Recibido: 27/diciembre/2024        Aceptado: 16/abril/2025

 

La presencia china en Manzanillo durante los siglos XIX y XX (Revisión)

Chinese presence in Manzanillo City during the XIX and XX centuries (Review)

 

Eddys Reynolds Busquet Roca. Licenciado en Historia. Máster en Historia y Cultura en Cuba. Profesor Asistente. Universidad de Granma. Sede Blas Roca Calderío. Manzanillo, Granma, Cuba.   [ ebusquetr@udg.co.cu ]        [ https://orcid.org/0009-0002-1298-8469 ]

 

Rafael Claudio Izaguirre Remón. Doctor en Ciencias Pedagógicas, Licenciado en Marxismo Leninismo. Profesor Titular. Investigador Titular. Universidad de Granma, Bayamo MN, Granma, Cuba.  [ rizag19858r@gmail.com ]   [ https://orcid.org/0000-0001-6295-3374 ]

 

Resumen

La investigación aborda las aristas de la emigración china en Manzanillo, y el impacto que posee este proceso en el componente étnico, y en el desarrollo económico, social y cultural de Manzanillo. La inmigración asiática se desarrolló en un período extenso, cuya incidencia en el crecimiento comercial deja ver su impronta por la calidad y servicios prestados. Este artículo tiene como objetivo caracterizar la presencia china en Manzanillo durante los siglos XIX y XX, para establecer la singularidad de sus aportes a la cultura, la vida económica y social y los procesos históricos nacionales en la etapa. Se espera que sus resultados sean de valor en materia de información historiográfica y potencialidades pedagógicas, al reconocer el proceso identitario cubano y su formación en la localidad. El estudio forma parte de una tesis de doctorado sobre las inmigraciones asiáticas en la región del Guacanayabo durante el período señalado.

Palabras clave: inmigración; análisis socio-histórico; etnia; población china

Abstract

This research addresses the aspects of Chinese emigration in Manzanillo and the impact of this process on the ethnic component, and on the economic, social and cultural development of the city. The Asian immigration developed over a long-lasting period. Its incidence on the commercial growth is reflected in the quality and services provided. This article aims to characterize the Chinese presence in Manzanillo during the 19th and 20th centuries, to establish the uniqueness of their contributions to culture, economic and social life and national historical processes at that stage. Its results are expected to be of value in terms of historiographic information and pedagogical potentials, by recognizing the Cuban identity process and its formation in the locality. The study is part of a doctoral research paper on the Asian immigrations in the region of Guacanayabo during the indicated period.

Keywords: immigration; socio-historical analysis; ethnicity; Chinese population

Introducción

La nación cubana, surgida en condiciones histórico-concretas especiales, tiene en la emigración una fuente de su desarrollo poblacional. La presencia en el país de sucesivas oleadas de inmigrantes ha sido una constante en la historia de Cuba desde los inicios de la conquista y la colonización y tuvo un impulso durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX, en que sus condiciones económicas hicieron a la isla antillana receptora de pobladores nuevos desde el florecimiento de la trata negrera y de la contratación de trabajadores asalariados como una nueva forma de servidumbre al abolirse la esclavitud.

Particular interés presenta la inmigración china, en función de las investigaciones históricas sobre identidad cultural e historia local en la ciudad de Manzanillo, sitio donde floreció una comunidad de tal origen. Cubre un gran vacío historiográfico sobre la presencia china y su impacto en la sociedad manzanillera, desde el punto de vista socio-económico y etno-cultural en el período 1861-1959, ya que su estudio hasta el momento se ha realizado de forma parcial y poco sistematizada.

La valiosa información historiográfica que se atesora desde este tipo de investigación favorece consolidar los conocimientos que sobre los rasgos, herencia y presencia cultural china en Manzanillo, constituyen parte crucial para entender el proceso de consolidación de la nacionalidad y nación cubanas, lo que tiene una significación formativa al contribuir en el contexto del proceso de enseñanza-aprendizaje de la Historia de Cuba a establecer nexos entre historia local-historia nacional en las clases en los diferentes niveles de enseñanza, como una vía didáctica para reducir la brecha entre historia investigada-historia enseñada y avanzar hacia la comprensión de la historia social, como demanda la visión moderna de la historia como ciencia.

En tal sentido, el artículo tiene como objetivo caracterizar la presencia china en Manzanillo durante los siglos XIX y XX, para establecer la singularidad de sus aportes a la cultura, la vida económica y social y los procesos históricos nacionales en la etapa. Sus resultados poseen valor en materia de información historiográfica y potencialidades pedagógicas, por lo que puede resultar de utilidad su empleo en el proceso de enseñanza-aprendizaje de Historia de Cuba en diferentes niveles educativos, desde su contribución a sistematizar el vínculo entre historia local-historia nacional y su impacto en la calidad de la clase, sobre todo en el plano cultural y formativo.

Desarrollo

Entre las culturas exógenas que han conformado el etnos cubano, se precisan algunas que han sido de incalculable valor, en especial: la aborigen, la europea, la africana y la china. Todas ellas se destacan por diferentes grados de contribución y con varios siglos de interconexión, resultando fuente substancial del cuajo definitivo de la cultura nacional. Se destaca el papel que estas oleadas humanas que, de manera forzosa o voluntaria, cruzaron los océanos para insertarse en una nación que las hizo suya, como ingredientes indispensables de este gran ajiaco cultural y para beneplácito de las nuevas generaciones.

Al respecto, Pérez de la Riva (2000) refiriéndose al papel de estos procesos migratorios afirma: “La inmigración comienza con la historia de Cuba, y continúa siendo un factor importante en la formación del pueblo cubano hasta la segunda mitad del siglo pasado” (p. 9). Este proceso tiene sus particularidades, en el caso de inmigración china, en el territorio manzanillero.

Para 1847, daba inicio en La Habana la primera etapa de la inmigración china (1847-1874), siendo introducidos por los mismos esclavistas que anteriormente se dedicaban al sucio negocio de la trata negrera, ahora bajo la condición de colonos contratados.

Los culíes eran traídos a Cuba para suplir la necesidad de fuerza de trabajo, motivada por la falta de negros esclavos para la industria azucarera durante esos años y como producto de las medidas abolicionistas inglesas en su impacto sobre la trata negrera. Sin embargo, este factor, aunque afectaba por igual a todos los hacendados cubanos, introdujo variaciones en el número de contratas que se introdujeron para la zona oriental, que fue mucho menor, pues en la región la industria azucarera estaba menos desarrollada. Otro de los factores en la reducida cifra de esta zona, estuvo condicionado porque en la región todavía se continuaba con el tráfico ilegal de esclavos africanos. Ello lo demuestra el hecho de que en fecha tan tardía como 1862, en las costas de manzanilleras, atracaba a bordo de una fragata noruega el último cargamento de negros esclavos, del cual se tengan noticias.  

Abdala (2015) muestra una visión mucho más esclarecedora sobre la presencia de colonos chinos en la región oriental. Según el censo realizado por las autoridades españolas entre 1861-1862, fueron empadronados en Cuba, 34 050 personas de esa nacionalidad. De ellos, 813 pertenecían al departamento Oriental: Baracoa (tres), Bayamo (16, con presencia de una sola mujer en todo el departamento), Santiago de Cuba (621), Guantánamo (23), Holguín (77), Las Tunas (siete) y Manzanillo (65).

Una pista importante que demuestra la existencia de contratas de trabajadores chinos en la región, está determinada por la circular expedida al Sr. Teniente Gobernador de Manzanillo, por parte del Excmo. Sr. Gobernador Superior Político, que remite nota de la Comisión Central de Colonización, fechada en La Habana el 10 de Mayo de 1876, en la que se le informa que en virtud de prevenir los abusos que se venían cometiendo con los súbditos portugueses chinos de la colonia de Macao, y que hubiesen llegado a la Isla con posterioridad al 15 de febrero de 1861, quedaba establecido que una vez terminado su tiempo de contratación debía de recontratarse o salir del país en el tiempo señalado; haciéndolo además por sus propios medios, según consta en el Archivo Histórico Municipal de Manzanillo (en documentos “Asiáticos. Fondo Gobierno. Sección Colonia. Legajo 8. Expediente 90”). Ese documento es una prueba fiel de la presencia de culíes chinos en la zona del Golfo del Guacanayabo, además de sacar a la luz la problemática sobre los abusos que se cometían por parte de los hacendados cubanos, a los asiáticos contratados. Dicha situación superaba los límites regionales, llegando incluso a convertirse en un escándalo internacional.

Con respecto a la participación china en nuestras luchas libertarias, se observan ejemplos desde los primeros momentos del grito de independencia. Chuffat (2007), plantea que: “dentro de los primeros asiáticos que se incorporaron a la causa liberadora fueron los de Manzanillo, siendo seguidos por los de Las Tunas, Holguín y Santiago de Cuba” (p. 125). Los datos aportados por este estudioso, sustentan la tesis que se defiende por los autores, pues es de suponer que un tiempo antes de iniciado el conflicto bélico, ya se encontraban inmersos en tal condición de explotación los pobladores chinos avecindados en Cuba. Por tanto, al llamado del clarín redentor, su incorporación a las filas del Ejército Libertador fue muy numerosa.

Para Jiménez (1983) es notorio destacar que, algunos de los principales representantes de esta inmigración en el siglo XIX, fueron partícipes directos de nuestras luchas libertarias, como el médico chino Liborio Wong (Wong Sen), quien en fecha tan temprana como 1869 ostentaba el grado de capitán y fungía como ayudante de las fuerzas del general Modesto Díaz, participando en las acciones de Cauto Embarcadero, Minas de Tunas y Guáimaro y una vez firmado el Pacto del Zanjón se mantuvo fiel a las fuerzas de Maceo.

Según Baltar (1997), el 10 de noviembre de 1873, se realizaría una de las acciones armadas más enérgicas por tomar la ciudad de Manzanillo. El entonces brigadier Antonio Maceo, cumpliendo órdenes del Mayor General Calixto García, tenía la riesgosa misión de llegar a paso de carga hasta la Plaza de Armas y apoderarse de la Cárcel y el Cuartel de Infantería de la ciudad. Maceo seleccionó cuidadosamente a los oficiales y soldados que debían acompañarle a tan delicada operación militar. Entre estos, escogió una buena cantidad de chinos, quienes se infiltraron hasta el centro mismo de la población, confundiendo a los españoles cuya red de fortines fue violada por los mismos que la habían construido.

A pesar de las hazañas realizadas por el Ejército Libertador durante los diez largos años que duró la contienda, no pudieron evitar los independentistas que otras causas conspiraran contra el buen desenlace de la misma. El 10 de febrero de 1878, en territorio camagüeyano, sería firmado el Pacto del Zanjón, armisticio que tajaba los dos objetivos fundamentales por los cuales los cubanos se habían alzado en armas contra el coloniaje español: la independencia nacional y la abolición de la esclavitud.

En Manzanillo, el Padrón Vecinal de la ciudad en 1892, correspondiente al primer barrio urbanizado; recoge a seis inmigrantes chinos que entraron al país en esta primera etapa (1847-1874), de los cuales, uno de ellos, nombrado José Meriño (nacido en 1812), contaba para esta fecha con 80 años y 60 de residencia en Cuba. Este dato lleva a la siguiente e interesante conclusión: el mismo ingresó al país a la edad de 20 años, en fecha anterior a 1833 (Archivo Histórico Municipal de Manzanillo. Padrón Vecinal de la ciudad de Manzanillo en el año 1892.). Este caso entra en patente contradicción con lo expuesto por algunos estudiosos que absolutizan el tema, los cuales ven como primer punto del arribo de los culíes chinos a Cuba, la llegada al puerto de La Habana de la fragata española Oquendo en 1847.

Por otra parte, en la Revolución del 95, Manzanillo se convertiría en una importante plaza de banderola española para el suministro de pertrechos, manteniéndola casi totalmente inexpugnable. A la vez, sus alrededores fueron parte del escenario de operaciones de la Primera. División del Segundo Cuerpo del Ejército Libertador, compuesta de dos brigadas y seis regimientos; uno de ellos llevaba por nombre Regimiento de Caballería de Manzanillo en la que combatieron varios inmigrantes chinos.

Para el año en que concluía la dominación española en la Isla (1899), su población ascendía a 1 572 797 habitantes. Para la ciudad y sus alrededores, se cotejan las cifras de 32 288 habitantes, mientras el núcleo urbano poseía 14 464 ciudadanos; de los cuales, 919 eran extranjeros. Según el Censo de ese año (Sanger, 1900), aunque es palpable la existencia de culíes chinos en la zona del Golfo del Guacanayabo durante el siglo XIX, numéricamente esta inmigración fue muy pobre, pues solo han quedado registrados 33 chinos en la jurisdicción. De ellos, 26 vivían en la ciudad y solo dos eran mujeres. Este escaso número de individuos, no pudieron, por tanto, tener la suficiente influencia desde el punto de vista económico, político y cultural, pues varios de ellos estuvieron dentro de un régimen contractual muy similar a la servidumbre esclavista, en la que carecían de todos sus derechos. A diferencia de otros componentes migratorios radicados en la ciudad -como los españoles-, esta inmigración no contaría durante el siglo XIX, con la preponderancia dentro de las élites sociales; sino formando parte de las clases más humildes de la sociedad.

Otro factor que se pudiera tener en cuenta para corroborar la hipótesis de la presencia de asiáticos en la región durante el siglo XIX, son las cifras que arrojan las bases de datos de los extranjeros sepultados en el cementerio de la ciudad durante los años de 1901-1986. De las más de 2 437 personas de distintas nacionalidades que se encuentran enterradas en la necrópolis municipal, un total de 123 son originarias de China (Archivo Histórico Municipal de Manzanillo, 2018. Base de datos de extranjeros enterrados en el Cementerio). Pero lo más intrigante de esta materia, es que varios chinos fueron sepultados en los primeros años del siglo XX, contando los que aparecen anteriormente, que no se encuentran registrados en los censos de la ciudad o en los otros documentos oficiales consultados, prueba una vez más que ya había un claro incremento de este tipo de inmigrantes en el Manzanillo de la segunda mitad del siglo XIX. 

Por su parte, la colonia china en Cuba recibió, en los treinta primeros años de la República, el incentivo humano que tanto necesitaba para volver a resurgir como grupo étnico minoritario. Aunque las cifras varían según los autores, se estima que, de 1902 a 1917, ingresaron a Cuba 535 individuos oficialmente. Para el año 1918 solo lo hicieron siete personas, aumentando a 1 100 para 1919 y al finalizar el año 1931, habían emigrado a Cuba 12 190 chinos. Otra gran cantidad más o menos igual, se dice que entró al país durante el mismo período de tiempo, a través de incursiones realizadas ilegalmente, las cuales no se han podido contabilizar. En el censo de 1931, se señala la existencia de 24 445 hombres, para un 99.18 %, y 202 mujeres, para un 0.82 %, y un total de 24 647 inmigrantes (Memorias Inéditas del Censo de 1931, 1978).

A partir de la segunda década del siglo XX, desde 1910 comienza a evidenciarse una explosión migratoria hacia Cuba, promovida por la nueva fase del capitalismo que se implantaba en el mundo y por el atractivo económico que resultaba La Mayor de las Antillas y, sobre todo, el crecimiento en la industria azucarera de esos años. En el período comprendido entre los años 1908 - 1931, por el puerto de Manzanillo desembarcaron 1453 inmigrantes de todas las nacionalidades, de los cuales una buena cantidad de ellos eran asiáticos. Para 1931, año en que fue realizado un censo, la población de Manzanillo contaba con 62 718 habitantes y de esta cifra, el 4,6 % eran extranjeros (Memorias Inéditas del Censo de 1931, 1978).

Es de significar que la inmigración china que arribó a Cuba durante los siglos XIX y XX, estaba compuesta fundamentalmente por las clases y sectores más humildes de dicha población asiática. Luego de varios años de sacrificios y privaciones, algunos de estos individuos lograrán encaminarse al comercio minorista y de los servicios como: quincallas, sederías, almacenes, ferreterías, fábricas de zapatos, bodegas de víveres, restaurantes o fondas, cafeterías, trenes de lavado, puestos de frutas y verduras o un simple “chinchal”; y con ello se convertirán en pequeños y medianos comerciantes. Sin embargo, esto no presupone que hayan perdido su antigua estratificación social, estando algunos de ellos vinculados junto al pueblo cubano en la lucha contra las tiranías insulares, en especial la machadista y batistiana, hasta el triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959.

Según las fuentes de archivo consultadas, las primeras actividades económicas a desempeñar por estos grupos, fueron la de vendedores ambulantes o emplearse como trabajadores, dependientes, cocineros, meseros, mozos, mandaderos, estibadores en los puertos, entre otras actividades. En mucho de los casos, encontraban trabajo en las dependencias de sus paisanos (compatriotas), que ya se habían establecido con anterioridad. En el caso de los chinos, además de las mencionadas anteriormente, su vida laboral estaba determinada por los oficios de jornaleros, verduleros y herbolarios en las zonas rulares.

La venta ambulante de productos, al por menor y con facilidades de pago, fue un método muy utilizado por estos grupos para convertirse en prósperos comerciantes. El recorrido por lugares de difícil acceso, como las zonas rurales y montañosas, a donde el resto de los comerciantes no llegaban con facilidad, les sirvió para ganarse una clientela que demandaba sus mercancías. También esta actividad fue común en ciudades y pueblos, marchando de casa en casa para pregonar sus productos. Conjuntamente con esta práctica, la aplicación del procedimiento de facilitarles sus mercancías en pagos fraccionados a personas serias y de toda su confianza (las llamadas mercancías fiadas a plazos), les otorgó la capacidad de aumentar las ventas que, de otra manera, jamás habrían podido lograr. Por supuesto, la puesta en marcha de este tipo de emprendimiento requería recorrer grandes distancias a pie o a caballo, por lo que no dejaba de ser una tarea extenuante.

Una vez reunido cierto capital, no sin la presencia de un largo período de privaciones y carencias materiales de toda clase, este inmigrante emprendedor podía pasar a la vida comercial de tipo sedentaria. En muchos casos, debía de asociarse con una o más personas, para montar un negocio donde poder prosperar y lograr trasformar su dura realidad. Estos hombres, con marcada inclinación a la actividad comercial y metódica, compondrán un factor de peso en la vida económica regional durante las seis primeras décadas del siglo XX.

En Manzanillo, de las 1266 sociedades comerciales del Registro Mercantil (Archivo Histórico Municipal de Manzanillo, 2010. Fondo Registro Mercantil. Serie Comerciantes. Tomos I – XLI), 28 estaban en manos de comerciantes chinos, con un capital que oscilaba entre los 500 y los 10 mil pesos. De la misma forma, fueron detectados alrededor de 117 establecimientos de su propiedad, en el período 1902-1958.

Para atraer la atención de sus compradores, sus dueños les otorgaban nombres singulares, que hacían alusión a su patria o que denotaban la calidad de sus mercancías como: “El Centavito, El Manto, Los Chinos Unidos, La Casa Li, El Progreso, Weng Wong, Los Cantoneses, Nuan Lee Long, Juong Chong Lung, El Paisano, La Nueva Fortuna, La Libertad de China, El Macao, El Pekín, La Perla China, Las Américas, Cuba-Cantón, Barra La Gran Muralla, La Gloria China, La Gloria y muchas otras. Algunas de estas, todavía son recordadas por los naturales de mayor experiencia, como establecimientos en los que se podía comprar mucho más barato y con ventajosas facilidades de pago, según refrenda el imaginario popular con su representación del tipo de actividad comercial que desplegaban.

No obstante, aunque muchos comerciantes supieron aprovechar con acierto los períodos de crecimiento y bonanza económica en la región, para aumentar sus capitales considerablemente; en ocasiones fueron víctimas de la dependencia a las relaciones mercantiles capitalistas, sobre todo las regulaciones bursátiles y especulativas norteamericanas; por lo que las crisis cíclicas del sistema los golpearon duramente. En los documentos de este período (1902-1958), es recurrente la mención a la puesta en práctica del temido estado de quiebra o bancarrota, situación a la que le sucedía el embargo de las propiedades, mercancías y enseres. Más de uno de los comerciantes chinos perdió su tienda y todo lo que poseía dentro, por estar endeudados y no poder pagarles a los acreedores.

Luego del triunfo revolucionario, las nuevas medidas económicas, políticas y sociales implantadas por la Revolución en sus primeros años, a través de las leyes de intervención primero y luego la estatalización de la mediana y pequeña propiedad, afectarán considerablemente a estos sectores y sus propiedades.

Desde el punto de vista sociológico, se calcula que el número de chinos asentados en nuestra ciudad durante los siglos XIX y XX, fue de alrededor de unos 350 individuos; cifra que demuestra claramente la magnitud de la presencia asiática en nuestra región. En consecuencia, la vida manzanillera ha estado influenciada por este grupo étnico a través de los aportes recibidos por sus comidas, la medicina tradicional, la espiritualidad, costumbres, creencias y tradiciones. Esas apreciaciones constituyen elementos esenciales que recrean la imagen del inmigrante asiático y es la visión que sobresale del chino en toda la sociedad cubana, además de los valores que personificaban su laboriosidad, el sentido del deber, su hermeticidad, y honradez.

Sus bodegas de víveres expendían todo tipo de mercancías de primera necesidad y que comúnmente las familias cubanas consumían como: jabón, detergente, pasta dental, arroz, frijoles, lentejas, café, puré de tomate, garbanzos, azúcar, sal, especies, leche condensada, chocolates; distintos tipos de carnes, sardinas, dulces y vegetales en conservas, galletas, caramelos, aceite, manteca, tasajo, bacalao en salazón, arenques ahumados, refrescos, bebidas alcohólicas, tabacos y cigarrillos con infinidad de marcas, tanto nacionales como extranjeras.   

Aunque mucho más modestos, los puestos de frutas ofrecían todo tipo de productos de temporada como: piñas, zapotes, guanábanas, guayabas, naranjas, plátanos. Junto a estos, también se expendían otros frutos importados como: manzanas, melocotones, fresas, avellanas, nueces, peras y dátiles para los paladares más internacionales. En los establecimientos de comestibles, se ofertaban frituras, fritas, papas rellenas, pasteles, turrones, junto a exquisitos sándwiches, batidos y refrescos.

Durante estos años, eran muy comunes las fondas, especie de comedor (sin llegar a ser un restaurante) con un menú muy básico y criollo, que podían elaborar platillos para su consumo en el local o para llevar. Lo que diferenciaba estos negocios del resto de su tipo, era la calidad de sus productos, sus precios asequibles y la hospitalidad de sus dueños. Sus clientes habituales eran los viajantes, los obreros durante su horario de almuerzo y las personas de menos recursos. En una de ellas, conocida como la fonda Cuba-Cantón, propiedad de chinos y ubicada en la calle Plácido entre Avenida de Zayas (hoy Paquito Rosales) y Loma, se degustaban platos nativos con algunas variantes asiáticas como la famosa “Completa”, la cual era la mezcla de distintas porciones de alimentos, con ingredientes de la cocina asiática como la salsa china y otros condimentos. La misma podía contener un gran plato con cierta cantidad de arroz blanco, amarillo o congrí, potaje de frijoles, un trozo de carne y alguna ensalada o guarnición; por el módico precio de 0.15 a 0.20 centavos.

Estos bajos precios, eran los que distinguían a los comerciantes chinos como buenos vendedores, al mantener una gran competencia con respecto al resto de sus colegas, tanto extranjeros como nacionales. Por ello, en ocasiones no eran muy bien vistos por sus pares más solventes. El proceso de la elaboración de los alimentos y los trabajos propios del establecimiento, eran realizados por los propietarios o sus familiares, sin tener que recurrir a otra fuerza de trabajo que luego deberían pagar, por lo que el valor de los productos, poseía un menor precio, según datos aportados por la entrevista realizada a Joaquín Cok (Koon) Cok Shele, 22 de abril de 2010, 10:15 a.m; jubilado como el último inmigrante chino en la ciudad de Manzanillo. 

La presencia comercial china en muchos negocios que fueron de su propiedad, persiste todavía en algunos de los sitios iniciales en la ciudad. Son los casos de la que fuera la tienda de víveres selectos y Barra “La Gran Muralla”, propiedad de Joaquín Chang Sen, ubicada en Dr. Codina entre Luz Caballero y Mártires de Viet Nam; la dulcería “La Central, propiedad de Gonzalo Sam, donde se expendían dulces finos, helados, batidos, y emparedados, y que tenía su domicilio en la calle Martí entre Saco y Maceo, en el mismo lugar donde hoy radica el establecimiento de productos liberados El Manantial. En los alrededores de la manzana del parque Céspedes, se conserva como en su primer día el restaurante Las Américas, el cual fue inaugurado el día 17 de abril de 1947, como café-restaurante América, propiedad del señor Apín Chiang y Hung, con dirección en la calle Maceo # 16 esquina a Martí (Archivo Histórico Municipal de Manzanillo, Fondo PISS, Carpeta: Mzllo/SV-IV: 26-56, # 40.).

Otras instalaciones comerciales, como la bodega de víveres La Gloria China, que era propiedad de Carlos Sam Yen, se encontraba en el mismo lugar que hoy ocupa la tienda La Orquídea, ubicada en la calle Sariol esquina a San Silvestre. También la bodega La Gloria, con dirección en Dr. Codina esquina a Loma y propiedad de Rafael Chang, que se hiciera famosa en los años 40 del siglo pasado, por vender durofríos de calabaza con pasitas. Se recuerda en la ciudad la cafetería de Santiago Joa, situada en la calle presidente Zayas (hoy avenida Paquito Rosales) esquina a Loma, que era muy frecuentada por una gran clientela al salir del cine Martí, luego de asistir a la proyección de películas en las noches (Entrevista realizada a Jorge Sam, 24 de abril de 2010, 10:30 a. m. Jubilado. Descendiente en 1er grado de inmigrantes chinos). 

Los trenes de lavado y planchado de ropa semimecanizados, fueron establecimientos generalmente operados por chinos. Estos negocios prosperaron a través de las tintorerías, de Rafael Mok en Campechuela y en Manzanillo: los trenes de lavado de Majín Joa, ubicados en la calle Caridad, esquina a Villuendas y el que fuera propiedad de Joaquín Cok (padre), que se encontraba en Calixto García entre Villuendas y Sariol. Su pulcritud, organización y disciplina, hicieron que ganaran gran aceptación entre los coterráneos.

Tradicional como vía de subsistencia de algunos chinos fueron las pequeñas áreas sembradas, o las llamadas huertas, en las que cosechaban todo tipo de hortalizas, flores y plantas medicinales, que después salían a vender por el pueblo. Por regla general, estas se encontraban en las periferias de los poblados. Sabedores de técnicas milenarias, escogían sabiamente los lugares de aluvión cercanos a ríos y arroyos, donde utilizaban la lombricultura, los abonos orgánicos, los manantiales o las fuentes de aguas más próximas, alcanzando verdaderos milagros en la producción de alimentos.

Al final de la calle del Carmen, en los terrenos que colindan con la línea del ferrocarril y muy próximos a lo que hoy son los Talleres “Manuel Fajardo” de la ciudad de Manzanillo, se asentó un pequeño grupo de chinos que se dedicaban a tal oficio. Realizaban sus ventas apoyados por un carretón de mano o una gran pértiga que suspendían a dos canastas de mimbre. De esa forma, pregonaban sus productos por las calles a precios bajos. Eran personas humildes, que vivían muchas veces en un vara-en-tierra o en pobres bohíos rústicos de madera con techo de guano, bajo condiciones muy precarias (Entrevista realizada a Joaquín Chang Lluis, en Manzanillo, 3 de marzo de 2010, 9:30 a. m. Jubilado. Descendiente en 1er grado de inmigrantes chinos).  

Si bien la mayor parte de la colonia china manzanillera, como consta en las Actas de Fondo Gobierno, Legajo Sociedades (1912- 1936), fundó varias asociaciones como: la Colonia China de Manzanillo, Asociación del Círculo Nacionalista Chino o Kuo Min Tang, y el Nam Peng Kong Sol, tenían como objetivo la ayuda mutua de sus paisanos, pero esto no impidió que dentro y fuera de sus asociaciones, realizaran manifestaciones culturales que, en ocasiones, imbricaban a toda la ciudad. Este fue el caso de las fiestas carnavalescas que desde la época colonial se celebraban en honor a Santa Ana, Santiago Apóstol y San Salvador.

Para el año 1936, el alcalde de la ciudad -capitán Rafael Frías- quien había alcanzado dichos grados en la Revolución del 95, entabló conversaciones con Joaquín Chang Sen -comerciante de gran prestigio y presidente de la Colonia China de Manzanillo- para promocionar y cooperar, junto con los demás comerciantes de la ciudad, en los gastos de dichas fiestas. Esta acción fue aprovechada para trasladar su celebración, de manera definitiva, a la segunda quincena de agosto pero siempre incluyendo el día de San Joaquín 16 de agosto por el calendario católico[1]; pues, desde hacía algún tiempo atrás y en virtud del influjo de la colonia española, se efectuaban entre el 24 de junio hasta el 25 de julio de cada año.

Durante el proceso de recopilación de la información para la investigación historiográfica que sirve de base a este artículo, se entrevistó al que fuera el último de los inmigrantes asiáticos radicados en la zona: el señor Koon (Joaquín) Cok Shele, quien a sus 77 años todavía recordaba con cariño las vivencias de su patria natal. Nació en 1932, en Waisan, población perteneciente a la sureña provincia de Cantón, en el seno de una familia humilde, pero alegre y emprendedora. Vino a Cuba para reunirse con su padre, quien ya poseía un tren de lavado en la calle Calixto García entre Villuendas y Sariol, de la cuidad de Manzanillo. La misma casa en que viviría por el resto de sus días. Desembarcó por el puerto de La Habana, el 31 de octubre de 1949, con apenas 16 años de edad, acompañado por cinco paisanos más. Su vida trascurrió alrededor de su honrado y honorable oficio de planchador, el cual le enseñó su padre y que supo ganarse el cariño y la admiración, de la que fuera su antigua clientela. Todavía hoy en día, los vecinos de más edad, recuerdan el olor a ropa limpia y almidón cada vez que pasaban frente a su establecimiento. Con toda la experiencia acumulada de los años pasados y rodeado de amigos, parientes y familiares, preparaba deliciosos platillos de su tierra natal, que hacían complacer a sus comensales. La eternidad lo sorprendió en 2012, para quedar siempre presente entre las gentes de nuestra urbe.

Según relata Seuc (2010), también les concierne a los inmigrantes chinos algunos vicios como la introducción de los fumadores de opio y el famoso juego de la charada, en los años 1876-1878. Este tipo de lotería ilegal, conocido posteriormente como La Bolita, se extendió rápidamente entre la población cubana a través de sus comercios. Consistía en una gran imagen de un hombre de pie con rasgos asiáticos muy bien marcados, vestido con un traje típico y en su atuendo y cuerpo, poseía los 36 pequeños retratos numerados de animales o cosas. Se podía apostar a uno o varios de ellos, exceptuando a aquellos que estaban “presos o limitados por el banquero (organizador). Este, hacía circular entre sus clientes o puntos, versos o adivinanzas que debían de ser descifrados para obtener el premio. Muchas veces, sin la más mínima lógica, salía el bicho que estuviera menos cargado.

Un aporte de gran significación al identitario manzanillero lo representan sus platos tradicionales, sobre todo los pertenecientes a la comida cantonesa. En los establecimientos que eran propiedad de chinos, en algunos momentos especiales, se preparaban platos típicos de su arte culinario; aunque la gran mayoría de estas comidas se realizaban en los días que se celebraban acontecimientos familiares en sus viviendas particulares. Algunas exquisiteces como: las maripositas chinas, el Chop Suey, el arroz frito, las sopas de vegetales, los asados aliñados y otra gran variedad de platos eran la representatividad de su comida tradicional. La salsa de soya o “salsa china”, junto a la salsa de ajo, todavía son ingredientes muy utilizados en nuestra cocina y que son influencia de la asiática. Entre estos, no podía faltar el arroz, cereal de la familia de las gramíneas, que actualmente representa un plato base de la culinaria típica cubana.

Algunas frases de nuestra cotidianidad o que han formado parte de ella, desde hace décadas atrás, dan cuenta de una huella lingüística china,  como es el caso de: "Chino manila Cantón, dame la 'contra' de chicharrón" (chino no me robes y llévame bien); “No lo salva, ni el médico chino” (persona que posee una muerte segura); “Dile a un chino que te ponga un cuarto” (frase dicha en la República, a las mujeres que no encontraban marido o llegaban del interior del país); “Tengo un chino atrás” (una persona con muy mala suerte); “Le hicieron un cuento chino”(engaño, verborragia); “Paciencia china” (grandes dotes de estoicismo, entereza, aguante); “Tortura china” (suplicio terrible); “Terminó como la fiesta de los chinos” (desastre total).

Como se ha argumentado anteriormente, la fusión, el mestizaje y la asimilación de la sociedad cubana, dio inicio a la aparición de una descendencia que se ha hecho más numerosa con el paso del tiempo; pero a la vez, marcada por la pérdida de las costumbres y tradiciones de sus antepasados. En la región, es muy común hoy en día encontrarse apellidos de origen chino como: Chang, Hung, Eng, Sam, Cuam, Fong, Lee, Joa, Cok, Mok, Sen, y en el que todavía se aprecian los rasgos asiáticos de un ancestro oriental.

En la actualidad, los descendientes de inmigrantes asiáticos, tanto en primero como en segundo orden, superan los varios cientos. Hombres y mujeres que se distinguen en sus oficios y profesiones de todos tipos; los cuales, han dejando de ser asiáticos para convertirse en verdaderos cubanos.

La sistematización de la información histórica sobre la presencia china en Manzanillo en el período estudiado, permite comprender la huella y el legado de la comunidad de este origen en la historia local de la ciudad, así como su conexión con la historia nacional y sus procesos. En este sentido, resulta interesante exponer cómo se convierte en un recurso didáctico de valor formativo al emplearla como contenido histórico en profundización para estudiar en el contexto de los programas de la disciplina y asignatura Historia de Cuba en los diferentes subsistemas de educación, lo que favorece la comprensión del sentido de la unidad teórico-explicativa del conocimiento histórico como expresión de la cultura nacional.

Emplear el arsenal de conocimientos que aporta la presencia china en Manzanillo durante los siglos XIX y XX, demanda precisar:

·                     ¿Qué conocimientos vincular al proceso de enseñanza-aprendizaje?

·                     ¿Qué tipo de habilidades construir sobre la base de los conocimientos seleccionados?

·                    ¿Qué valores formar sobre su base?

En tal sentido, resulta conveniente que esta presencia, huella y legado se utilice desde el reconocimiento y respeto de su aporte al desarrollo local, su contribución a la dinámica de la idiosincrasia y costumbres manzanilleras y sus efectos en la vida social de la ciudad, donde subsisten huellas imperecederas de su legado cultural. Lo anterior implica una visión de la multiculturalidad que asume la cubanía y sus expresiones históricas, de fuerte trascendencia en la construcción de la unidad de la Patria. Ello redundaría en un aporte al mejor conocimiento de lo local en el contexto de los procesos históricos nacionales y a la consolidación del orgullo de ser y sentir a Cuba como un crisol de nacionalidad.

Conclusiones

El crecimiento económico de Manzanillo, favorecido por su condición geográfica, atrajo a muchos emigrantes, entre ellos los de origen chino. La mayoría de ellos llegaba con escasas posibilidades económicas, dedicándose fundamentalmente al comercio ambulante y luego de años de trabajo y privaciones lograban conformar negocios estables en esta rama de la economía. Algunos pasaron a formar parte de la mediana burguesía manzanillera.

El mayor impacto de esta emigración se hizo sentir en el ámbito económico; no obstante, no se puede negar su impronta en la cultura manzanillera, que aún hoy es ostensible en manifestaciones del patrimonio inmaterial. Los descendientes de estos inmigrantes se han integrado completamente al etnos cubano, aunque conservan muchas de sus tradiciones y costumbres, algunas de las cuales han pasado al acervo cultural de la región y particularmente de la ciudad.

La información historiográfica que aporta el estudio de la presencia china en Manzanillo durante los siglos XIX y XX posee un indudable valor educativo que, aplicado con intencionalidad formativa en las clases de Historia de Cuba, fortalece el vínculo orgánico entre historia local-historia nacional y actúa como recurso didáctico en la dinamización de las clases.

Referencias bibliográficas

Abdala, O. L. (2015). Los chinos en el oriente cubano. Ediciones Santiago.

Baltar, J. (1997). Los chinos de Cuba. Apuntes etnográficos. Colección La Fuente Viva.

Chuffat, A. (1927). Apunte histórico de los chinos en Cuba. Molina y Cía.

Jiménez, J. (1983). Los chinos en la historia de Cuba. 1847-1930. Editorial de Ciencias Sociales.

Memorias Inéditas del Censo de 1931. (1978). Editorial de Ciencias Sociales.

Pérez de la Riva, J. (2000). Los culíes chinos en Cuba. 1847-1880. Editorial de Ciencias Sociales.

Sanger, J. P. (1900). Informe sobre el Censo de Cuba de 1899. Imprenta del Gobierno.

Seuc, N. (1998). La colonia china de Cuba 1930-1960. Editorial Napoleón Seuc.



[1] Santa Ana y San Joaquín: padres de María, este último galileo descendiente del rey David.