Recibido: 20/noviembre/2024 Aceptado:
4/marzo/2025
Impact of Ecuadorian migration on the economy: Analysis
of the period 2000-2024 (Review)
Mario Pérez Arévalo. Economista. Máster en Desarrollo Económico y Políticas Públicas.
Profesor titular: Universidad Técnica Estatal de Quevedo. Ecuador. [ mperez@uteq.edu.ec ]
[ https://orcid.org/0000-0001-7283-7457 ]
Walther Purcachi Aguirre. Ingeniero en Administración
de Empresas Agropecuarias. Máster en Administración de Empresas. Profesor titular.
Universidad
Técnica Estatal de Quevedo. Ecuador. [ wpurcachi@uteq.edu.ec ] [ https://orcid.org/0000-0003-1447-3346 ]
Lorenzo Figueredo Sánchez. Licenciado en Educación Español y Literatura. Especialista en Educación
Posgraduada. Profesor contratado. Universidad Técnica Estatal de Quevedo. Ecuador. [ lorenzofgd@gmail.com ] [ https://orcid.org/0000-0001-9952-1460 ]
Resumen
La migración en un país
debe ser tratada con máxima atención por los gobiernos en lo concerniente a la
planificación del desarrollo y actuación de los agentes económicos en la vida financiera.
De ahí que, la finalidad principal de este trabajo es analizar el impacto de la
migración ecuatoriana en la economía, en aquellas actividades relacionadas con
la generación de bienes y servicios. La migración tiene como principales
destinos Estados Unidos, España e Italia. Después del año 2000, este flujo presentó
auges. En Ecuador, el sector informal ha presentado constante crecimiento en
los últimos años, mientras que la economía formal está estancada. Además, los
últimos estudios aplicados en el país confirman que hay importantes flujos
entre el sector informal y la emigración. Se concluye que la migración va más
allá del cambio de sujeto (migrante y sus familias) hasta convertirse en un
fenómeno global, que presenta varios escenarios en los países de origen y de
destino. En el caso de Ecuador, la emigración ha sido fuerte y desde hace 50
años aporta a la economía nacional por dos vías: la cuantitativa (ingreso de
divisas a la balanza de pagos), y la cualitativa (flujo de mano de obra que
disminuye la presión sobre el empleo).
Palabras clave: impacto
económico; ingreso de divisas; migración; remesas
Abstract
La emigración de
ecuatorianos a países como España, Italia, Estados Unidos y, últimamente, a los
países de América Latina, ha tenido un gran dinamismo en la última década. El
fenómeno, sin duda, ha sido objeto de análisis y discusiones en múltiples
foros. En estos se han presentado posturas de temor, incertidumbre y
resentimiento en el ámbito económico, social y político. Asimismo, existen
posturas de optimismo que comienzan a delinearse teniendo en cuenta los
beneficios que podrían desarrollarse a partir de los flujos migratorios
(Waters, 2024).
El dinero que entra
a la economía por las remesas representa un aliciente para los ecuatorianos y
para el propio mercado interno, precisa Vargas Villamizar (2024). Las remesas,
que hasta agosto de 2023 sumaban millones de dólares, se han convertido en una
importante fuente de divisas para Ecuador. Así, la importancia económica de las
remesas se puede dividir en tres grandes efectos económicos, los cuales se
detallan a continuación:
1-
Por un lado, las
remesas tienen un impacto real a corto plazo, ya que aumentan el ingreso neto
de las familias receptoras, incrementando de esta manera su capacidad
adquisitiva y generando ingresos para diversas actividades económicas, es
decir, contribuye al importante componente del PIB que es el consumo.
2-
Las remesas
externas que ingresan a un país generan un impacto económico positivo directo
producto de las transacciones realizadas con dichas remesas. A nivel global, se
detalla que entre 2010 y 2014, las remesas familiares registraron un
crecimiento del 21,7% en términos de tasa promedio anual. Asimismo, en los
últimos doce meses anteriores a junio de 2015, estas sumaron unos USD $ 2.377
millones, cifra que representó un aumento del 5,8% en relación con igual
período del año precedente y correspondió al 2,4% del Producto Interno Bruto
(PIB) (Banco Central de Ecuador, 2015).
3- A nivel regional,
los países de América Latina y el Caribe experimentan el crecimiento de los ingresos
que provienen de las remesas como una de las fuentes más importantes de divisas
propias. Solo en 2015, la región recibe flujos por USD $ 68,3 mil millones, lo
que representa su punto más bajo desde la crisis financiera del 2008-2009
(Sotomayor et al., 2024).
El estudio de la
emigración en un país debe ser un tema de máxima atención para los
planificadores del desarrollo, en particular, en lo referente a la elaboración
de documentos que apoyen la toma de decisiones en el ámbito de la política
económica y, en general, la actuación de los agentes económicos en los grandes
ámbitos de la vida económica. A la macrocefalia del aparato productivo del
Ecuador en lo que respecta a las empresas o al ámbito gremial, tanto para la
producción como para los servicios, se debe sumar la emigración de la población
(Bucheli & López, 2021).
Esto que en sí
mismo sería un hecho relevante, pasa completamente desapercibido por los
estudios que se han realizado sobre la colonización del país, o acerca de la
relación entre la urbe y el campo, o, en definitiva, sobre los flujos
migratorios, ya sean forzados o de mayores o menores proporciones derivadas de
la búsqueda de un mejor estatus social. En el reducido número de trabajos
empíricos en la literatura disponible internacional se ha tratado de
cuantificar el impacto del flujo migratorio sobre la economía de una
determinada zona en el Ecuador, y el ingreso de la propia zona, o el ahorro
generado por el diferencial de divisas, aspectos que aún no se han profundizado
para el caso específico de Ecuador (Baque Cantos et al., 2022).
Los estudios
empíricos más relevantes son, quizás, los de desarrollo sectorial o bien
aquellos que revelan la existencia de una relación estrecha entre el volumen de
migrantes y el grado de ocupación en los mismos mercados de trabajo que
originan, indistintamente, crecimiento o recesión en la zona analizada (Tobar
& Solano, 2020). Este tipo de trabajo, en su mayoría, estudia por separado
el fenómeno de la emigración, analizando generalmente tan solo el impacto
económico sobre la zona de destino del flujo humano. Por lo demás, aquellos que
estudian la emigración y tratan de establecer una relación entre esta y la
evolución de las vías de vida o de la propia área despoblada son escasos
(Méndez & Gómez, 2022).
De ahí que la
finalidad principal de este trabajo es analizar el impacto de la migración
ecuatoriana en la economía, desde el proyecto productivo mencionado del
migrante, en aquellas actividades relacionadas con la generación de bienes y
servicios, hasta el reconocimiento, por parte de la economía de origen, de la
importancia del flujo de remesas que el emigrante envía a la familia. El
planteamiento de este tema ha respondido a un doble interés: por un lado, poner
en claro los aspectos que han motivado el fuerte proceso de emigración vivido por el país y los diferentes destinos que los
ecuatorianos han buscado fuera de su territorio. Por otro, el interés está
centrado en analizar cuál ha sido el despliegue de capital humano emigrado en
las actividades económicas del lugar en que los emigrantes supieron insertarse.
Desarrollo
En la década del noventa,
se dispone de un sinfín de textos y trabajos de esas características, en los
que el incremento de la fuga de cerebros, como se conoce a esta temática a
nivel mundial, era una de las preocupaciones esenciales dentro del tema
migratorio. En la actualidad, en cambio, hay que reconocer que a nivel de país
la temática ha sido prácticamente abandonada, como si estos problemas hubiesen
encontrado solución. En parte, la responsabilidad de la migración de la década
del noventa postulaba que era una solución a agravios u ocupaba los espacios
desiertos por el Estado, y en otra, revelaba las dificultades propias de la
identificación de este capital humano y de su vinculación a los sistemas de
política científica, tecnológica, educativa o productiva, juicio al cual puede
agregarse la ausencia de un espacio institucional específico, tanto como la
apreciación apresurada de que la migración del talento, más que un problema,
podía representar una fuente de soluciones para el propio país (Fernández et
al., 2018).
Desde hace más de
tres décadas, Ecuador ha experimentado un incremento significativo de
emigrantes. A lo largo de estos años, esta migración ha guardado importantes
dinámicas, en función de los destinos escogidos y de las condiciones
socioeconómicas del país. Analizar y pronosticar el impacto de esta migración
en la economía constituye uno de los principales objetivos perseguidos, que se
pretende abordar a través del presente trabajo. Los flujos migratorios de los
países de América Latina y el Caribe se caracterizan, en términos generales,
por su elevada concentración en unos pocos países de destino y diversidad en
los países de origen (Molina & Granda, 2016).
En el año 2017, 361
mil personas ecuatorianas vivieron y residieron en los Estados Unidos de
América (3% de la población total y el 19,5% de la población emigrante de
Ecuador), seguido de 298 mil en España (1,7% y el 16,2% del total emigrante), e
Italia 138 mil (1,2%, 7,5%). La migración ecuatoriana después del 2000 mostró
una alta concentración en el limbo internacional. Así, en el año 2007 la
cantidad de personas ecuatorianas errantes fue el 8,7% de la población total,
la que disminuyó en 1,4% para 2017. El proceso de innovación, diversificación
en destinos, profesionalización y adquisición de mayor capital social en los
extranjeros ecuatorianos se observa abruptamente en el año 2007, pero esta
sobre-innovación, luego del 2000, parece orientada a un perfil esencialmente
económico como se refleja, por ejemplo, en una más alta evolución de la
formalización en detrimento de derechos sociales adquiridos en el período (Alvarado
& Arévalo, 2020).
Antes del 2000, la
migración ecuatoriana no tenía un gran impacto económico o social. Hasta ese
año, se realizó la primera migración masiva producto de la crisis económica que
sufrió el país en 1999. A partir de ese momento, inició la migración económica
masiva de la población ecuatoriana. Se realizó una ola migratoria en la que las
remesas representan un aporte significativo para la economía y el grupo
familiar (Molina & Granda, 2016).
Tras la migración
derivada de la crisis bancaria del país, el modelo de migración comenzó a
cambiar. El contexto regional igualmente mudó a uno donde la movilidad humana
fue un fenómeno constante. El desarrollo de tecnologías de la información
incrementó la capacidad de movilización, el desprestigio del Estado como
garante de un proyecto nacional y mercados laborales irregulares dinamizados
para cubrir un mercado de trabajo determinado. El fortalecimiento de factores
que alientan las emigraciones globales y un nuevo paradigma de control
fronterizo que favoreció las prácticas irregulares (Jara & López, 2015).
El éxodo masivo de
ecuatorianos con rumbo a España atrajo la atención del país y de varias
investigaciones que simplificaron la migración con diferentes perspectivas. Por
una parte, desde España, el camino continuó en África, luego continuó en
Ecuador hasta la región de ultramar y la historia habla de muchas de las
ciudades de Guayaquil, ambas con puntos significativos: el viaje de regreso a
España y el retorno a Ecuador. La partida de Ecuador se realizó a través de departamentos
fragmentados y representaciones metafóricas que simbolizaban cómo se presentaba
la migración, la Guayaquil paradisíaca y el campo como la residencia de las
personas. Independientemente de su ubicación sociopolítica en el escenario
económico, quienes llegaban al mar del viejo continente eran considerados
expatriados (Jiménez, 2009).
La evolución
migratoria de la diáspora ecuatoriana en el periodo 2000-2015 tuvo un pico en
2003. Sin embargo, se observa que después de descender hasta 2006, el número de
salidas vuelve a aumentar de manera constante hasta 2010 y, desde ese año,
repite el mismo patrón de descenso-aumento que se figuró entre 2003 y 2006,
hasta alcanzar los 90.352 emigrantes en 2015. Mientras que, en 2016, el número
de inmigrantes ecuatorianos fue de 63.495. Es pertinente observar que la tasa
media de crecimiento migrante en el periodo 2003-2007 casi alcanzó el 13% y,
desde ese año hasta 2011, disminuyó a 5.4% (Germán et al., 2017).
Luego, el crecimiento
anual vuelve a elevarse significativamente hasta 2012, alcanzando 11,8% para
posteriormente, mantenerse constante en un 7,7%, descendiendo a apenas 3% hasta
2015. España y Estados Unidos, como se mencionó anteriormente, son los principales
destinos de la migración internacional de los ecuatorianos. Siendo así que, de
100 emigrantes en el exterior, 81 prefirieron radicarse en estos dos países en
2003, y si se considera al total de extranjeros que decidieron instalarse en
Estados Unidos de América (USA), un 31,2% de ellos son de origen ecuatoriano
(Waters, 2024).
De modo que no es
sorpresa que España y USA sean también los principales destinos de la migración
registrada por los consulados ecuatorianos en 2016, con 91.573 y 25.230
ciudadanos, respectivamente. Así, con este indicador, se puede evaluar el
efecto que las crisis financieras internacionales tuvieron en la migración
ecuatoriana. En el caso de España, la tasa de crecimiento migratorio descendió
a principio de la crisis financiera que afronta la Unión Europea (UE) a inicios
de 2008 con valores negativos, y regresa a la senda de crecimiento positivo en
2014, alcanzando un ritmo mayor en 2017, lo que indica una recuperación
económica en la península. En cambio, en USA se puede observar una tendencia
contracíclica de la migración, ya que la tasa de crecimiento disminuye con la
recesión internacional en un menor ritmo en comparación con el crecimiento
registrado en los años previos, pero se incrementa a partir de 2014 (Germán et
al., 2017).
En este siglo, la
migración ha sido y continúa siendo un fenómeno globalizado con significativos
impactos positivos y negativos en los países de origen y destino de los
movimientos migratorios. Los efectos de la migración no son uniformes y rara
vez es posible afirmar que son positivos o negativos. Es importante que, para
cada país, cada situación y cada momento histórico se valoren los efectos para,
en su caso, plantear estrategias que potencien los primeros y minimicen los
segundos. La disponibilidad de estadísticas confiables suele ser un problema y
las estimaciones resultan, con frecuencia, escasas e inexactas. Esto vale para
el caso de los movimientos migratorios en general, y mucho más para los
migrantes de retorno, que resultan más difíciles de identificar y sobre los que
resulta complicado medir sus efectos (Bull & Rosales, 2020).
Ecuador no ha sido
ajeno a ese movimiento de personas y, en especial, ha exportado fuerza de
trabajo desde muy temprano. Conviven actualmente tres oleadas migratorias: la
de los años 80, que tiene como escenario principal España e Italia; la de los
años 90 del siglo XX con el protagonismo de Estados Unidos, entre otros países;
y desde el año 2000, el Estado español, Estados Unidos y otros países, variando
la mayor o menor proporción de migrantes hacia cada destino dependiendo del
ciclo de empleo de cada país y su fluidez de fronteras a la entrada de
migrantes económicos.
Últimamente, han
tomado notoriedad importantes colectivos de migrantes procedentes de países del
Magreb, del África subsahariana y de Siria y, en menor medida, de la Europa del
Este que, alcanzando de manera irregular, utilizan España como país de tránsito
principal y destino final. Algunos de ellos se desplazan a otros países de la
Unión Europea. España es puerta de entrada principal por motivos geográficos,
ya que es el paso natural para la inmigración irregular norteafricana debido a
su proximidad al continente (Baque Cantos et al., 2022).
De acuerdo con el
Banco Central del Ecuador (BCE), las remesas siempre han tenido un crecimiento
positivo, pero viene reduciéndose desde el 2016 por la recuperación del mercado
laboral en EEUU. Aun con este descenso, siguen siendo un componente importante
de financiamiento y combustible para el consumo en los hogares. Según datos del
BCE, la contribución de las remesas al PIB fue de un 1,0% en el año 2016, pero
se redujo un 0,1% en los años siguientes hasta el 2019 (Sotomayor et al., 2024).
Se puede notar que
la contribución de las remesas siempre se mantiene positiva. Sin embargo,
mientras el PIB va generando su propio crecimiento, las remesas vienen
perdiendo relatividad al no crecer a la misma velocidad. Es decir, con un PIB
que crece a un mayor ritmo, las remesas van perdiendo participación dentro del
PIB, por lo tanto, su contribución se reduce. Con cifras hasta 2019, las
remesas contribuyeron a un 0,8% del PIB, invirtiendo la reducción presentada en
los periodos anteriores, logrando participar de manera positiva en la
reactivación de la economía, mostrando un crecimiento del 8 % y aportando con
$3.463 millones (USD) (Sotomayor et al., 2019).
Según el BCE, las
remesas juegan un papel importante de financiamiento interno, permitiendo incrementar
el ritmo de actividad económica, del consumo, inversión (que se da sobre todo
en construcción) y de la dolarización del portafolio de inversiones, ya que
crea una tendencia de cambio que reactiva la actividad productiva igual que los
recursos generados por fluctuaciones o diferenciales de tasa de interés, pero
se desvinculan de la actividad productiva aperturizando el mercado financiero.
Por lo tanto, es importante cumplir con las políticas que garanticen
indicadores como inflación,
encaje, liquidez y reservas óptimas (Bucheli & López, 2021).
En la actualidad,
el gobierno ecuatoriano, a través de la Cancillería, implementa, entre otros,
los siguientes programas para beneficiar a los compatriotas en el exterior: Programa
de 12 programas temporales de Empleo y Fortalecimiento Empresarial (PETE); Registro
nacional de Información y Documentación a migrantes #Ecuadordigital; Programa
de becas a migrantes en zonas de frontera de Ecuador; Programa Si sé empleo -
inclusión laboral; Programa Juventud incluyente e igualitaria (JIM); Programas
de apoyo directo y por demanda.
Los programas de
apoyo a migrantes que ofrece la Cancillería están enfocados en realizar acciones
a favor de los migrantes ecuatorianos que se encuentran de forma regular en el
exterior, en situaciones consideradas vulnerables o de crisis; y aquellos que
tienen interés de visitar, residir o regresar al Ecuador. Además, la sede
diplomática o consular correspondiente a su país de residencia podrá ofrecerles
un apoyo económico esporádico y de emergencia contemplado dentro del
presupuesto operativo anual, por un monto de hasta USD $ 100,00 (cien dólares).
Asimismo, se les prestarán servicios consulares ordinarios conforme al
tarifario general de consulares. Por lo tanto, es importante el diálogo y la
articulación del Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana con las
autoridades nacionales, gobiernos autónomos descentralizados, sociales,
sectoriales del ICT y otras instancias que trabajen con migrantes, así como con
el sector empresarial que busque servicios, programas de cooperación y negocios
(Herrera, 2022).
En su informe,
Herrera (2022) realiza una propuesta para analizar el impacto de la migración
en el marco del desarrollo sostenible, proponiendo la utilización del marco
lógico, construido sobre cinco pilares: los desencadenantes de la migración
(factores de expulsión, de atracción e indiferentes); los efectos de la
migración (deseables, indeseables e incontrolables); las cajas negras que convierten a los efectos indeseables y/o
incontrolables en deseados y/o controlables (instrumentos públicos en combinación
con los privados); los factores externos e internos que afectan a las cajas negras (con los
correspondientes subsistemas ligados a los variados aspectos del desarrollo) y,
finalmente, el logro de sorpresas inesperadas (las reflexiones que deben obrar
como apoyo en el proceso de mediación dialéctica).
Esta propuesta
conceptual tiene como propósito proporcionar un esquema para analizar la
compleja relación entre la migración y el desarrollo, a partir de una
concepción del desarrollo humano, sostenible y equitativo, es decir, para
tratar de identificar suficientes presunciones (y nunca certezas) acerca de
cuándo y en qué condiciones contribuye la migración a estos fines. El marco
lógico lo es no solo en cuanto a su aportación al juicio previo a la
elaboración de cualquier proyecto, sino a la reflexión rigurosa sobre las
políticas públicas en el marco del desarrollo geográfico y culturalmente
diferenciado. Lo que se explica en este trabajo es la voluntad de proporcionar
un apoyo al juicio complejo y plural sobre la migración y su incidencia en el
progreso humano, social y económico (Villamarín et al., 2024).
Las políticas
migratorias deben tener una integración internacional orientada por valores
regionales y nacionales, entendiendo la movilidad laboral como beneficiosa
tanto para el país de origen como para el de destino. Resulta evidente que las
políticas restrictivas tienen como consecuencia principal la migración ilegal y
no deseada. Estudios muy punitivos han mostrado ser ineficaces en el control de
los volúmenes migratorios. Es necesario priorizar políticas y acuerdos con los
países de origen, siguiendo el principio de precaución acumulativa. Esto
significa que los acuerdos óptimos alcanzados son un potencial para aumentar
los movimientos concertados y así ordenar y facilitar la movilidad laboral. Sin
embargo, esto supondría la aplicación de una serie de costes conforme aumenten
los acuerdos laborales internacionales.
Las políticas
migratorias deben ofrecer opciones domésticas genuinas para coordinar la
migración y seleccionar a los trabajadores calificados. La asignación de los
trabajadores calificados, las remesas cualificadas, y su correlación con el
nivel de fuga de cerebros, son un interesante pero polémico instrumento de
política migratoria para incentivar el retorno de profesionales. Sin embargo,
es importante tener en cuenta que el concepto de capital humano es en realidad
muy amplio y va más allá de los conocimientos y habilidades, abarcando también
la vida y las experiencias cotidianas de las personas. Es necesario contar con
evidencia de sus prácticas de participación social en el lugar de acogida.
Los hallazgos
indican que la migración nacional es un factor que afecta las remesas. Se
observa que el cambio en las remesas se ve más afectado por el aumento en los
hogares que solicitan remesas y la disminución en los hogares que las reciben,
lo que significa que los deudores solicitan mayores montos de remesas. En esta
categoría, se destaca que cada cambio en sus dimensiones conlleva a un mayor porcentaje
de logros económicos con eficiencia y eficacia.
Además, el PIB
tiene una incidencia favorable por parte de las remesas, ya que a medida que
aumenta la cantidad de migrantes en el país, el grado de intercambio financiero
también aumenta. Sin embargo, este hecho solo mejora de manera interanual, debido
a que, al comparar los PIB de dos periodos, no varía en un tercio. Por otro
lado, al analizar el efecto de migrar al exterior en la formación de las
remesas, se obtuvo como resultado que sí hay una conclusión directa entre esta
variable y un incremento en el PIB real. En esta investigación, se ha puesto de
manifiesto que las variables macroeconómicas y sus impactos conjuntos pueden
ocurrir debido a gestiones positivas o negativas, ya que estas son el PIB -
Migrante, créditos, monetario y tasas de interés en el Sector agropecuario y
pecuario en estos últimos 25 años, los cuales poco a poco se han desplazado por
la estructura que tiene Ecuador.
El sector informal
de Ecuador ha presentado constante crecimiento en los últimos años, mientras
que la economía formal está estancada. Además, los últimos estudios aplicados
en el país confirman que hay importantes flujos entre el sector informal y la
emigración. De tal modo que la hipótesis planteada es que hay una externalidad
positiva sobre el sector informal por su vínculo con el mercado internacional de
trabajo y demás elementos del capital social de los migrantes.
Se deberá seguir
investigando sobre el tema, debido a la tendencia creciente, y se argumenta que
hay importantes aspectos de preocupación en torno a este que hacen pertinente
atenderlo con esfuerzos investigativos desde un enfoque más profundo, ello, en
función de que la movilidad laboral transnacional se ha vuelto una estrategia
para los hogares, más allá de ser ya una característica propia del mercado
laboral.
Es decir, fue a
partir de la crisis de la década de los 90 que esto ocurrió, revelando que la
migración (y especialmente la de los más vulnerables en términos de acción
colectiva) tiene un sesgo permanente hacia los mercados de trabajo con valores
de ingresos superiores a los del mercado doméstico. Por lo anterior, puede
afirmarse que la migración puede ser un buen reemplazo o complemento, pero es
un mal sustituto a viajar y asistir. La emigración ya no es entonces el
resultado natural del funcionamiento del mercado laboral, sino un factor con el
que este debe convivir, al menos en el corto y mediano plazo.
La migración, más
allá del cambio de sujeto (migrante y sus familias) hasta convertirse en un
fenómeno global, presenta varios escenarios en los países de origen y de destino.
En el caso de Ecuador, la emigración ha sido fuerte y desde hace 50 años aporta
a la economía nacional por dos vías, la cuantitativa (ingreso de divisas a la
balanza de pagos) y la cualitativa (flujo de mano de obra que disminuye la
presión sobre el empleo y contribuye a la reducción de las tensiones
inflacionarias en el mercado de trabajo); la revisión bibliográfica da cuenta
de estas vías como la dimensión de la migración y el análisis de otras
variables económicas en la relación migración – comercio internacional.
El análisis de
impacto de la migración internacional plantea un análisis comparativo entre dos
posibles escenarios: si existe migración internacional y si no existiese
migración internacional. La diferencia entre los flujos de inversión directa,
exportaciones e importaciones de bienes y servicios y remesas, dan a conocer el
impacto que generaría la emigración sobre las variables. Por otro lado, es
imprescindible que el Estado ecuatoriano, a través del gobierno, se generen y
establezcan políticas migratorias que salvaguarden la mano de obra cualificada,
misma que es necesaria para contribuir al desarrollo en función de su
preparación académica y experiencia laboral en diferentes campos de la
producción.
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