Recibido: 14/octubre/2024 Aceptado:
17/enero/2025
El socialismo y el hombre en Cuba: un enfoque pedagógico sobre valores y
conciencia económica (Revisión)
Socialism and man in Cuba: a pedagogical approach to values and economic
awareness (Revisión)
Ismany Ávila Balboa. Licenciado en Educación en Marxismo
Leninismo e Historia. Máster en Ciencias. Profesor Asistente. Facultad del
Partido Comunista de Cuba Desembarco del Granma. Bayamo. Cuba. [ ismanyab94@gmail.com
] [ https://orcid.org/0000-0001-7535-2412 ]
Rafael
Izaguirre Remón. Licenciado en Marxismo
Leninismo. Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular. Investigador
Titular. Universidad de Granma. Manzanillo. Cuba.
[ rizaguirrer@udg.co.cu
] [ https://orcid.org/0000-0001-6285-3374 ]
Tania
María Almarales Jacas. Licenciada en Marxismo Leninismo. Doctor en Ciencias de la Educación.
Profesora Auxiliar. Universidad del Partido “Ñico López”. Facultad Desembarco
del Granma. Bayamo. Cuba. [
taniamariaalmaralesjacas@gmail.com ]
[ https://orcid.org/0000-0001-6295-3374
]
Resumen
Se caracterizan los fundamentos epistemológicos de la visión de Ernesto
Che Guevara sobre la relación entre educación-economía-construcción de la nueva
sociedad, como un tema novedoso y poco explorado por la ciencia, que explica
desde las claves de la educación y la participación ciudadana las
características del proceso de construcción de la nueva sociedad como síntesis
de transformaciones materiales y espirituales que interesan a mecanismos
económicos y político-ideológicos. Se argumenta su valor desde la reflexión
pedagógica sobre el fortalecimiento de la conciencia económica como resultado
de la educabilidad del sujeto social, que expresa en el presente una necesidad
del proceso de actualización del modelo económico y social cubano de desarrollo
socialista. El texto de Guevara, que funciona como un programa para la
comprensión del papel de los recursos humanos en la transición socialista,
revela su actualidad para comprender las dinámicas de la formación integral de
los recursos humanos que mueven la producción, los servicios y la vida
sociopolítica de Cuba en los momentos presentes.
Palabras clave:
pensamiento guevariano; conciencia económica;
actualización del modelo; proceso pedagógico
Abstract
The epistemological
foundations of Ernesto Che Guevara's vision on the relation between
education-economy-construction of the new society are characterized, as a new
topic, little explored by science, which explains, from the grounds of
education and civic participation, the characteristics of the process of
construction of the new society, as a synthesis of material and spiritual
transformations that interest economic, politic and ideological mechanisms. Its
value is explained from pedagogic reflections about the strengthening of
economic awareness as a result of the educability of the social subject, which
is a present expression of a need of the process intended to update the
Economic and Social Cuban Model of socialist development. Guevara's text, that works like a program to
understand the role of the human resources in socialist transition, reveals its
present potential to understand the dynamics of the integrated training of human resources that move production,
services and the social and political life of Cuba at present.
Keywords: Guevara´s thought; economic awareness; updating
the model; pedagogic process
Introducción
Los
problemas de la relación entre educación-economía-construcción de la nueva
sociedad tradicionalmente han sido enfocados desde la política, en función de
su papel en la formación del hombre nuevo; sin embargo, la esencia pedagógica
de su contenido no se determina como un proceso distintivo de importancia en
relación con la consolidación de la conciencia económica de la nueva sociedad
en formación y tránsito. En consecuencia, se confirma el sentido formativo que
tiene el proceso pedagógico que el Che proyecta en su papel de teórico desde la
práctica, que hizo de la Revolución cubana un escenario de creación heroica, para
favorecer la construcción de su gran legado teórico en materia del
pensamiento sociopolítico revolucionario.
Parte
interesante de este legado es que el Che supo ser siempre no solo un pensador
marxista, sino también un crítico de la propia teoría que profesó. Se ha
señalado que:
Es
sabido que Ernesto ya había leído obras de Marx, Engels y Lenin y tenía un
conocimiento más establecido sobre lo que se ha denominado marxismo; además,
una vocación teórica y el convencimiento de al menos tres necesidades: 1) la de
estudiar profundamente la producción teórica de los marxistas clásicos y la
posterior a ellos; 2) la de dejar por escrito sus consideraciones, ideas y
experiencias que iban tomando forma a medida del avance revolucionario; 3) la
de someter a la crítica pública ideas y puntos de vista semejantes y contrarios
sobre la transición socialista, en debates sustentados en el mayor respeto
hacia el otro. En un contexto sumamente creador, Che Guevara se dio a la tarea
de escribir. (López, 2015, pp. 99-100)
Interesa el
análisis de sus tesis sobre el papel del hombre en el proceso revolucionario,
como expresión de la actividad y papel de las masas y de la conducción de un
liderazgo capaz de movilizar para emprender el curso práctico de la
construcción de una nueva sociedad, de la cual el Che fue actor destacado por
derecho de creación. En este contexto, analizar la dimensión pedagógica de la
relación entre educación-economía-construcción de la nueva sociedad se establece
como propósito de este artículo.
El desarrollo
del proceso indagativo se apoya en el análisis de su obra
El socialismo y el hombre en Cuba (Guevara, 1987) para precisar la firmeza
de su pensamiento en la Revolución cubana, no solo en el orden teórico, sino en
las urgencias y necesidades del perfeccionamiento del proyecto económico y social
cubano.
Desarrollo
Todo
estudio que refiera las aportaciones de la participación del Che en la labor de
liberación nacional en Cuba recorre un espacio común de conocimientos y actividad
transformadora, razón por la cual se hará énfasis en un aspecto que se
considera de valor en los contextos del actual debate ideológico: la
permanencia del mensaje guevarista sobre los movimientos de participación, que
constituye el proceso de modelación de los valores e ideales que forman al
hombre comprometido con la Revolución.
Se toma
como centro para la reflexión sus respuestas al cuestionario que le hiciera
llegar el periodista Carlos Quijano, del semanario Marcha de Montevideo; y que
ha llegado hasta nosotros como un clásico de la literatura de la Revolución: El
socialismo y el hombre en Cuba, cuyo estilo sintético de tesis con agudeza de
pensamiento y energía dialéctica en los razonamientos, lo convierten en programa
de acción político-ideológico para la inserción creadora del hombre como masa y
como individuo en el proceso revolucionario y su consiguiente educación en
todos los órdenes.
Este es
precisamente el primer legado de la obra del Che, que le confiere actualidad a
su pensamiento: sigue presente en la lucha de los pueblos del mundo explotado,
desde la resistencia bolivariana, hasta el renacer del socialismo del siglo
XXI. En relación con esta obra, Martínez (2018), ha señalado
que:
El
socialismo y el hombre en Cuba es una obra fundamental del pensamiento
revolucionario del siglo XX […]. La publicación de este ensayo fue, a la vez,
el cierre de una etapa y la apertura de otra en la obra y la vida del Che. Es
el texto de mayor alcance dentro de la contienda intelectual que libró durante
toda su vida política, y el ápice de su batalla a favor de las ideas más
revolucionarias dentro de la Revolución, que protagonizó junto a Fidel entre
1959 y 1965 […]. En la nueva etapa trataría de ampliar el campo revolucionario
en el mundo con el arma en la mano —el único texto que publicó, año y medio
después, fue el Mensaje a los pueblos del mundo desde la Tricontinental—, y de
hacer aportes a nuevos desarrollos del pensamiento revolucionario. (p. 924)
En la obra
de referencia hay dos partes de gran significación: el análisis del proceso
histórico que condujo al triunfo de la Revolución en Cuba y el planteamiento
teórico de que las características de la transformación promueven la obra
revolucionaria. En ambas partes hay una evidente intención pedagógica de educar
en el sentido formativo de la Revolución.
Sobre la
vinculación del Che con la educación, vale la pena recordar que uno de los
primeros reconocimientos que recibió fue el grado de Doctor Honoris Causa en
Pedagogía que le confirió la Universidad Central “Martha Abreu” de Las Villas,
en 1959, al pronosticar que su obra política por venir sería un legado de
instrucción, formación, educación y desarrollo del hombre nuevo que necesita la
obra revolucionaria. Sería esta la ocasión en que el Che solicitara a la
universidad, a la Educación Superior, “pintarse de negro, de mulato” (Guevara,
1959, p. 3), para democratizar el acceso y formar las nuevas fuerzas
productivas que necesitaría la economía socialista.
Desde las
claves epistémicas de la Pedagogía como ciencia, en la obra del Che que se
analiza hay un enfoque de la instrucción como proceso permanente de formación
que precisa la nueva sociedad, sobre su propio origen y sobre sus proyectos futuros;
de la educación popular como condición necesaria para crear el hombre nuevo, un
sujeto social productivo, dotado de herramientas desde la ciencia y la
tecnología, que exprese el carácter nuevo de las relaciones sociales, y una reclamación
constante a la unidad entre el desarrollo económico y la nueva conciencia
social, que en el plano económico alcanza una base consciente de nuevo signo ya
que el socialismo no puede ser solo un proceso económico, sino también un
cambio de conciencia.
Cuando
ejecuta el análisis histórico del proceso conducente al triunfo de 1959, el Che
apunta hacia la idea de la unidad como premisa y condición de la Revolución,
urgida de la participación protagónica del hombre como individuo para su propia
transformación; aspectos en los cuales advertía el Che, la presencia de una
ardua disputa y una aguda lucha contra el pasado, que sobrevive en la
conciencia de los hombres, de sus necesidades y aspiraciones insatisfechas en la
propia obra social.
Esta idea
estratégica de la unidad -que ha constituido una verdadera necesidad histórica
en Cuba- es ineludible a la visión de la relación entre dirigente y masa que
ofrece el Che en esta obra, la cual se considera mediada por el papel de las
organizaciones revolucionarias y del propio Estado, cuyos errores, advierte con
sabia reflexión, siempre repercuten en la disminución del entusiasmo, la
pérdida del poder de convocatoria y de la propia credibilidad de la idea y el
proyecto social.
Esta idea
del Che cobra actualidad, por los desafíos y conflictos que supone hoy defender
esa tesis revolucionaria necesariamente renovada en un pueblo más politizado y propenso
a opinar con fundamentos y razones sobre varios ámbitos de la vida económica y
social de la nación, entre ellas: las dinámicas económicas de los actores
productivos, el papel de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MIPYMES), el
descontrol con los precios y la inflación, los efectos de la Tarea Ordenamiento,
los cambios de la estructura socioclasista y el
aumento de desigualdades sociales, la participación ciudadana activa en el
poder a través de los mecanismos de gobernabilidad del Poder Popular como
expresión de la democracia participativa que promueve la Revolución y el
proyecto socialista cubano.
Estos
elementos, cuyos antecedentes fueron analizados por el Che, habían sido
controlados gracias a la conducción histórica de Fidel y a su innegable
capacidad política, la unidad en torno a la idea y el proyecto, diseñada como
voluntad política del pueblo, asociada a la supervivencia de la Patria, eludiendo
complejidades externas e internas, pero que no deja de ser un tema de urgencia
la reflexión en torno a sus problemáticas esenciales, tal y como convocó el
VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (2022), como se expone en sus
documentos programáticos y en toda la política aprobada para actualizar el
modelo, desde la economía a toda la estructura sociopolítica de la nación.
En relación
con esta idea, resulta de valor por su contenido pedagógico, el papel del
ejemplo como agente socializador para educar a las masas. Desde esta lógica,
siempre, en Cuba, funcionará la auténtica fórmula del Che:
Así vamos marchando. A la cabeza de la inmensa columna
-no nos avergüenza ni nos intimida decirlo- va Fidel, después, los mejores
cuadros del Partido, e inmediatamente, tan cerca que se siente su enorme
fuerza, va el pueblo en su conjunto; sólida armazón de individualidades que
caminan hacia un fin común; individuos que han alcanzado la conciencia de lo
que es necesario hacer; hombres que luchan por salir del reino de la necesidad
y entrar al de la libertad. (Guevara, 1987, p. 8)
Por otra
parte, el planteamiento teórico de la transformación que desde lo personal
hasta lo social promueve la obra revolucionaria–como fruto de una auténtica
educación popular-, se asume al valorar la teoría marxista de la relación
dialéctica entre masa-personalidad-líder en la historia, para significar la
capacidad histórica del liderazgo revolucionario cubano de constituirse en
representante genuino de las aspiraciones y necesidades del pueblo, lo que
recuerda el contenido de las tesis de Marx y Engels (1983) sobre Feuerbach.
Resulta
altamente valioso sobre esta relación el siguiente fragmento, que ilustra el
sentido de la comunicación revolucionaria como eje de la vinculación estrecha
del Partido, de Fidel y de Raúl con las masas:
Maestro en ello es Fidel, cuyo particular modo de
integración con el pueblo solo puede apreciarse viéndolo actuar. En las grandes
concentraciones públicas se observa algo así como el diálogo de dos diapasones
cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor. Fidel y la masa
comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el
clímax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de lucha y victoria.
(Guevara, 1987, p. 5)
Es
justamente en este orden que se inscribe el papel del directivo, del dirigente,
del decisor, como eje de la construcción social y la conducción de su proceso
consciente. El cuadro, caracterizado por el Che como columna vertebral de la
Revolución sigue siendo clave para llevar a cabo la actualización del modelo,
lo cual solo se garantizará desde la ética de la dirección, la política de
principios y la verticalidad en el compromiso social, aplicado como una
herramienta pedagógica que favorece educar en los valores de la nueva sociedad
a la masa revolucionaria (Guevara, 1962).
Sobre el particular, Pérez y Morejón
(2022) han señalado que:
En
ese bregar, dignifica el quehacer de los cuadros como columna vertebral de la Revolución,
desde el prisma del papel que estos deben desempeñar como conductores de la
vanguardia que va desbrozando el camino y a la cual, cada vez con más entusiasmo,
se sumaba el pueblo. No es posible ahora ampliar sobre sus notables
consideraciones acerca de la relación estrecha, sin fisuras, que tiene que
existir entre vanguardia y pueblo, en tanto a la primera le corresponde ver más
allá, impulsando a los más rezagados, pero no puede desconectarse, es decir
separarse en el ritmo y la velocidad de sus acciones, de los grandes
conglomerados humanos que le dan vida. (p. 3)
Si se toma
en cuenta –siguiendo la idea del Che- el carácter no hecho y la cualidad de
producto no terminado que posee el hombre, como actor en la construcción del
socialismo, en su doble condición de ser único y miembro de la comunidad, se
abren desafíos y conflictos que caracterizan a la Cuba de hoy, los cuales se
mueven entre el desaire de la subjetividad humana en la toma de decisiones o el
respeto a la individualidad y la influencia de la combinación de modelos
económicos sobre la conciencia de productor.
Comprender
que este desafío es una urgencia para garantizar la resistencia de la
Revolución y su carácter irreversible, como lo ha reclamado Castro (2005),[1]
parte de reconocer una realidad subsumida en las tesis que maneja el Che en la
obra que se analiza: con el advenimiento del socialismo se inicia la
destrucción de las bases objetivas de la enajenación, pero esta no desaparece
de forma total y completa; merodea como un fantasma la conciencia de los
hombres, vestida con nuevos ropajes, pero con idéntica capacidad de restringir
la esencia humana, peligro que Marx señalaba como su mayor riesgo potencial.
Esos
efectos de la enajenación tienen diversas formas de expresión en la actividad humana
en la sociedad, previsoramente diagnosticada por el Che, que supo apreciar
tempranamente los riesgos de construir un socialismo permeado de consumismo y
alejado de la espiritualidad del hombre, con efectos adversos en el organismo
económico, político y social como sublimaciones de la enajenación. Sobre esta
idea, vale recordar el planteamiento del Che:
Claro que hay peligros presentes en las actuales
circunstancias. No solo el del dogmatismo, no solo el de congelar las
relaciones con las masas en medio de la gran tarea; también existe el peligro
de las debilidades en que se puede caer. Si un hombre piensa que, para dedicar
su vida entera a la Revolución, no puede distraer su mente por la preocupación
de que a un hijo le falte determinado producto, que los zapatos de los niños
estén rotos, que su familia carezca de determinado bien necesario, bajo este
razonamiento deja infiltrarse los gérmenes de la futura corrupción. (Guevara,
1987, p. 5)
La solución
de estos problemas y el acotamiento de los riesgos que entraña radican en la
educación social y en la autoeducación de la personalidad, planteada por el Che
como reguladora de su proyecto de modelación del hombre nuevo, influida por el
papel de los estímulos y el reconocimiento de las necesidades para impulsar el
proceso de desarrollo de la conciencia, lo que constituye un aspecto clave de
la obra que ocupa. En ella se encuentra un área de conflictividad actual,
relacionada de forma directa con las fuentes del trabajo político ideológico
que debe encargarse de la búsqueda de formas creadoras de estímulos y
compromiso que pulsen –desde la identidad y la autoctonía- la capacidad de
entrega de cada cubano ante la sociedad en construcción.
Las
circunstancias para encausar el cumplimiento de la exigencia guevarista de:
Acentuar la participación consciente, individual y
colectiva, en todos los mecanismos de dirección y producción y ligarla a la
idea de la educación técnica e ideológica, para lograr la total conciencia de
su ser social, y su realización plena como criatura humana, rompiendo las
cadenas de la enajenación, para reapropiarse de su naturaleza y su condición
humana. (Guevara, 1987, p. 5)
Han sido
difíciles y hoy lo son más que nunca, cuando la agresividad del imperio se
afirma sobre el carácter fascista de su poder y la necesidad de garantizar la resistencia
e irreversibilidad de la Revolución cubana deviene única fórmula de
supervivencia del proyecto social.
Lo anterior
supone que los cubanos actúen, en consecuencia, con el pensamiento del Che al
delinear la relación entre socialismo y hombre en la Revolución, para
garantizar la solución a los problemas del desarrollo económico y la superación
definitiva de la crisis de reinserción de nuestra economía socialista,
revisando fórmulas y conceptos, pero manteniendo los principios que hacen
exclusivo el experimento social de Cuba, como sentenció Castro (2007).[2]
Sobre el particular, es importante revisar la presencia, en el modelo económico,
de un pensamiento marxista cubano que rescata las esencias de la conciencia
económica y las aplica a la solución de los problemas del desarrollo.
Remontar
los años de crisis económica que se avizoran en el contexto social cubano,
mostrando el rostro de desigualdades en la isla y su resultado en la crisis de
valores que se viene planteando desde el denominado Período Especial, con la
emergencia de fenómenos negativos y controversiales de carácter circunstanciales,
se necesita de la consolidación del carácter verdaderamente participativo de la
democracia socialista en Cuba, como base para la conservación de la
independencia y la soberanía nacional. Esta cuestión, de importancia vital para
la Revolución cubana, hoy no puede ser completada sin acudir al legado del Che
y potenciar al hombre que protagoniza todo el proceso.
La lucha
contra lo que Che llamaba aparente estandarización del hombre en el socialismo
sigue siendo hoy una necesidad para el perfeccionamiento del sistema social en
todos los órdenes, desde la plena realización de la propiedad social en
términos económicos de beneficio para el usufructuario/propietario, el
perfeccionamiento empresarial, la lucha por la productividad del trabajo, la
eficiencia y la calidad como respeto al pueblo en la producción y los servicios; hasta la renovación de fórmulas
que hagan de la participación en la gestión económica, política y social un
ejercicio de libertad, la democracia y no un acto formal que hace ineficaz y
alejado de sus esencias populares algunos procesos políticos.
Necesitados
de solidaridad y altruismo, en estos tiempos se tiene el mandato de salvar la cultura
autóctona de la Revolución, que se inscribe por derecho propio en la cubanía, por encima de dogmatismos y esquemas improductivos.
El Che dio a su pensamiento sociopolítico, al decir de Raúl Roa en la
entrevista con Castellanos (1989), la capacidad de aplicar “lozanía tonificante a las ideas del marxismo leninismo” (p. 4); prueba de ello son sus
razonamientos económicos sobre la naturaleza del trabajo y su papel social en
la transición de la sociedad capitalista al socialismo y el papel de la ley del
valor con sus significados para la aprobación de la actividad productiva del
hombre.
Esta es
otra de las urgencias que demanda el estudio sistemático y serio del legado
guevarista a la luz de la realidad actual que vive la nación cubana, ante la
cual el Che profetizaba en su obra que el ejemplo del revolucionario que forja
su carácter día a día es el principal freno de la corrupción personal y social.
Refiere al respecto:
En nuestro caso, hemos mantenido que nuestros hijos
deben tener y carecer de lo que tienen y de lo que carecen los hijos del hombre
común; y nuestra familia debe comprenderlo y luchar por ello. La Revolución se
hace a través del hombre, pero el hombre tiene que forjar día a día su espíritu
revolucionario. (Guevara, 1987, p. 5)
Los
señalados por el Che como peligros presentes en las circunstancias en que
concibió la obra que ocupa este análisis: el dogmatismo, el riesgo de congelar
las relaciones con las masas en medio de la gran tarea y la corrupción, tienen
variabilidad de expresión y dimensiones nuevas actualmente.
Cuando
internet y el ciberespacio tributan en la misma realidad de ciencia y técnica
del logro de una vacuna contra el SarsCov2 y la Covid
19, producida por científicos del frente biotecnológico-farmacéutico, resulta obligatorio
referirse al papel que el Che concedió a la formación tecnológica y científica
como pilar de la construcción de la nueva sociedad, lo cual sigue siendo hoy
una urgencia para el desarrollo del país; necesitado de utilizar su potencial
de inteligencia colectiva en función de la búsqueda de fórmulas activas para
insertar a Cuba en el mundo competitivo de la globalización.
Responder a
esta complejidad significa un desafío imperante para todo revolucionario que
tiene en sus manos la responsabilidad de garantizar la transmisión de valores
humanos asociados a la propia obra de ciencia, cualquiera que sea su campo, y
que necesita, a su vez, una estimulación cada vez más realista para potenciar
su función social, todo lo que expresa un enfoque pedagógico-formativo de los
sujetos sociales implicados, sobre todo los jóvenes.
Evidentemente,
la visión del Che sobre los mecanismos de modelación de la juventud en el
proceso de educación del hombre nuevo
insiste en el peso de la formación de sentimientos y la educación en el seno
del colectivo como incitadores para el cambio de actitudes y conductas sociales
que perfeccionen la personalidad y la ajustan a las necesidades del tránsito
revolucionario al socialismo, lo que constituye un mandato, ya que por las
mismas razones que los revolucionarios cubanos proclaman hoy el carácter emancipador
de la crítica, se debe continuar la vía de consolidar el sentido y la esencia
de lo nacional cubano ante un proceso de colonización cultural. Quizás sea este
el legado mayor que dejara a los revolucionarios cubanos el Che: la constancia
en la búsqueda de su ideal humano, que avizoró en las nociones de El
socialismo y el hombre en Cuba, que construyó en su propia persona y
esparció con su ejemplo para el futuro de la nación cubana, como prueba de una
auténtica vocación pedagógica de forjador de un hombre nuevo.
En momentos
en que Cuba enfrenta procesos cruciales como la actualización de su modelo
económico, con desafíos que entraña el reordenamiento de la fuerza de trabajo
bajo el imperativo de hacer eficiente, eficaz y efectiva la economía y ajustar
el funcionamiento del país a las exigencias de un contexto internacional y
nacional complejo; la referencia del legado teórico guevarista es de
excepcional importancia para profundizar en la labor de re-construcción de la
conciencia económica de los productores como parte de la profundización de la
lucha ideológica desde los nuevos escenarios que impone la cambiante situación.
Debido a
ello, el estudio del pensamiento del Che, sobre todo en torno a labor
ideológica y la orientación ideo-política del hombre en el socialismo, se
convierte en un elemento valioso para lograr mantener la autenticidad del
socialismo cubano y garantizar la continuidad histórica de la Revolución, desde
una profunda y sistemática gestión formativa, como un recurso pedagógico de
primer orden.
Conclusiones
La obra El
socialismo y el hombre en Cuba contextualiza en la Cuba del siglo XXI, la necesidad
pedagógica de construir un socialismo por y para el hombre. Desde su enfoque integrador de contenidos económicos, políticos y
sociales, el Che muestra con su obra un carácter pedagógico para el proceso de
transición socialista, al abordar elementos de gran profundidad teórica desde
una sistematización de experiencias en la praxis revolucionaria.
Un papel
destacado, en el enfoque pedagógico de su obra, ocupa la unidad entre
educación-economía-vida sociopolítica-protagonismo del hombre nuevo, comprendido
como una síntesis de influencias formativas que garantizan valores, acción
revolucionaria, dominio de la ciencia y la técnica, papel de la personalidad en
la movilización y dirección del proceso social, confianza en la vanguardia y
función de la juventud como fuerza motriz del futuro.
La
actualidad de esta obra del Che refuerza la necesidad de la formación de
valores para fortalecer la conciencia económica y la participación ciudadana en
el desarrollo y control de los procesos de producción y reproducción socialista
de la vida económica y social de la nación, aspecto que implica desplegar con
mayor intencionalidad la educación popular.
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