concepción histórico cultural de Vygotsky en el orden psicológico, que sustenta el papel de la situación social de desarrollo, la mediación dialéctica en los procesos intra e interpsicológico y la ley genética del desarrollo resultan claves para entender la trayectoria del pensamiento, la concepción y el ideario pedagógico de la figura objeto de estudio, cuya praxis es expresión concreta del sistema de influencias psicopedagógicas que desde su medio familiar, su contexto histórico social y la actividad que desplegó en su tiempo histórico, moldearon su personalidad y proyectaron su acción en la política como un educador social y en un tiempo, como profesional de la educación (León, 2022).

Desde lo pedagógico, profundizar en los aspectos de la educación, filosofía de la educación y pedagogía ha sido cardinal para la comprensión del ideario pedagógico de Raúl Roa García y la importancia de establecer puntos coincidentes desde su pensamiento y las prácticas educativas necesarias para la pedagogía contemporánea. Este estudio permitió constatar cómo se han concebido estos procesos desde el espacio académico del aula, a lo que Roa aporta una concepción de emancipación cultural, de educación popular, donde son empleados los diversos contextos en que el ser humano se desarrolla (Mandel, 2022; Fajardo, 2022).

La vida y obra pedagógica de Raúl Roa García se inserta desde el punto de vista biográfico en gran parte de la historia moderna de Cuba, en especial en sus tres períodos significativos, pues el Canciller de la Dignidad es puente generacional que conecta la independencia, la república y la Revolución en Cuba (Alzugaray, 2022).

Desde el enfoque del método histórico-lógico, en su variante histórico-descriptiva, se caracteriza el contexto sociohistórico de la vida y obra de Raúl Roa García, tomando como criterio de tiempo los marcadores biográficos de su vida, entre 1907 y 1984, que se considera el período de estudio de sus concepciones e ideario pedagógico. En consecuencia, se definen tres etapas para su estudio (etapa de surgimiento de sus ideas, etapa de despliegue de su actividad político-pedagógica y etapa de ejecutoria como político que cumple roles de educador popular), identificado en cada una de ellas los principales criterios para el estudio de sus concepciones pedagógicas:

·                    relación teoría-práctica en sus ideas pedagógicas;

·                    formas de asumir la praxis pedagógica en su concepción sobre la educación, y

·                    papel de la filosofía y la política de la educación en sus ideas pedagógicas.

Este enfoque se hace coincidir con el criterio de Pérez (2017) para el estudio de la historia de Cuba, al considerar cómo contribuye a su efectivo conocimiento la comprensión del papel que ha jugado el conocimiento histórico en la nación, su trascendencia a la población y su conexión con el tejido del ser y los sentimientos de la nación, que tienen una expresión peculiar en la obra de Raúl Roa García.

Las trasformaciones del contexto histórico social en que se inicia, desarrolla, consolida y brilla la personalidad de Raúl Roa García y, en especial, sus concepciones e ideario pedagógicos, tienen en el Canciller de la Dignidad a un protagonista y testigo de primera línea, comprometido con el pensamiento social avanzado y progresista de su tiempo, actor radical de las vanguardias políticas y revolucionarias, constructor de ideales en los que soñó desde su infancia y juventud y comprometido luchador en cada trinchera en que la Revolución y Fidel Castro Ruz necesitaron de sus servicios cultos y responsables.

Si en la década del 40 desplegó una acción pedagógica directa como respuesta a las circunstancias continuas de su vida, durante su praxis política como Ministro de Relaciones Exteriores y Vicepresidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, fue capaz de actuar desde una pedagogía de la praxis como educador social para contribuir al desarrollo del pensamiento y los agentes sociales que necesitaba la Revolución en diversos campos de la diplomacia, la gestión parlamentaria, la legislación y la administración pública cubanas, con un sentido de formador de hombres, de educador social, desde una práctica pedagógica entre 1959 y 1982.

Desde esta lógica, y a tenor con la opinión de Vila (2022), entender a Raúl Roa García como un educador social es compartir la idea de que:

Ser maestro es semilla y vocación humana, dar la cara y abrir el camino para que todos la den; es el gesto elemental en la epopeya de la libertad desde el deber moral individual y social, así asumió este atributo ese Roa de todas y todos. (p. 17)

Justamente desde su condición de semilla fundadora, las concepciones pedagógicas de Raúl Roa García constituyen un reservorio de ideas que precisa, por su utilidad y trascendencia, de una mayor presencia en la formación de los profesionales, como una suerte de simbiosis entre erudición de saberes, flexibilidad metodológica y reto para impulsar el razonamiento independiente y culto, centrado en el compromiso social como fuerza que vigoriza toda idea que busque el desarrollo humano.

Roa incorpora en su proyecto educativo, un pensamiento pedagógico centrado en la perspectiva transformadora, inclusiva, desarrolladora, en el que incorpora la necesidad de un saber técnico, científico, ético, estético, humanista y cívico, que tanto en los espacios formales y no formales, refleje la preparación de todo el pueblo desde una cultura emancipadora. En ello tiene gran incidencia la universidad, en su doble función: como formadora de profesionales y creadora de conciencias sociales, que, como centro de investigación constante, se constituye en un foco irradiador de ideas progresistas y baluarte de lucha contra la opresión y el despotismo.

Lo anterior confiere lozanía tonificante a sus ideas y estimula que, en el sistema de formación profesional de la Educación Superior, el pensamiento pedagógico de Raúl Roa García como catedrático y educador social sea empleado como recurso formativo de primer orden, para hacer realidad el nexo entre instrucción-educación-desarrollo en las nuevas hornadas de licenciados en Ciencias Sociales.

La génesis del pensamiento pedagógico de Raúl Roa García está indisolublemente vinculada a su trayectoria vital y las circunstancias históricas en que se forma como intelectual revolucionario, desde que nace, el 18 de abril de 1907, en la casa marcada con el número 205 de la avenida de Carlos III, en el corazón mismo de la Habana. En su vida, se evidencia la influencia indiscutible de la época que se abre en la década de 1920 y cuyo punto máximo de crisis sería el proceso revolucionario de los años treinta, en el pensamiento revolucionario de Raúl Roa García, período que consolida las bases para forjar concepciones pedagógicas que necesitaban repensarse.

Para Pérez y Paz (2021), la Cuba del protagonismo naciente de Raúl Roa estaría marcada por el caos económico, político y social, contexto en el cual la forma política republicana y su constitución liberal trataban, sin el menor éxito, de ocultar que esta isla seguía siendo una colonia, tanto por su estructura económica, con predominio de la plantación azucarera en manos norteamericanas; con finanzas en manos de los intereses de Wall Street; porque su ciclo económico de miseria o vacas gordas dependía de los aranceles estadounidenses y porque todos sus gobiernos, desde Estrada Palma hasta Machado han actuado al conjuro de todas las maniobras y planes que tendían a desangrar y empobrecer a Cuba, en beneficio exclusivo del capitalismo yanqui y de la burguesía y terratenientes nativos.

Raúl Roa García, caracterizado por la inquietud constante de su propia formación, estudia las ideas revolucionarias del Marxismo y el Leninismo, de ellas extrae las esencias que marcarían el desarrollo de su pensamiento y, con ello, la reafirmación de su doctrina progresista, revolucionaria, mundialista y antimperialista, lo que profundiza durante el tiempo en que el ciclo liberal democrático-burgués se vio interrumpido con la dictadura de Gerardo Machado y la implantación de un régimen que coartaba las libertades ciudadanas y recrudecía la explotación de las masas populares.

Es de destacar la decisiva participación de Raúl Roa García durante esta etapa en acciones como la fundación del Directorio Estudiantil Universitario (DEU) en 1930, el Ala Izquierda Estudiantil en 1931, su actividad como propagandista del pensamiento radical en la época, caracterizada por sus polémicas con Ramón Vasconcelos en 1948 (Escaramuza en la vísperas), y obras que publica en la etapa, tales como: Revolución vs. Reacción (1933), Bufa subversiva (1935), Pablo de la Torriente Brau y la Revolución Española (1937), José Martí y el destino americano (1939), Programa de Historia de las Doctrinas Sociales (1939) y Mis oposiciones (1941), que le granjearon fama en la intelectualidad por la agudeza de su pensamiento y lo acerado de su verbo.

Durante los años iniciales de la década del 40, Roa tiene una ejecutoria profesoral en que pone en práctica sus concepciones e ideario pedagógico directamente al laborar en 1940 en la Cátedra de Historia de las Doctrinas Sociales la que ganó por oposición, luego ocuparía las responsabilidades como Vicedecano (1944) y, luego como Decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público, durante los años 1947 a 1952.

A partir de este momento, Cuba se mantuvo en un período de estabilidad constitucional en el ciclo de los denominados gobiernos auténticos de Grau y Carlos Prío Socarrás, en los cuales reverdeció la corrupción, el gansterismo y la derechización progresiva de una política anti-obrera que erosiona la sociedad. En contraste con el caos reinante, fue meritoria la presencia de Raúl Roa García como Director de Cultura (DC) en el Ministerio de Educación, con una obra a la que se le reconocen aciertos como los referidos a la democratización de la cultura, su extensión por todo el país, el desarrollo de diversas fuentes de creación, la publicación de revistas representativas y el uso de un presupuesto real para la cultura entre 1949 y 1951.

En esta última etapa, sus dotes de educador social se transparentan desde la extensión universitaria de la cultura, al promover la democratización de la cultura, sin aplebeyarla, y la expansión de esta por todo el territorio nacional. El lema de la nueva dirección “Ser culto para ser libre”, sintonizaba con la concepción de que la cultura, democráticamente administrada, debía ser un saber de liberación y no de dominación, de conformidad con su lógica martiana esencial.

Si, como se apuntó, la DC tenía una revista, la Revista Cubana, esta era una edición de perfil histórico literario que, como estilo, había otorgado un bajo perfil a las gestiones de la dirección. Desde otro observatorio, Roa decidió fundar Mensuario, un tabloide que se hiciera eco de las gestiones de la dirección y divulgara los programas de esta. Cuando surgió dicha publicación, existía un conjunto apreciable de ediciones, más el nuevo seriado se atemperó al medio periodístico cultural. Se diferenció al hacer una inversión de signo e identificarse por la temporalidad: Mensuario, y como subtítulo: Revista de arte, literatura, historia y crítica. Esta resultó una edición coyuntural de circunstancias que respondiera a la nueva realidad de la cultura, divulgar el presupuesto y un proyecto que debería de difundirse y exponerse en términos informativos. La edición hizo uso de la fotografía de manera profusa, a la manera de las revistas de variedades, para ofrecer las evidencias del proyecto que se llevaba a cabo.

Como objeto, Mensuario resulta singular en el espectro de publicaciones oficiales de la cultura, pues subvierte el carácter solemne de sus antecesoras y se afilia al tabloide, posiblemente más económico, ligero, manuable, un vehículo informativo más cercano a la prensa. Le otorgó protagonismo a la visualidad, ausente en la Revista Cubana, y se insertó en la tradición ilustrativa de las revistas culturales cubanas en cuanto al diálogo texto/imagen, con la colaboración de Jorge Rigol, Carmelo González, Felipe Orlando, Mariano Rodríguez, entre otros intelectuales de valía. Buscó un balance entre la mirada de rescate y la contemporaneidad. Incorporó a los jóvenes que representaban nuevas proyecciones, quienes concurrieron con figuras de mayor experiencia; mantiene la tradición de publicar cuentos y poemas inéditos.

Otro elemento caracterizador será el empleo de la fotografía, no solo como medio promocional de las acciones de la DC, sino de las exposiciones, los premios concedidos, las obras de teatro expuestas, las Ferias del Libro, tanto en la capital como en las provincias. Otro aspecto significativo fue el de conceder espacio a todas las prácticas artísticas, con lo cual debutaba con una amplitud de miras y un respaldo a diferentes modalidades: teatro, música, cine, plástica, literatura, irán desfilando por el tabloide, acompañadas de reportajes sobre las bibliotecas, así como la convocatoria a concursos.

Desde el ejercicio de la cátedra o desde sus funciones públicas, Raúl Roa García hizo gala de su profunda vocación como educador social, lo que plasmaría con magistral resonancia en su prólogo a Historia de las doctrinas sociales, cuando delineó las fronteras de su quehacer profesoral al señalar:

He tratado de infundirle a mi clase el rumor de la colmena. No me he ceñido nunca al puro relato de los temas. Ni a la mera recepción, por parte del alumno, de mis explicaciones. Eso sería, evidentemente, lo más cómodo. Desde mi curso inaugural he establecido como método de trabajo la interpretación dinámica de las ideas y de los problemas y el paraloquio como forma de expresión de mi efectiva y cordial convivencia con los estudiantes. En mi afán de incorporarlos vitalmente al proceso de aprendizaje, he propuesto debates, composición de monografías y lecturas y comentarios de los clásicos del pensamiento social. Y, a toda hora, he estado presto a prolongar el convivio, si junto a mí bullían inquietudes y afloraban calidades. El diálogo socrático es la clase perfecta. Alumno y profesor se enriquecen mutuamente (Roa, 2000, p. 2).

Fiel a este peculiar enfoque didáctico, su vida y su obra se constituyen en respuesta sublime a lo que consideraba esencia misma de la función pedagógica de un profesor, cuando señaló que: El profesor ha de ser, también, evangelio vivo, y norma para la vida y guía para la acción, la educación universitaria [...] La ciencia sin conciencia es la más peligrosa de las aberraciones de la civilización industrial” (Roa, 1959, p. 289).

Lo anterior confiere singularidad al papel de su pensamiento pedagógico como síntesis de las ideas de un educador social, que supo emplear la cátedra y la calle como trincheras de combate en la fragua de una Cuba mejor, plena de republicanismo participativo y de democracia impregnada de justicia social, de conformidad con su peculiar razonamiento dialéctico sobre las esencias mismas del socialismo y el comunismo, enraizadas en una visión martiana de la Patria.

Conclusiones

Para las ciencias de la educación de la contemporaneidad, asumir el enfoque de la filosofía de la educación que sustenta las concepciones pedagógicas de Raúl Roa García deviene requisito epistémico de sus contribuciones como educador social. Desde su rol político revolucionario, Roa fue un educador social que supo formular una concepción pedagógica del papel de la instrucción y la educación en el proceso de desarrollo de la sociedad, a través del quehacer revolucionario del sujeto histórico.

Como profesor de Historia de las Doctrinas sociales y como promotor educativo desde la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación en la República burguesa, Raúl Roa García sistematiza una concepción renovadora de la educación como proceso social, promoviendo un enfoque nuevo de los métodos y estilos de enseñar en la universidad y divulgando al más alto grado el papel de la cultura y sus manifestaciones artísticas como fuente del desarrollo social, con énfasis en el papel del ejemplo social del profesor como educador.

En la praxis de la Revolución socialista, a partir de 1959, las ideas pedagógicas de Roa alcanzan un nuevo nivel de concepción al servir de base a la formación y desarrollo de la diplomacia socialista cubana y la formación de sus nuevos profesionales para las relaciones internacionales, lo que constituye muestra de su acervo y su obra como educador social. Este pensamiento pedagógico de Raúl Roa García constituye en la actualidad una fuente útil para el perfeccionamiento de la formación de los profesionales de las ciencias sociales en la universidad, por su riqueza de enfoques y perspectivas de aplicación.

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