Recibido: 14/octubre/2024      Aceptado: 17/enero/2025

 

El socialismo y el hombre en Cuba: un enfoque pedagógico sobre valores y conciencia económica (Revisión)

Socialism and man in Cuba: a pedagogical approach to values and economic awareness (Revisión)

 

Ismany Ávila Balboa. Licenciado en Educación en Marxismo Leninismo e Historia. Máster en Ciencias. Profesor Asistente. Facultad del Partido Comunista de Cuba Desembarco del Granma. Bayamo. Cuba. [ ismanyab94@gmail.com ]  [ https://orcid.org/0000-0001-7535-2412 ]

 

Rafael Izaguirre Remón. Licenciado en Marxismo Leninismo. Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular. Investigador Titular. Universidad de Granma. Manzanillo. Cuba. 

[ rizaguirrer@udg.co.cu ]        [ https://orcid.org/0000-0001-6285-3374 ]

 

Tania María Almarales Jacas. Licenciada en Marxismo Leninismo. Doctor en Ciencias de la Educación. Profesora Auxiliar. Universidad del Partido “Ñico López”. Facultad Desembarco del Granma. Bayamo. Cuba.      [ taniamariaalmaralesjacas@gmail.com ]

[ https://orcid.org/0000-0001-6295-3374 ]

 

Resumen

Se caracterizan los fundamentos epistemológicos de la visión de Ernesto Che Guevara sobre la relación entre educación-economía-construcción de la nueva sociedad, como un tema novedoso y poco explorado por la ciencia, que explica desde las claves de la educación y la participación ciudadana las características del proceso de construcción de la nueva sociedad como síntesis de transformaciones materiales y espirituales que interesan a mecanismos económicos y político-ideológicos. Se argumenta su valor desde la reflexión pedagógica sobre el fortalecimiento de la conciencia económica como resultado de la educabilidad del sujeto social, que expresa en el presente una necesidad del proceso de actualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista. El texto de Guevara, que funciona como un programa para la comprensión del papel de los recursos humanos en la transición socialista, revela su actualidad para comprender las dinámicas de la formación integral de los recursos humanos que mueven la producción, los servicios y la vida sociopolítica de Cuba en los momentos presentes.

Palabras clave: pensamiento guevariano; conciencia económica; actualización del modelo; proceso pedagógico

 

 

Abstract

The epistemological foundations of Ernesto Che Guevara's vision on the relation between education-economy-construction of the new society are characterized, as a new topic, little explored by science, which explains, from the grounds of education and civic participation, the characteristics of the process of construction of the new society, as a synthesis of material and spiritual transformations that interest economic, politic and ideological mechanisms. Its value is explained from pedagogic reflections about the strengthening of economic awareness as a result of the educability of the social subject, which is a present expression of a need of the process intended to update the Economic and Social Cuban Model of socialist development.  Guevara's text, that works like a program to understand the role of the human resources in socialist transition, reveals its present potential to understand the dynamics of the integrated training of   human resources that move production, services and the social and political life of Cuba at present.  

Keywords: Guevara´s thought; economic awareness; updating the model; pedagogic process

Introducción

Los problemas de la relación entre educación-economía-construcción de la nueva sociedad tradicionalmente han sido enfocados desde la política, en función de su papel en la formación del hombre nuevo; sin embargo, la esencia pedagógica de su contenido no se determina como un proceso distintivo de importancia en relación con la consolidación de la conciencia económica de la nueva sociedad en formación y tránsito. En consecuencia, se confirma el sentido formativo que tiene el proceso pedagógico que el Che proyecta en su papel de teórico desde la práctica, que hizo de la Revolución cubana un escenario de creación heroica, para favorecer la construcción de su gran legado teórico en materia del pensamiento sociopolítico revolucionario.

Parte interesante de este legado es que el Che supo ser siempre no solo un pensador marxista, sino también un crítico de la propia teoría que profesó. Se ha señalado que:

Es sabido que Ernesto ya había leído obras de Marx, Engels y Lenin y tenía un conocimiento más establecido sobre lo que se ha denominado marxismo; además, una vocación teórica y el convencimiento de al menos tres necesidades: 1) la de estudiar profundamente la producción teórica de los marxistas clásicos y la posterior a ellos; 2) la de dejar por escrito sus consideraciones, ideas y experiencias que iban tomando forma a medida del avance revolucionario; 3) la de someter a la crítica pública ideas y puntos de vista semejantes y contrarios sobre la transición socialista, en debates sustentados en el mayor respeto hacia el otro. En un contexto sumamente creador, Che Guevara se dio a la tarea de escribir. (López, 2015, pp. 99-100)

Interesa el análisis de sus tesis sobre el papel del hombre en el proceso revolucionario, como expresión de la actividad y papel de las masas y de la conducción de un liderazgo capaz de movilizar para emprender el curso práctico de la construcción de una nueva sociedad, de la cual el Che fue actor destacado por derecho de creación. En este contexto, analizar la dimensión pedagógica de la relación entre educación-economía-construcción de la nueva sociedad se establece como propósito de este artículo.

El desarrollo del proceso indagativo se apoya en el análisis de su obra El socialismo y el hombre en Cuba (Guevara, 1987) para precisar la firmeza de su pensamiento en la Revolución cubana, no solo en el orden teórico, sino en las urgencias y necesidades del perfeccionamiento del proyecto económico y social cubano.

Desarrollo

Todo estudio que refiera las aportaciones de la participación del Che en la labor de liberación nacional en Cuba recorre un espacio común de conocimientos y actividad transformadora, razón por la cual se hará énfasis en un aspecto que se considera de valor en los contextos del actual debate ideológico: la permanencia del mensaje guevarista sobre los movimientos de participación, que constituye el proceso de modelación de los valores e ideales que forman al hombre comprometido con la Revolución.

Se toma como centro para la reflexión sus respuestas al cuestionario que le hiciera llegar el periodista Carlos Quijano, del semanario Marcha de Montevideo; y que ha llegado hasta nosotros como un clásico de la literatura de la Revolución: El socialismo y el hombre en Cuba, cuyo estilo sintético de tesis con agudeza de pensamiento y energía dialéctica en los razonamientos, lo convierten en programa de acción político-ideológico para la inserción creadora del hombre como masa y como individuo en el proceso revolucionario y su consiguiente educación en todos los órdenes.

Este es precisamente el primer legado de la obra del Che, que le confiere actualidad a su pensamiento: sigue presente en la lucha de los pueblos del mundo explotado, desde la resistencia bolivariana, hasta el renacer del socialismo del siglo XXI. En relación con esta obra, Martínez (2018), ha señalado que:

El socialismo y el hombre en Cuba es una obra fundamental del pensamiento revolucionario del siglo XX […]. La publicación de este ensayo fue, a la vez, el cierre de una etapa y la apertura de otra en la obra y la vida del Che. Es el texto de mayor alcance dentro de la contienda intelectual que libró durante toda su vida política, y el ápice de su batalla a favor de las ideas más revolucionarias dentro de la Revolución, que protagonizó junto a Fidel entre 1959 y 1965 […]. En la nueva etapa trataría de ampliar el campo revolucionario en el mundo con el arma en la mano —el único texto que publicó, año y medio después, fue el Mensaje a los pueblos del mundo desde la Tricontinental—, y de hacer aportes a nuevos desarrollos del pensamiento revolucionario. (p. 924)

En la obra de referencia hay dos partes de gran significación: el análisis del proceso histórico que condujo al triunfo de la Revolución en Cuba y el planteamiento teórico de que las características de la transformación promueven la obra revolucionaria. En ambas partes hay una evidente intención pedagógica de educar en el sentido formativo de la Revolución.

Sobre la vinculación del Che con la educación, vale la pena recordar que uno de los primeros reconocimientos que recibió fue el grado de Doctor Honoris Causa en Pedagogía que le confirió la Universidad Central “Martha Abreu” de Las Villas, en 1959, al pronosticar que su obra política por venir sería un legado de instrucción, formación, educación y desarrollo del hombre nuevo que necesita la obra revolucionaria. Sería esta la ocasión en que el Che solicitara a la universidad, a la Educación Superior, “pintarse de negro, de mulato” (Guevara, 1959, p. 3), para democratizar el acceso y formar las nuevas fuerzas productivas que necesitaría la economía socialista.

Desde las claves epistémicas de la Pedagogía como ciencia, en la obra del Che que se analiza hay un enfoque de la instrucción como proceso permanente de formación que precisa la nueva sociedad, sobre su propio origen y sobre sus proyectos futuros; de la educación popular como condición necesaria para crear el hombre nuevo, un sujeto social productivo, dotado de herramientas desde la ciencia y la tecnología, que exprese el carácter nuevo de las relaciones sociales, y una reclamación constante a la unidad entre el desarrollo económico y la nueva conciencia social, que en el plano económico alcanza una base consciente de nuevo signo ya que el socialismo no puede ser solo un proceso económico, sino también un cambio de conciencia.

Cuando ejecuta el análisis histórico del proceso conducente al triunfo de 1959, el Che apunta hacia la idea de la unidad como premisa y condición de la Revolución, urgida de la participación protagónica del hombre como individuo para su propia transformación; aspectos en los cuales advertía el Che, la presencia de una ardua disputa y una aguda lucha contra el pasado, que sobrevive en la conciencia de los hombres, de sus necesidades y aspiraciones insatisfechas en la propia obra social.

Esta idea estratégica de la unidad -que ha constituido una verdadera necesidad histórica en Cuba- es ineludible a la visión de la relación entre dirigente y masa que ofrece el Che en esta obra, la cual se considera mediada por el papel de las organizaciones revolucionarias y del propio Estado, cuyos errores, advierte con sabia reflexión, siempre repercuten en la disminución del entusiasmo, la pérdida del poder de convocatoria y de la propia credibilidad de la idea y el proyecto social.

Esta idea del Che cobra actualidad, por los desafíos y conflictos que supone hoy defender esa tesis revolucionaria necesariamente renovada en un pueblo más politizado y propenso a opinar con fundamentos y razones sobre varios ámbitos de la vida económica y social de la nación, entre ellas: las dinámicas económicas de los actores productivos, el papel de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MIPYMES), el descontrol con los precios y la inflación, los efectos de la Tarea Ordenamiento, los cambios de la estructura socioclasista y el aumento de desigualdades sociales, la participación ciudadana activa en el poder a través de los mecanismos de gobernabilidad del Poder Popular como expresión de la democracia participativa que promueve la Revolución y el proyecto socialista cubano.

Estos elementos, cuyos antecedentes fueron analizados por el Che, habían sido controlados gracias a la conducción histórica de Fidel y a su innegable capacidad política, la unidad en torno a la idea y el proyecto, diseñada como voluntad política del pueblo, asociada a la supervivencia de la Patria, eludiendo complejidades externas e internas, pero que no deja de ser un tema de urgencia la reflexión en torno a sus problemáticas esenciales, tal y como convocó el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (2022), como se expone en sus documentos programáticos y en toda la política aprobada para actualizar el modelo, desde la economía a toda la estructura sociopolítica de la nación.

En relación con esta idea, resulta de valor por su contenido pedagógico, el papel del ejemplo como agente socializador para educar a las masas. Desde esta lógica, siempre, en Cuba, funcionará la auténtica fórmula del Che:

Así vamos marchando. A la cabeza de la inmensa columna -no nos avergüenza ni nos intimida decirlo- va Fidel, después, los mejores cuadros del Partido, e inmediatamente, tan cerca que se siente su enorme fuerza, va el pueblo en su conjunto; sólida armazón de individualidades que caminan hacia un fin común; individuos que han alcanzado la conciencia de lo que es necesario hacer; hombres que luchan por salir del reino de la necesidad y entrar al de la libertad. (Guevara, 1987, p. 8)

Por otra parte, el planteamiento teórico de la transformación que desde lo personal hasta lo social promueve la obra revolucionaria–como fruto de una auténtica educación popular-, se asume al valorar la teoría marxista de la relación dialéctica entre masa-personalidad-líder en la historia, para significar la capacidad histórica del liderazgo revolucionario cubano de constituirse en representante genuino de las aspiraciones y necesidades del pueblo, lo que recuerda el contenido de las tesis de Marx y Engels (1983) sobre Feuerbach.

Resulta altamente valioso sobre esta relación el siguiente fragmento, que ilustra el sentido de la comunicación revolucionaria como eje de la vinculación estrecha del Partido, de Fidel y de Raúl con las masas:

Maestro en ello es Fidel, cuyo particular modo de integración con el pueblo solo puede apreciarse viéndolo actuar. En las grandes concentraciones públicas se observa algo así como el diálogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor. Fidel y la masa comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el clímax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de lucha y victoria. (Guevara, 1987, p. 5)

Es justamente en este orden que se inscribe el papel del directivo, del dirigente, del decisor, como eje de la construcción social y la conducción de su proceso consciente. El cuadro, caracterizado por el Che como columna vertebral de la Revolución sigue siendo clave para llevar a cabo la actualización del modelo, lo cual solo se garantizará desde la ética de la dirección, la política de principios y la verticalidad en el compromiso social, aplicado como una herramienta pedagógica que favorece educar en los valores de la nueva sociedad a la masa revolucionaria (Guevara, 1962).

Sobre el particular, Pérez y Morejón (2022) han señalado que:

En ese bregar, dignifica el quehacer de los cuadros como columna vertebral de la Revolución, desde el prisma del papel que estos deben desempeñar como conductores de la vanguardia que va desbrozando el camino y a la cual, cada vez con más entusiasmo, se sumaba el pueblo. No es posible ahora ampliar sobre sus notables consideraciones acerca de la relación estrecha, sin fisuras, que tiene que existir entre vanguardia y pueblo, en tanto a la primera le corresponde ver más allá, impulsando a los más rezagados, pero no puede desconectarse, es decir separarse en el ritmo y la velocidad de sus acciones, de los grandes conglomerados humanos que le dan vida. (p. 3)

Si se toma en cuenta –siguiendo la idea del Che- el carácter no hecho y la cualidad de producto no terminado que posee el hombre, como actor en la construcción del socialismo, en su doble condición de ser único y miembro de la comunidad, se abren desafíos y conflictos que caracterizan a la Cuba de hoy, los cuales se mueven entre el desaire de la subjetividad humana en la toma de decisiones o el respeto a la individualidad y la influencia de la combinación de modelos económicos sobre la conciencia de productor.

Comprender que este desafío es una urgencia para garantizar la resistencia de la Revolución y su carácter irreversible, como lo ha reclamado Castro (2005),[1] parte de reconocer una realidad subsumida en las tesis que maneja el Che en la obra que se analiza: con el advenimiento del socialismo se inicia la destrucción de las bases objetivas de la enajenación, pero esta no desaparece de forma total y completa; merodea como un fantasma la conciencia de los hombres, vestida con nuevos ropajes, pero con idéntica capacidad de restringir la esencia humana, peligro que Marx señalaba como su mayor riesgo potencial.

Esos efectos de la enajenación tienen diversas formas de expresión en la actividad humana en la sociedad, previsoramente diagnosticada por el Che, que supo apreciar tempranamente los riesgos de construir un socialismo permeado de consumismo y alejado de la espiritualidad del hombre, con efectos adversos en el organismo económico, político y social como sublimaciones de la enajenación. Sobre esta idea, vale recordar el planteamiento del Che:

Claro que hay peligros presentes en las actuales circunstancias. No solo el del dogmatismo, no solo el de congelar las relaciones con las masas en medio de la gran tarea; también existe el peligro de las debilidades en que se puede caer. Si un hombre piensa que, para dedicar su vida entera a la Revolución, no puede distraer su mente por la preocupación de que a un hijo le falte determinado producto, que los zapatos de los niños estén rotos, que su familia carezca de determinado bien necesario, bajo este razonamiento deja infiltrarse los gérmenes de la futura corrupción. (Guevara, 1987, p. 5)

La solución de estos problemas y el acotamiento de los riesgos que entraña radican en la educación social y en la autoeducación de la personalidad, planteada por el Che como reguladora de su proyecto de modelación del hombre nuevo, influida por el papel de los estímulos y el reconocimiento de las necesidades para impulsar el proceso de desarrollo de la conciencia, lo que constituye un aspecto clave de la obra que ocupa. En ella se encuentra un área de conflictividad actual, relacionada de forma directa con las fuentes del trabajo político ideológico que debe encargarse de la búsqueda de formas creadoras de estímulos y compromiso que pulsen –desde la identidad y la autoctonía- la capacidad de entrega de cada cubano ante la sociedad en construcción.

Las circunstancias para encausar el cumplimiento de la exigencia guevarista de:

Acentuar la participación consciente, individual y colectiva, en todos los mecanismos de dirección y producción y ligarla a la idea de la educación técnica e ideológica, para lograr la total conciencia de su ser social, y su realización plena como criatura humana, rompiendo las cadenas de la enajenación, para reapropiarse de su naturaleza y su condición humana. (Guevara, 1987, p. 5)

Han sido difíciles y hoy lo son más que nunca, cuando la agresividad del imperio se afirma sobre el carácter fascista de su poder y la necesidad de garantizar la resistencia e irreversibilidad de la Revolución cubana deviene única fórmula de supervivencia del proyecto social.

Lo anterior supone que los cubanos actúen, en consecuencia, con el pensamiento del Che al delinear la relación entre socialismo y hombre en la Revolución, para garantizar la solución a los problemas del desarrollo económico y la superación definitiva de la crisis de reinserción de nuestra economía socialista, revisando fórmulas y conceptos, pero manteniendo los principios que hacen exclusivo el experimento social de Cuba, como sentenció Castro (2007).[2] Sobre el particular, es importante revisar la presencia, en el modelo económico, de un pensamiento marxista cubano que rescata las esencias de la conciencia económica y las aplica a la solución de los problemas del desarrollo.

Remontar los años de crisis económica que se avizoran en el contexto social cubano, mostrando el rostro de desigualdades en la isla y su resultado en la crisis de valores que se viene planteando desde el denominado Período Especial, con la emergencia de fenómenos negativos y controversiales de carácter circunstanciales, se necesita de la consolidación del carácter verdaderamente participativo de la democracia socialista en Cuba, como base para la conservación de la independencia y la soberanía nacional. Esta cuestión, de importancia vital para la Revolución cubana, hoy no puede ser completada sin acudir al legado del Che y potenciar al hombre que protagoniza todo el proceso.

La lucha contra lo que Che llamaba aparente estandarización del hombre en el socialismo sigue siendo hoy una necesidad para el perfeccionamiento del sistema social en todos los órdenes, desde la plena realización de la propiedad social en términos económicos de beneficio para el usufructuario/propietario, el perfeccionamiento empresarial, la lucha por la productividad del trabajo, la eficiencia y la calidad como respeto al pueblo en la producción y los servicios; hasta la renovación de fórmulas que hagan de la participación en la gestión económica, política y social un ejercicio de libertad, la democracia y no un acto formal que hace ineficaz y alejado de sus esencias populares algunos procesos políticos.

Necesitados de solidaridad y altruismo, en estos tiempos se tiene el mandato de salvar la cultura autóctona de la Revolución, que se inscribe por derecho propio en la cubanía, por encima de dogmatismos y esquemas improductivos. El Che dio a su pensamiento sociopolítico, al decir de Raúl Roa en la entrevista con Castellanos (1989), la capacidad de aplicar lozanía tonificante a las ideas del marxismo leninismo (p. 4); prueba de ello son sus razonamientos económicos sobre la naturaleza del trabajo y su papel social en la transición de la sociedad capitalista al socialismo y el papel de la ley del valor con sus significados para la aprobación de la actividad productiva del hombre.

Esta es otra de las urgencias que demanda el estudio sistemático y serio del legado guevarista a la luz de la realidad actual que vive la nación cubana, ante la cual el Che profetizaba en su obra que el ejemplo del revolucionario que forja su carácter día a día es el principal freno de la corrupción personal y social. Refiere al respecto:

En nuestro caso, hemos mantenido que nuestros hijos deben tener y carecer de lo que tienen y de lo que carecen los hijos del hombre común; y nuestra familia debe comprenderlo y luchar por ello. La Revolución se hace a través del hombre, pero el hombre tiene que forjar día a día su espíritu revolucionario. (Guevara, 1987, p. 5)

Los señalados por el Che como peligros presentes en las circunstancias en que concibió la obra que ocupa este análisis: el dogmatismo, el riesgo de congelar las relaciones con las masas en medio de la gran tarea y la corrupción, tienen variabilidad de expresión y dimensiones nuevas actualmente.

Cuando internet y el ciberespacio tributan en la misma realidad de ciencia y técnica del logro de una vacuna contra el SarsCov2 y la Covid 19, producida por científicos del frente biotecnológico-farmacéutico, resulta obligatorio referirse al papel que el Che concedió a la formación tecnológica y científica como pilar de la construcción de la nueva sociedad, lo cual sigue siendo hoy una urgencia para el desarrollo del país; necesitado de utilizar su potencial de inteligencia colectiva en función de la búsqueda de fórmulas activas para insertar a Cuba en el mundo competitivo de la globalización.

Responder a esta complejidad significa un desafío imperante para todo revolucionario que tiene en sus manos la responsabilidad de garantizar la transmisión de valores humanos asociados a la propia obra de ciencia, cualquiera que sea su campo, y que necesita, a su vez, una estimulación cada vez más realista para potenciar su función social, todo lo que expresa un enfoque pedagógico-formativo de los sujetos sociales implicados, sobre todo los jóvenes.

Evidentemente, la visión del Che sobre los mecanismos de modelación de la juventud en el proceso de educación del hombre nuevo insiste en el peso de la formación de sentimientos y la educación en el seno del colectivo como incitadores para el cambio de actitudes y conductas sociales que perfeccionen la personalidad y la ajustan a las necesidades del tránsito revolucionario al socialismo, lo que constituye un mandato, ya que por las mismas razones que los revolucionarios cubanos proclaman hoy el carácter emancipador de la crítica, se debe continuar la vía de consolidar el sentido y la esencia de lo nacional cubano ante un proceso de colonización cultural. Quizás sea este el legado mayor que dejara a los revolucionarios cubanos el Che: la constancia en la búsqueda de su ideal humano, que avizoró en las nociones de El socialismo y el hombre en Cuba, que construyó en su propia persona y esparció con su ejemplo para el futuro de la nación cubana, como prueba de una auténtica vocación pedagógica de forjador de un hombre nuevo.

En momentos en que Cuba enfrenta procesos cruciales como la actualización de su modelo económico, con desafíos que entraña el reordenamiento de la fuerza de trabajo bajo el imperativo de hacer eficiente, eficaz y efectiva la economía y ajustar el funcionamiento del país a las exigencias de un contexto internacional y nacional complejo; la referencia del legado teórico guevarista es de excepcional importancia para profundizar en la labor de re-construcción de la conciencia económica de los productores como parte de la profundización de la lucha ideológica desde los nuevos escenarios que impone la cambiante situación.

Debido a ello, el estudio del pensamiento del Che, sobre todo en torno a labor ideológica y la orientación ideo-política del hombre en el socialismo, se convierte en un elemento valioso para lograr mantener la autenticidad del socialismo cubano y garantizar la continuidad histórica de la Revolución, desde una profunda y sistemática gestión formativa, como un recurso pedagógico de primer orden.

Conclusiones

La obra El socialismo y el hombre en Cuba contextualiza en la Cuba del siglo XXI, la necesidad pedagógica de construir un socialismo por y para el hombre. Desde su enfoque integrador de contenidos económicos, políticos y sociales, el Che muestra con su obra un carácter pedagógico para el proceso de transición socialista, al abordar elementos de gran profundidad teórica desde una sistematización de experiencias en la praxis revolucionaria.

Un papel destacado, en el enfoque pedagógico de su obra, ocupa la unidad entre educación-economía-vida sociopolítica-protagonismo del hombre nuevo, comprendido como una síntesis de influencias formativas que garantizan valores, acción revolucionaria, dominio de la ciencia y la técnica, papel de la personalidad en la movilización y dirección del proceso social, confianza en la vanguardia y función de la juventud como fuerza motriz del futuro.

La actualidad de esta obra del Che refuerza la necesidad de la formación de valores para fortalecer la conciencia económica y la participación ciudadana en el desarrollo y control de los procesos de producción y reproducción socialista de la vida económica y social de la nación, aspecto que implica desplegar con mayor intencionalidad la educación popular.

Referencias bibliográficas

Castellanos, O. (1989). Formalmente informal. Ediciones Unión.

Castro, F. (2005, 15 de noviembre). Discurso en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Editora Política.

Castro F. (2007, 10 de julio). Autocrítica de Cuba. Granma. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2007/esp/f100707e.html

Guevara, E. (1959). Discurso en la Universidad Central de Las Villas Martha Abreu. Editora Política.

Guevara, E. (1962). El cuadro, columna vertebral de la Revolución. Editora Política.

Guevara, E. (1987). El socialismo y el hombre en Cuba. Editora Política.

López, D. L. (2015). Aproximación a El socialismo y el hombre en Cuba. Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina, 3(3), 97-107. https://www.redalyc.org/pdf/5523/552357188010.pdf  

Martínez, F. (2018). Pensar en tiempo de Revolución: antología esencial. Revista Entornos31(1), 289-306. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6937198

Marx, C., & Engels, F. (1983). Obras Escogidas de Marx y Engels. Editorial Progreso.

Partido Comunista de Cuba. (2022). Conceptos, ideas y directrices. Editora Política.

Pérez, H., & Morejón, A. M. (2022, 11 de marzo). El socialismo y el hombre en Cuba: una mirada desde la contemporaneidad. La Jiribilla. https://www.lajiribilla.cu/el-socialismo-y-el-hombre-en-cuba-una-mirada-desde-la-contemporaneidad/            



[1] El Comandante en Jefe Fidel Castro alerta sobre el sentido autodestructor de la corrupción en el socialismo cubano.

[2] Esta reflexión del Comandante en Jefe comprende el sentido guevariano de la rectificación de errores, tal y como se maneja en la obra analizada.