Recibido: 12/diciembre/2024 Aceptado:
26/marzo/2025
Nadinska Marichal
Martínez. Licenciada
en Educación, especialidad Ciencias Humanísticas. Máster en Ciencias de la
Educación. Profesora Asistente. Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte
Loynaz”. [ nadisca.marichal@reduc.edu.cu ] [ http://orcid.org/0000-0002-1289-5863 ]
Omelio
Jesús Rivero Villavicencio. Licenciado en Marxismo. Máster en Ciencias de la Educación- Doctor en
Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular. Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte
Loynaz”. [ omelio.rivero@reduc.edu.cu ]
[ http://orcid.org/0000-0002-1641-8351 ]
Resumen
El artículo explora el papel rector de la filosofía de
la educación entre los fundamentos teóricos de la teoría educativa. Se explica la
posición filosófica que va a estar presente en todo diseño
curricular y devela que la educación tiene lugar a través de la
formación de la subjetividad desde lo objetivo, y la formación
de la individualidad desde lo social, así como a través de la conceptualización
de qué es el hombre y qué lugar ocupa en la sociedad, lo que
permitirá definir el modelo de persona a formar, el modelo de educación y
el modelo de escuela. Además, se valora cómo las funciones de la filosofía de
la educación permiten establecer los fundamentos pedagógicos, psicológicos y
sociológicos y brindar una concepción de la vida y del ideal que se quiera
alcanzar. La filosofía de la educación posibilita establecer los fundamentos
filosóficos de la teoría pedagógica que sustenta al proceso de enseñanza aprendizaje.
Asimismo, sirve de base a los fundamentos sociológicos y psicológicos de dicho
proceso.
Palabras
clave: educación;
filosofía educativa; teoría de la educación; historia de la educación
The article explores the
guiding role of the philosophy of education within the theoretical foundations
of educational theory. It explains the philosophical position that will be
present in every curricular design and reveals that education takes place through
the formation of subjectivity from the objective, and the formation of
individuality from the social, as well as through the conceptualization of what
man is and what place he occupies in society, which will allow defining the
model of person to be formed, the model of education and the model of school.
In addition, it is valued how the functions of the philosophy of education
allow to establish the pedagogical, psychological and sociological foundations
and to provide a conception of life and of the ideal to be achieved. The
philosophy of education makes it possible to establish the philosophical
foundations of the pedagogical theory that sustains the teaching-learning
process. It also serves as a basis for the sociological and psychological
foundations of this process.
Keywords:
education; educational philosophy; educational theory; history of education
La dirección del proceso docente educativo establece la estructuración de
un proceso de planificación y organización, jugando estas funciones un papel
significativo, lo que deberá hacerse con un carácter científico y con un fuerte
sustento pedagógico que permita desarrollar por esa vía su ejecución y control
(Álvarez, 1995). De esta forma, “la planificación del proceso docente educativo
se corresponde con la determinación de los objetivos y contenidos de la organización
y la precisión de las posibles formas, medios y métodos a emplear” (Blanco, 2002,
p. 81).
El diseño, por lo tanto, debe sustentarse en los fundamentos
teóricos pedagógicos, psicológicos y sociológicos, así como en otros
fundamentos teóricos como la epistemología curricular y de la ciencia en
particular que se imparta. Pero los fundamentos anteriores no tendrían una base
científica si estos no prevén los fundamentos filosóficos que expresan la
concepción científica del mundo, es decir, la forma de pensar e integrar la
realidad.
Estos fundamentos deben estar sustentados por el materialismo
dialéctico, que estudia el nexo universal y el desarrollo del mundo
material, donde se aborda el objeto de estudio teniendo en cuenta la
interconexión e independencia de los fenómenos que rodea y se considera
la ciencia sobre las leyes más generales de cualquier movimiento que tiene
lugar en la naturaleza, en la sociedad y en el pensamiento. En este sentido:
La filosofía expresa los conocimientos del más alto
grado de generalidad que tiene una base objetiva en el conocimiento
científicamente corroborado; entre la diversidad de objetos, fenómenos y
procesos que conforman el mundo material, existen elementos comunes que al ser generalizados
conforman los contenidos de las estructuras conceptuales de la filosofía.
(Chávez, 1997, p. 10)
Pero la filosofía no puede resolver todos los problemas de la pedagogía,
por lo tanto, al entrar en contacto la filosofía con la pedagogía, surge la
filosofía de la educación, que es la disciplina teórica que fundamenta el
proceso educativo al servir de base y guía a la teoría educativa, así como a los otros
fundamentos psicológicos y sociológicos que deben aparecer en todo proceso
docente educativo.
Así, el diseño del proceso educativo se realiza, en muchas
ocasiones, de forma asistémica y sin ningún fundamento científico, pero en el caso
de que apareciesen fundamentos, estos nunca han sido los fundamentos filosóficos,
que constituyen los fundamentos primarios parta diseñar y ejecutar cualquier proceso
educativo; cuando más, se hace referencia a los fundamentos psicopedagógicos y,
casi siempre, los encargados del diseño nombran la filosofía dialéctica
materialista como su base científica para mostrar su partido, pero este hecho
nos trasciende, ya que no se conoce el papel que desempeña la filosofía de la educación
en el diseño y, por lo tanto, en la ejecución y el control del proceso
educativo.
De acuerdo con Chávez (1997) “La filosofía de la educación ofrece la
brújula orientadora, la guía teórica necesaria para no perder el rumbo en el
misterioso drama de enseñar y aprender” (p. 11). Este autor destaca el papel
fundamental de la filosofía de la educación en cuanto a proporcionar dirección
y claridad en el proceso educativo. En un contexto donde las prácticas de
enseñanza y aprendizaje pueden parecer confusas o inciertas, la filosofía actúa
como un referente que ayuda a los educadores a navegar por las complejidades
del aula y las dinámicas del aprendizaje. Esto implica que, sin una base
filosófica, los educadores pueden sentirse desorientados, incapaces de tomar
decisiones fundamentadas sobre su práctica.
Además, el término guía teórica sugiere que la filosofía de la educación
no solo proporciona principios abstractos, sino que también ofrece marcos
conceptuales que pueden informar y fortalecer la práctica educativa. Esto
incluye teorías sobre el aprendizaje, la moralidad, la justicia, y el desarrollo
humano que son esenciales para el diseño curricular y la interacción con los
estudiantes. Una guía teórica bien fundamentada ayuda a los educadores a
enfrentar desafíos prácticos y éticos en su labor.
La referencia al "misterioso drama de enseñar y aprender"
también invita a reflexionar sobre la naturaleza intrínsecamente compleja y
multifacética de la educación. A menudo, la enseñanza y el aprendizaje se
presentan como actos casi artísticos donde intervienen emociones, relaciones
interpersonales y contextos culturales. Reconocer este "drama"
implica que la educación no es simplemente una transferencia de conocimiento,
sino un proceso dinámico y a menudo impredecible en el que las teorías y
filosofías educativas pueden desempeñar un papel crucial en el entendimiento y
la adaptación a las circunstancias cambiantes.
La filosofía de la educación es una herramienta esencial para los
educadores. Proporciona no solo una estructura teórica para respaldar la
práctica educativa, sino también un marco que permite a los educadores
reflexionar sobre su labor en el contexto más amplio del aprendizaje humano. En
un mundo donde los métodos y las expectativas educativas están en constante
evolución, contar con una brújula filosófica puede ser lo que haga la diferencia
entre una educación superficial y una que realmente transforme la vida de los
estudiantes.
A partir de estas reflexiones, se hace necesario conocer la filosofía de
la educación para poder aplicarla en función de lograr una calidad superior en
el proceso educativo y poder lograr una teoría educativa
coherente que permita llevar a vías de hecho un proceso de enseñanza
aprendizaje con eficiencia y calidad para cumplir los objetivos de formar
y desarrollar a un estudiante integral acorde con nuestro tiempo y a los tiempos
que se avecinan, por lo que la filosofía de la educación constituye la estrella
polar del acto educativo al servir de orientadora a la teoría educativa (Chávez,
1997; Biesta, 2017).
Cuando se inician estudios en torno a la filosofía de la educación, se
aprecian múltiples posiciones conceptuales alrededor de su definición; sin
embargo, en la actualidad existen dos polémicas acerca de este problema. La primera
concibe la filosofía de la educación como una disciplina autónoma, pero en
estrecha relación con otras disciplinas de las ciencias sociales. Este enfoque
induce a que la filosofía se aleje un tanto de la educación, es decir, que se distancie
de ella, pero que trata de fundamentar la educación en un pensamiento orgánico
y sistémico.
La segunda polémica considera la
filosofía de la educación como un componente de la filosofía o pedagogía, que
tiene como objeto de estudio a la educación y recalca que no forma parte de la pedagogía
tradicional, por lo que se puede apreciar que la filosofía de la educación, en
este caso, se concibe con un objeto de estudio muy amplio y constituye una
derivación conceptual más o menos sistémica de la filosofía que se aplica en la
educación.
En ambas polémicas, la filosofía de la educación posee un gran peso en
la valoración y comprensión de los problemas educativos. Pero la
filosofía de la educación no debe abarcar todos los
problemas de la filosofía ni tampoco todos los problemas de la educación y
la pedagogía, la filosofía de la educación es una ciencia teórica limítrofe
entre la pedagogía y la filosofía, alcanza el mayor grado de generalización y
sirve de guía orientadora a la teoría educativa y a las demás disciplinas de
las ciencias de la educación.
La filosofía de la educación define su objeto de estudio a partir de la
interrogante antropológica y filosófica ¿qué es el hombre? Y la
posición que se tome ante su educabilidad, permitirá darles solución a las
siguientes interrogantes: ¿qué es la educación? ¿Para qué se educa? ¿Por qué se
educa?
Ocurre con mucha frecuencia, a la hora de realizar valoraciones, diseños
curriculares u otros análisis en torno al proceso de enseñanza aprendizaje, que
no se tienen en cuenta los fundamentos de la filosofía de la educación. Cometer
este error es negar el papel preponderante de esta como teoría educativa, lo
que limita la comprensión fundamental, sistemática y crítica del acto
educativo. Estas reflexiones que se realizan en los casos antes expuestos, en
la mayoría de las ocasiones, solo comprenden lo epistemológico y axiológico, al
no tener en cuenta las dimensiones antropológicas y teleológicas.
Cuando los profesores, al iniciar el curso escolar, hacen el diagnóstico
inicial solo realizan comprobaciones de los conocimientos y habilidades que
este alumno trae de los grados anteriores, pero en ningún momento incluyen las
capacidades psicopedagógicas y las condiciones que este tiene para establecer
una estrategia educativa que permita dar seguimiento al diagnóstico inicial y
observar la evolución de este durante toda la etapa lectiva.
La tarea de diagnosticar teniendo en cuenta todas las dimensiones de la
filosofía de la educación le da sentido al acto educativo ya que la educación
en el hombre ocurre a través de la formación de su subjetividad desde lo
objetivo y la formación de su individualidad desde lo social, y se educa para
transformar al hombre en un individuo culto e íntegramente desarrollado que ponga
su individualidad al servicio de la sociedad (Izaguirre, 2021).
La plena y verdadera educación no puede producirse de forma
espontánea ni tampoco asistémica, sino que se necesita un conjunto de influencias
educativas bien organizadas y orientadas con un fin determinado que, por
supuesto, debe partir del modelo de hombre que se quiera formar y de ahí el
modelo de educación que permitirá entonces conformar el modelo de escuela, para
poder cumplir con la verdadera misión histórica de la formación del hombre
socialista.
Así, la formación de ese modelo de hombre debe surgir a partir de la
conceptualización de qué papel juega el hombre en la sociedad, el cual debe
establecerse para preservar y continuar su desarrollo multilateral, lo que
permitiría conceptualizar qué tipo de acciones educativas debe recibir con
vistas a lograr los fines educativos para lo cual se necesita definir las tres
interrogantes ya analizadas: ¿qué es la educación? ¿Para qué se educa? ¿Por qué
se educa?
Una vez determinados él qué, el para qué y el por qué, dicha determinación
servirá de orientación a los docentes para precisar los fundamentos de la
pedagogía y de sus categorías esenciales. Por lo tanto, estas interrogantes
llevarán no solo a definir la educación, qué tipo de hombre se debe formar y la
razón de llevar a cabo dicha educación, sino también permite definir el modelo
de hombre que se quiere o necesita alcanzar y, de esta manera, la elección del
modelo a implementar en toda estrategia.
En tal sentido, es importante tener en cuenta las funciones que le son
interesantes a la filosofía de la educación, a saber: función antropológica,
función epistemológica metodológica, función axiológica, función teleológica.
• La función antropológica precisa
determinar el sentido de revelar críticamente los mecanismos del proceso
educativo y determina la capacidad intrínseca del hombre para educarse.
• La función
epistemológica metodológica analiza minuciosamente el lenguaje usado por el
educador, precisa las categorías educativas y de otras ciencias educativas y
determina los mecanismos a través de los cuales el hombre obtiene el
conocimiento.
• La función axiológica establece
el sistema de valores que se deben formar que se encuentran en la esencia misma
de la naturaleza humana y a los cuales se debe aspirar. La función teleológica
indica el fin, el sentido educativo, o sea, el destino del hombre. Estas funciones
que se pueden lograr cumpliendo con las tareas descritas anteriormente, pueden
dar solución a los problemas que debe resolver la filosofía que están marcados
en las interrogantes: ¿qué es el hombre? ¿qué es la educación? ¿cuáles son los
fines e ideales educativos?
En la tercera interrogante no aparece explícitamente la función axiológica,
¿para qué se educa?, relacionadas con la formación de valores, por lo que
debemos incluir como otro problema dicha función para establecer los valores
que se pretenden alcanzar en la formación del individuo para que se pueda
integrar a la sociedad y que constituye uno de los problemas fundamentales en
la preparación del hombre integral.
Si se logra resolver o solucionar estas interrogantes, conociendo las
funciones y tareas, se podrá dirigir un proceso de enseñanza aprendizaje
fundamentado filosóficamente, cuyos sustentos servirán de base a las teorías
pedagógicas, sociológicas, y psicológicas que se fundamentan en el proceso
docente educativo que se pretende ejecutar. De esta forma, se da solución a los
problemas que debe resolver la filosofía de la educación y que permitirá
fundamentar filosóficamente el proceso de enseñanza aprendizaje en la actualidad.
Como se plantea anteriormente, la interrogante antropológica y filosófica
¿Qué es el hombre? y la posición ante la educabilidad, permitirá definir
filosóficamente qué es hombre y cómo debe proceder su educación en el sentido
más amplio de generalidad. Así, el hombre es un ser social, producto del
desarrollo de la humanidad que cuenta con conciencia, pensamiento, sentimiento,
voluntad, vida espiritual y capacidad para usar los instrumentos de trabajo y adaptarse
y transformar el medio circulante y su educabilidad será posible solo a través
de la formación de su subjetividad desde lo objetivo y de su individualidad
desde lo social.
Esta posición posibilita que el individuo desarrolle su conciencia como
un reflejo de la realidad objetiva y se forme como un individuo y, al mismo
tiempo, como un ser social. Esta posición se convierte en principios que
estarán presentes en todo proceso de enseñanza aprendizaje que se lleve a cabo.
Por lo tanto, la segunda interrogante ¿qué es la educación?, estará muy relacionada
con la posición ante la educabilidad y se podrá, entonces, definir la educación
como un proceso organizado de transmisión y asimilación de conocimiento, habilidades,
valores éticos, convicciones, modos de conductas, actitudes de una generación a
otra, con el objetivo de formar y desarrollar una personalidad integral, plena
y multifacéticamente donde lo subjetivo se forme desde lo objetivo y lo individual
desde lo social.
Se aprecia en la definición de educación la posición materialista donde se
resalta el carácter primario de lo material y el carácter secundario
de lo ideal y donde la conciencia es un producto de la materia y
se concibe como el reflejo del mundo exterior, con lo cual se asevera que la naturaleza es cognoscible. Además,
se aprecia que el hombre es un ser social producto de las
interacciones que él establece, que le permitirán conformar su individualidad, ya
que el hombre se educa a través del proceso de socialización que permite:
La apropiación de los contenidos sociales válidos y su objetivización
de conductas aceptables y a través del proceso de individualización que es de
carácter personal donde el sujeto procesa la realidad de manera particular,
aportando resultados de su propia creación como un ente activo. (Díaz,
1998, p. 26)
Esto se puede constatar en el doble carácter de la educación: social e individual,
donde el individuo se apropia de la cultura legada por la
humanidad a través de una serie de influencias sociales para que desarrolle
sus potencialidades como ser social y donde la actividad y la comunidad son las
condiciones esenciales para que a través de la comunicación se apropie
individualmente de los contenidos sociales y transmita los
contenidos individuales.
El tercer problema a resolver lo constituye la interrogante ¿cuáles son
los fines educativos? ¿Dónde se incluyen? De ahí que se pueda plantear lo
siguiente: se educa para convertir al hombre en un ser pleno, único, armónico y
polifacéticamente desarrollado con un conjunto de valores que le permita
reconocer que la individualidad a la que él aspira, solo es gloriosa e útil
cuando se pone al servicio de la sociedad.
La política educacional cubana coincide en el objetivo que se pretende alcanzar,
es decir, formar a las nuevas generaciones en la concepción científica materialista
dialéctica del mundo donde se forme un individuo libre, culto y apto para vivir
y servir a la sociedad con una cultura general e integral
mediante la educación medio ambiental, la educación sexual y
para la salud, la educación jurídica y laboral, la
educación ética, así como la educación política, ideológica y patriótica que son,
en fin, los valores que debe desarrollar el individuo para comportarse
y vivir en sociedad y servir a los demás .
La autora reconoce que toda teoría educativa está intrínsicamente ligada
a una filosofía sobre la naturaleza humana. La forma en que se entiende al ser
humano influye de manera significativa en el enfoque educativo que se adopta.
Esta relación es crucial en el campo de la educación, ya que cada teoría, ya
sea de manera explícita o implícita, se basa en una visión particular de la
naturaleza humana, abarcando sus potencialidades, limitaciones y propósitos. Así,
nuestra comprensión de la condición humana guía no solo los objetivos
educativos, sino también las estrategias pedagógicas empleadas y los resultados
que se aspiran a lograr.
La educación no es un proceso neutro ni objetivo. Está intrínsicamente
ligada a las creencias. Para diseñar sistemas educativos efectivos y
significativos, es fundamental ser conscientes de la filosofía del hombre que
los fundamenta, y reflexionar críticamente sobre sus implicaciones.
Relación de la filosofía con la historia de la
educación
La educación es un fenómeno complejo y multifacético que ha sido objeto
de estudio y reflexión a lo largo de la historia. Dentro de este campo, la
filosofía de la educación y la historia de la educación se entrelazan de manera
íntima, cada una enriqueciendo a la otra y aportando una comprensión más
profunda y crítica de la práctica educativa.
Este ensayo argumenta que la filosofía de la educación proporciona un
marco teórico que orienta la reflexión sobre la educación, mientras que la
historia de la educación ofrece un contexto empírico que ilumina y enriquece
dicha reflexión. La filosofía de la educación y la historia de la educación son
dos campos interrelacionados que aportan perspectivas complementarias en el
estudio y la comprensión de los procesos educativos. A continuación, se exploran
algunas de sus relaciones más significativas:
Fundamentos teóricos: la
filosofía de la educación se ocupa de las preguntas fundamentales sobre la
naturaleza, el propósito y los métodos de la educación. Estos principios
filosóficos a menudo están influenciados por el contexto histórico en el que se
desarrollan. Por ejemplo, las ideas de Platón sobre la educación en la
República reflejan el contexto social y político de la Antigua Grecia, mientras
que otras teorías enfatizan la importancia de la experiencia democrática en un
contexto industrial.
Desarrollo de corrientes
pedagógicas: la historia de la educación documenta la evolución de varias
corrientes pedagógicas a lo largo del tiempo, y la filosofía de la educación
ofrece una base teórica para comprender y evaluar estas corrientes. Por
ejemplo, el surgimiento del racionalismo y sus implicaciones educativas pueden
ser explorados a través de sus raíces filosóficas, así como la influencia de
las ideas románticas en la pedagogía del siglo XIX.
La Ilustración: la filosofía de
la educación ilustrada, con su énfasis en la razón, la ciencia y el progreso,
influyó en la creación de escuelas que promovían el pensamiento crítico y la
experimentación. La Teoría Educativa, emergente en ese momento, comenzó a
explorar métodos más centrados en el estudiante, aunque aún con limitaciones.
El movimiento de la escuela nueva: la filosofía de la educación
progresista, con su foco en la experiencia, la actividad y la adaptación a las
necesidades individuales inspiró la creación de escuelas que fomentaban la
creatividad y la colaboración. Esta Teoría Educativa proporcionó un marco
conceptual para estas nuevas prácticas.
La educación en la era digital: la filosofía de la educación actual se
enfrenta al desafío de definir el papel de la tecnología en la educación y de
promover la equidad digital. La Teoría Educativa explora cómo las nuevas
tecnologías pueden transformar la enseñanza y el aprendizaje, pero también
advierte sobre los posibles riesgos y desigualdades.
Crítica y reformas educativas: a lo largo de la historia, muchos
filósofos han desempeñado un papel crucial como críticos de los sistemas
educativos existentes, lo que ha llevado a reformas significativas. La historia
de la educación muestra cómo estas críticas han influido en políticas y
prácticas, como el movimiento por una educación más inclusiva o la oposición a
métodos educativos autoritarios.
Contexto social y cultural: la filosofía de la educación se ve afectada
por el contexto social y cultural en el que se desarrolla, y la historia de la
educación proporciona ese contexto. Por ejemplo, las teorías feministas en
educación han surgido como respuesta a las realidades históricas de desigualdad
de género, reconociendo la necesidad de una educación que empodere a todos los
géneros.
Identidad y valores: la historia de la educación a menudo refleja las
luchas y los valores de las sociedades en varios momentos, y la filosofía de la
educación se ocupa de cómo estos valores deben integrarse en los procesos
educativos. Las discusiones filosóficas sobre la ciudadanía, la justicia social
y la ética son cruciales para entender cómo se ha configurado la educación en
diferentes épocas.
Al analizar la historia de la educación, la teoría educativa ayuda a
comprender cómo las fuerzas sociales, como el género, la raza, la clase y el
poder político, han moldeado las oportunidades educativas y los resultados para
varios grupos de personas a lo largo del tiempo. Por ejemplo, examinar cómo las
leyes de segregación racial en los Estados Unidos impactaron la educación de
los afroamericanos.
Futuro de la educación: la filosofía de la educación también proporciona
un marco para reflexionar sobre los desafíos contemporáneos y futuros en la
educación, basándose en lecciones aprendidas a través de la historia. Los
debates sobre la educación en la era digital, la educación inclusiva y el
aprendizaje a lo largo de la vida pueden beneficiarse tanto de la reflexión
filosófica como de un análisis histórico.
Por consiguiente, la filosofía de la educación y la historia de la
educación están íntimamente conectadas, cada una enriqueciendo a la otra. La
filosofía proporciona un marco crítico y teórico que ayuda a entender y evaluar
la práctica educativa en su contexto histórico, mientras que la historia ofrece
la base práctica y empírica que informa y enriquece la reflexión filosófica.
La filosofía de la educación y la
Teoría Educativa son herramientas esenciales para analizar críticamente la
historia de la educación, comprender los valores y propósitos que la han
guiado, explicar las prácticas que se han implementado y evaluar su impacto en
la sociedad.
Al integrar estas disciplinas, se puede obtener una visión más rica y
completa del pasado educativo y, a partir de ella, construir un futuro
educativo más justo y equitativo. Sin estos fundamentos teóricos, la historia
de la educación se reduciría a una mera cronología de eventos, perdiendo su
significado y relevancia para el presente y el futuro.
En este sentido es fundamental reflexionar sobre cómo las corrientes
filosóficas han influido en la práctica educativa a lo largo del tiempo. Al
respecto Biesta (2017) ha desarrollado su trabajo sobre la educación en
contextos contemporáneos; explora conceptos filosóficos en relación con temas
educativos históricos, como la libertad y la responsabilidad en la enseñanza,
sugiriendo que esta no tiene que ser percibida como un acto de control. De este
modo, ha escrito extensivamente sobre cuestiones filosóficas en el ámbito
educativo, explorando su relación con la historia y analizando cómo las
tradiciones filosóficas han respondido a diversos contextos históricos.
Por otro lado, la cultura de los fundadores como lo describe Nakajima
(2017), establece las bases fundamentales para la identidad organizacional y
guía su evolución a lo largo del tiempo. Este concepto sugiere que las
organizaciones son profundamente influenciadas por los valores y ceencias de
sus fundadores, al establecer principios y prácticas iniciales, crean un marco
que perdura incluso a medida que la organización crece. Así, esta cultura no
solo moldea la toma de decisiones y las relaciones internas, sino que también
influye en la forma en que se enfrentan los desafíos. En este sentido la
cultura de los fundadores actúa como un hilo conductor que une el pasado de la
organización con su presente y futuro, impactando su capacidad para adaptarse y
prosperar en un entorno cambiante.
La obra de Nakajima (2017) al igual que la raza crítica propuesta por Solórzano y Yosso (2022), se
centra en la importancia de las narrativas y experiencia vividas de comunidades
historicamente marginadas, resaltando cómo estas historias pueden desafiar las
estructuras de poder y desigualdad. Ambos enfoques subrayan la necesidad de
contranarraciones que visibilicen las luchas de desigualdad y resiliencia de
los grupos racializados, promoviendo un entendimiento más profundo de sus
realidades y contribuciones culturales. Así, tanto en la expresión artística
como en la investigación crítica, se busca desmantelar narrativas hegemónicas y
construir un espacio donde las voces diversas sean no solo escuchadas, sino
también valoradas y celebradas.
Estos autores representan una muestra de los enfoques contemporáneos
sobre la intersección entre la filosofía y la historia de la educación,
destacando la relevancia de estas disciplinas en el análisis y la práctica
educativa actual, proporcionando perspectivas críticas y contextuales que
enriquecen la comprensión y la transformación de la educación.
En la práctica educativa actual, la historia y la filosofía de la educación
se entrelazan para enriquecer el diseño curricular con una comprensión profunda
de la evolución de las disciplinas, las necesidades de los estudiantes y los
valores que se quieren promover. Para guiar la práctica pedagógica, se ofrecen
marcos de referencia para la selección de estrategias de enseñanza, la
evaluación del aprendizaje y la creación de un ambiente de aula inclusivo y
estimulante. Se promueve la reflexión profesional y crítica sobre la propia
práctica, la identificación de áreas de mejoras y la búsqueda de soluciones
innovadoras a los problemas educativos, en aras de fortalecer el liderazgo educativo
para brindar a los líderes una visión estratégica y una comprensión profunda de
los desafíos y oportunidades que enfrenta la educación, así como abogar por la
justicia social.
Estas disciplinas son herramientas indispensables para los educadores
que desean comprender el pasado, analizar el presente y transformar el futuro
de la educación. Al integrarlas en su práctica profesional, los educadores
pueden convertirse en agentes de cambio social y contribuir a la contrucción de
una sociedad más justa, equitativa y humana.
Conclusiones
La filosofía de la educación permite establecer los
fundamentos filosóficos de la teoría pedagógica que sustenta al proceso de
enseñanza aprendizaje. Asimismo, la filosofía de la educación sirve de base a los
fundamentos sociológicos y psicológicos de dicho proceso. La teoría educativa
tiene como guía orientadora fundamental una filosofía de la educación que en nuestro
país es marxista, con fuertes implicaciones martianas y con todo lo mejor del
pensamiento cubano, lo que representa la unidad entre el pensamiento universal
y nacional.
Esta filosofía brinda una concepción de la
vida y el ideal de hombre que se quiere al alcanzar,
por lo que orienta la finalidad educativa ya que en
el curriculum (el plan de estudio) o en el programa de la disciplina, debe
plasmarse el modelo de hombre o profesional que se aspira lograr en la sociedad
y que debe estar reflejado en los objetivos instructivos y educativos, donde se
plasman los valores a crear y/o reforzar, así como el sistema de conocimientos
y habilidades, ya que el curriculum o programa constituye una concreción de la
educación de los hombres en la sociedad y para ella.
Esta fundamentación, lógicamente, va a estar presente en la
unidad, en la clase y en la tarea docente; a la hora de diseñarlas, y al ejecutarlas
deben tributar al modelo de hombre que se aspira a formar. La filosofía de la
educación y la historia de la educación permiten dar coherencia a la teoría
educativa con sus fundamentos, y su importancia radica en que constituye la brújula
orientadora, ya que establece qué es la educación, para qué se educa y por qué
se educa, a partir de qué es el hombre, de lo que permite definir los demás
fundamentos teóricos de la pedagogía y sus categorías esenciales, así como los fundamentos
sociológicos y psicológicos que sustentan el proceso de enseñanza aprendizaje.
Álvarez, C. (1995). Didáctica. La escuela en la vida. Pueblo y
Educación.
Biesta, G. (2017). Redescubrir la enseñanza. Ediciones Morata.
Blanco, A. (2002). Introducción a la sociología de la educación. Pueblo y Educación.
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Nakajima, B. (2017). El concepto de
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Solórzano, D., & Yosso, T. (2022). Critical Race Methodology: Counter-Storytelling as an Analytical Framework
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