Recibido:
26/02/2024 Aceptado: 01/07/2024
Integración
de la inteligencia emocional en las estrategias de gestión de conflictos en el
aula (Revisión).
Integration of emotional
intelligence into conflict management strategies in the classroom (Review).
Heidi
Yumeri Ochoa Ponce. Licenciada en gestión de empresas. Universidad Técnica
Estatal de Quevedo. Ecuador.
[heidi.ochoa2016@uteq.edu.ec ] [ORCID: 0009-0001-9847-564X
]
Pablo
Alberto Parra Silva. Dr. C. Psicólogo clínico-doctor en ciencias de la
educación. Docente titular principal Universidad Técnica Estatal de Quevedo.
Ecuador.
[pparra@uteq.edu.ec ]
[ ORCID: 0000-0002-7841-7581
]
Resumen
El proyecto de investigación documental
surge de dos variables específicas: la inteligencia emocional y las estrategias
de gestión de conflictos en el aula. La pregunta de investigación busca saber
cómo se desarrollan estrategias de intervención, desde el perfil profesional de
la orientación educativa, que medien de manera oportuna en la solución de
conflictos emocionales que se presentan en el contexto del aula de clases,
afectando el proceso de enseñanza-aprendizaje. En consecuencia, los objetivos
previstos se dirigen a señalar la importancia de la integración de la
inteligencia emocional ante los conflictos en los escolares, localizar esas
manifestaciones emocionales que generan climas conflictivos que además afectan
el rendimiento escolar y el bienestar emocional en el aula de clases, para
proponer oportunamente y de manera adecuada estrategias de intervención donde
se involucren a estudiantes, educadores, padres de familia y la comunidad
educativa como parte de la solución y con estrategias ejecutables en el
procedimiento. Se fortalece con un marco
teórico consistente, coherente y de explicación lógica, dentro del papel del
orientador educativo. La metodología utilizada es de tipo investigación
documental, fortalecida por estudios científico-técnicos recabados en textos,
artículos científicos, tesis e informes de organizaciones educativas; junto al
proceso de recolección y análisis de datos de una muestra relacionada con el
conflicto. El resultado se dirige a conocer, interpretar, desarrollar y mejorar
los procesos de inteligencia emocional en el octavo nivel educativo de una
institución prevista. Se prevé nuevos espacios de intervención, tanto dentro de
la institución, como también ampliar en otros espacios educativos.
Palabras clave: autorregulación;
conciencia emocional; gestión de conflictos; inteligencia emocional;
motivación.
Abstract
The documentary research project arises
from two specific variables: emotional intelligence and conflict management
strategies in the classroom. The research question seeks to know how
intervention strategies are developed, from the professional profile of
educational guidance, that mediate in a timely manner in the solution of
emotional conflicts that arise in the context of the classroom, affecting the
teaching process. learning. Consequently, the planned objectives are aimed at
pointing out the importance of the integration of emotional intelligence in the
face of conflicts in schoolchildren, locating those emotional manifestations
that generate conflictive climates that also affect school performance and
emotional well-being in the classroom, to promptly and appropriately propose
intervention strategies that involve students, educators, parents and the
educational community as part of the solution and with executable strategies in
the procedure. It is strengthened with a consistent, coherent theoretical framework
with logical explanation, within the role of the educational counselor. The
methodology used is documentary research, strengthened by scientific-technical
studies collected in texts, scientific articles, theses and reports from
educational organizations; along with the process of collecting and analyzing
data from a sample related to the conflict. The result is aimed at knowing,
interpreting, developing and improving the processes of emotional intelligence
in the eighth educational level of a planned institution. New spaces for
intervention are planned, both within the institution, as well as expanding
into other educational spaces.
Keywords: self-regulation; emotional awareness; conflict
management; emotional intelligence; motivation.
Introducción
En este contexto, las estrategias de
manejo de conflictos son fundamentales para mantener un ambiente de aula
positivo y constructivo. Sin embargo, se sabe poco sobre las variables
personales de los docentes que se asocian con el uso de estas estrategias, y el
manejo adecuado de estos conflictos por parte de los docentes es crucial, pero
aún hay aspectos por investigar sobre los factores personales que influyen en
el uso de estrategias de manejo de esto por parte de los docentes (Valente et al.,
2020).
Las emociones y la inteligencia
emocional de los docentes juegan un papel fundamental en la calidad de las
relaciones con los estudiantes y en la capacidad de manejar efectivamente los
conflictos que surgen en el aula. Asimismo, las habilidades emocionales se consideran
un factor clave para un desempeño docente exitoso (Valente & Lourenço, 2020). Además, se destaca la necesidad
de estudios que incluyan estas variables en las relaciones docente-alumno, ya
que la relación entre la IE y las estrategias de manejo de conflictos no ha
sido suficientemente investigada (Galindo Domínguez et al., 2022).
Para el desarrollo de la inteligencia
emocional en el aula, es fundamental que el docente posea la habilidad de ser
elocuente. Esto implica la capacidad de comunicar ideas y emociones de manera
clara, efectiva y persuasiva, tanto de forma oral como escrita. Esta destreza
permite inspirar a los estudiantes y fomentar una conducta similar en ellos (Duarte et al., 2024). En el presente artículo se ofrece una revisión de la
literatura sobre el tema. A partir de las ideas expuestas se presenta la
integración de la inteligencia emocional en el aula en las estrategias de los
docentes para poderla utilizar para la gestión de conflictos en el aula.
Desarrollo
La habilidad emocional implica la
capacidad de entender, usar y gestionar las propias emociones, reduciendo el
estrés, comunicando efectivamente, empatizar con otros, superando desafíos y disminuyendo
conflictos. García Bullé (2022), plantea que
La
inteligencia emocional nos da la capacidad para hacer ese trabajo de forma más
eficiente y alcanzando mejores niveles de rendimiento, gracias a que toma en
consideración las medidas para conocer más sobre nuestra salud mental y física,
así como las de otras personas. (p. 42)
En
educación es prioritario que los estudiantes generen habilidades emocionales
para enfrentar continuos desafíos académicos y personales, de manera adecuada (Ancalla, 2019).
Goleman (1998), describe la
inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios
sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las
relaciones” (p. 12). Salovey & Mayer (1990) sostienen que “la
inteligencia emocional es la capacidad de monitorear y discriminar los
sentimientos propios y ajenos, usando esta información para guiar el
pensamiento y la acción” (p. 22)
Bar On (2006), define la inteligencia
emocional como “una serie de habilidades, competencias y facilitadores no
cognitivos, que influyen en la capacidad de una persona para enfrentarse a las
presiones y demandas del entorno” (p.18).
Petrides & Furnham (2003) la definen como “una constelación de
autopercepciones emocionales situadas en los niveles más bajos de la jerarquía
de la personalidad” (p.52).
Salovery & Mayer (1990),
consideran la inteligencia emocional como una forma de inteligencia pura,
centrada en procesar información emocional y utilizarla para guiar el
pensamiento y el comportamiento. Incluye percepción emocional, facilitación
emocional del pensamiento, comprensión emocional y manejo emocional.
El modelo de competencias de Goleman
(1998), amplía el concepto de inteligencia emocional, para incluir competencias
y habilidades que influyen en el desempeño laboral y personal. Se centra en autoconciencia, autorregulación,
motivación, empatía y habilidades sociales (García
Bullé, 2022). La colaboración activa de docentes, estudiantes y
familias, es fundamental para el éxito de estas intervenciones, recomendándose
continuar investigando y expandiendo estos programas de intervención
preventiva, para maximizar sus beneficios (González et al., 2020; Sanz Larrarte, 2023).
Componentes
neurológicos de la inteligencia emocional
Comprender estos mecanismos
neurofisiológicos es fundamental para interpretar cómo la inteligencia
emocional afecta el comportamiento y las decisiones humanas. Es decir, el
conocimiento de las bases neurológicas de la inteligencia emocional permite
entender mejor su impacto en la conducta y la toma de decisiones de las personas.
La
corteza prefrontal es responsable de funciones ejecutivas como la toma de
decisiones y el control de los impulsos. Además, regula las respuestas
emocionales de la amígdala, permitiendo una respuesta emocional más adecuada y
controlada. La corteza cingulada anterior está involucrada en la regulación
emocional y el control de la atención, ayuda a detectar conflictos emocionales
y a mediar entre la parte emocional y racional del cerebro. La ínsula juega un
papel importante en la adquisición de la conciencia emocional y la empatía,
integrando la información emocional con el estado fisiológico del cuerpo, otros
componentes de la inteligencia emocional son: el autoconocimiento,
autorregulación, empatía, motivación y habilidades personales (Goleman, 1998; Martínez
Doñate, 2023).
Teorías relevantes sobre el
desarrollo emocional y social en la infancia y adolescencia
El adecuado desarrollo emocional y social
en la infancia y en la adolescencia es decisivo para la formación y
estructuración de la inteligencia emocional. Varias teorías abordan el
desarrollo de habilidades a lo largo del tiempo. La teoría del apego de Bowlby (1969)
y Ainsworth (2006) se centra en los vínculos tempranos entre niños y
cuidadores. Bowlby (1969) propuso que el apego es un sistema biológico innato
que promueve la supervivencia al mantener a los niños cerca de sus cuidadores. Ainsworth (2006) desarrolló el “extraño
paradigma”, para observar el apego entre niños y cuidadores, identificando
estilos de apego: seguro, inseguro, evitativo, inseguro-ambivalente y
desorganizado (Ainsworth et al., 2015).
La teoría psicosocial de Erikson (1963),
propone ocho etapas psicosociales, cada uno con un conflicto central que debe
resolverse para avanzar. Durante la infancia, los bebés desarrollan confianza
si sus necesidades son satisfechas: confianza vs. desconfianza. En la niñez temprana, desarrollan autonomía
explorando su entorno: autonomía vs. vergüenza y duda. En la edad preescolar, los niños asumen roles
y responsabilidades: iniciativa vs. culpa.
En la edad escolar, desarrollan habilidades sociales y académicas,
importantes para la autoestima: laboriosidad vs. inferioridad. En la adolescencia, exploran su identidad
personal y social: identidad vs. confusión de roles. Resolver estos conflictos biopsicosociales,
contribuye al desarrollo de las competencias emocionales y sociales, esenciales
para la inteligencia emocional.
Por su parte Piaget & Cook (1952)
sugirieron cuatro etapas de desarrollo cognitivo: la etapa sensoriomotora (0 a
2 años) implica la exploración del mundo a través de los sentidos; la etapa
preoperacional (2 a 7 años) desarrolla el lenguaje y el pensamiento simbólico,
aunque es egocéntrica; la etapa operacional concreta (7 a 11 años), desarrolla el
pensamiento lógico, limitado a situaciones concretas y la cuarta etapa
operacional formal (de 11 años en adelante) desarrolla el pensamiento abstracto
e hipotético. El desarrollo cognitivo de Piaget influye en la comprensión y
manejo de emociones, así como en la regulación emocional a medida que las
habilidades cognoscitivas se incrementan.
Relación entre inteligencia emocional y la gestión de
conflictos en el ámbito educativo
La comprensión de la relación entre
inteligencia emocional y gestión de conflictos en el ámbito educativo es
fundamental para generar espacios de aprendizaje efectivo y enriquecedor. Esto
requiere el desarrollo de habilidades emocionales, la implementación de
estrategias de intervención y la adopción de prácticas educativas que promuevan
el bienestar y el éxito de los estudiantes y educadores.
La comunicación asertiva, la habilidad
para expresar emociones y necesidades de manera clara y respetuosa, debe ser
promovida entre estudiantes y educadores.
Es necesario crear espacios seguros donde los estudiantes puedan
expresar sus opiniones y emociones. Los programas específicos y estrategias
implementadas en el ámbito educativo, son vitales para desarrollar la
inteligencia emocional y gestionar conflictos.
Estos pueden incluir programas estructurados que enseñen habilidades
emocionales y sociales, así como formación continua para educadores en
inteligencia emocional y gestión de conflictos.
Estrategias y modelos de gestión de
conflictos y su aplicación en el entorno escolar
Conocer los fundamentos teóricos sobre el
funcionamiento del sistema nervioso central en las emociones y las distintas
teorías de las emociones es crucial para entender cómo las emociones influyen
en el comportamiento humano. Esto es especialmente relevante en el ámbito
educativo, donde la inteligencia emocional juega un papel fundamental.
Este modelo se
basa en un enfoque de negociación de principios, desarrollado por Fisher &
Ury (1984). Sus principales características son: Separar a las personas del problema: Enfocarse en los intereses
subyacentes, no en las posiciones rígidas de las partes. Generar opciones para el beneficio mutuo:
Buscar soluciones creativas que satisfagan los intereses de todas las partes
involucradas. Utilizar criterios
objetivos y prácticos: Basar las decisiones en estándares justos y
razonables, en lugar de en la voluntad de poder.
El modelo de solución de problemas de
Johnson & Johnson (1996), se basa en el desarrollo de habilidades sociales
y estrategias cooperativas para que los estudiantes aprendan a resolver
conflictos de manera constructiva y efectiva, promoviendo un clima escolar
positivo y favoreciendo el aprendizaje.
Tipos de
conflictos emocionales que afectan el proceso de enseñanza-aprendizaje en el
aula de clases.
Antes
de generar estrategias de intervención desde la orientación educativa, es
necesario identificar los tipos de conflictos emocionales que se presentan en
un determinado contexto educativo, considerando también la época y las circunstancias
específicas.
La ansiedad académica se refiere a sentimientos intensos de preocupación y
miedo relacionados con el rendimiento académico de los estudiantes. Es una
condición que puede tener un alto impacto en algunos niños y jóvenes, ya que puede
generar: Dificultades de concentración, Disminución del rendimiento académica y
Evasión o evitación de tareas académicas.
Los
problemas de regulación emocional se manifiestan como dificultades para manejar
emociones intensas, como la ira, la tristeza, la depresión o la frustración.
Esto puede provocar reacciones impulsivas, conflictos con compañeros y
maestros, así como dificultades para seguir instrucciones.
Otro escenario es la de mediación de
conflictos. Se describe como una implementación de programas de mediación para
resolver conflictos interpersonales entre los estudiantes. En este proceso se trata de entrenar a estudiantes
y personal, como mediadores para facilitar la resolución de conflictos, de
manera adecuada, pacífica y comprensiva. Lo importante es establecer un proceso
claro para la mediación y realizar sesiones de mediación cuando surjan
conflictos.
Tanto los talleres para familias como las
intervenciones en el aula requieren de la participación activa de toda la
comunidad escolar: estudiantes, docentes y familias. Esta integración es
fundamental para lograr un abordaje integral y efectivo del bienestar emocional
de los estudiantes.
Un segundo momento de la implementación
tiene que ver con la planificación estratégica, esto es, desarrollar un plan
estratégico, basado en la evaluación inicial, que incluya todas las
intervenciones y apreciaciones propuestas y encontradas en principio. En esto
debe estar involucrado todo el personal escolar, tanto en la planificación como
en asignar responsabilidades claras a sus integrantes.
Un tercer ingrediente es la capacitación
del personal, proporcionando capacitación continua para el personal escolar, en
técnicas de gestión emocional y en resolución de conflictos. Esto puede
organizarse a través de talleres y sesiones de formación regular para docentes
y consejeros. Como en todo proceso de planificación es importante la labor de
monitoreo y de evaluación continua, pues de esta manera se puede controlar la
efectividad de las intervenciones. La
manera de aplicar es utilizando métodos de evaluación cualitativos y cuantitativos,
que permitirán medir el impacto de las estrategias implementadas, haciendo los
ajustes en caso necesario. Implementar estrategias desde la orientación
educativa, ayudará a crear un entorno escolar más saludable y positivo,
mejorando así el proceso de enseñanza-aprendizajes y el bienestar emocional de
los estudiantes.
Desarrollo
de estrategias de intervención docente y educativa, para el diagnóstico de
conflictos emocionales en el aula.
El desarrollo de estrategias de
intervención docente y educativa, es un proceso integral, que requiere una
planificación cuidadosa, implementación efectiva y evaluación continua. Están involucrados múltiples actores dentro y
fuera de la escuela, generando adaptaciones a los cambiantes estímulos
escolares. Con un enfoque centrado en el
estudiante y el apoyo de toda la comunidad educativa, estas estrategias
conducen a mejoras significativas en el aprendizaje y en el desarrollo
emocional.
Al identificar inicialmente las
necesidades, habilidades y aspectos de mejoramiento de los estudiantes, se va a
lograr un buen diagnóstico situacional, para diseñar la intervención. Siempre será necesario respaldarse con
evaluaciones formativas tipo pruebas, cuestionarios y observaciones; así como
también a través de entrevistas y encuestas, que permitirán la recopilación
directa de información proveniente de los estudiantes, los padres de familia y
otros docentes. Es importante que, desde
este análisis previo de datos, se desarrolle un historial académico y los
informes de progreso.
Al proponer estrategias, es importante
diseñar intervenciones personalizadas, que se adapten a las necesidades
individuales y/o grupales de los estudiantes.
Entre los métodos más frecuentes de intervención, están: los planes de
aprendizaje individualizados (IEP), metodologías de enseñanza diferenciada, uso
de tecnología educativa. Al tiempo de implementar las estrategias educativas,
se considera que el objetivo es poner en práctica estrategias que se encuentren
diseñadas de manera efectiva y consistente. No se puede improvisar ni utilizar
acciones que no estén debidamente planificadas como parte de un proceso. Para lo cual se utilizan modelos de
coenseñanza donde los docentes trabajan en equipo para atender mejor a los
estudiantes; talleres y actividades interactivas, para promover el aprendizaje
activo y participativo; así como, la adaptación del currículo, que implica modificar
los contenidos y las actividades, según las necesidades específicas detectadas.
Realizar el monitoreo y la evaluación
continua es asegurar que las estrategias implementadas cumplan con su cometido,
como también realizar ajustes necesarios. Los métodos se relacionan con:
evaluaciones formativas y sumativas, feedback constante y reuniones de
seguimiento. La capacitación de los docentes es importante. Mantenerlos
preparados y actualizados para implementar las intervenciones. Como siempre,
dichas capacitaciones se efectúan a través de seminarios y talleres, utilizando
distintas metodologías y herramientas, promoviendo grupos de docentes que
comparten experiencias y mejores prácticas.
Parte imprescindible es el involucramiento
de la comunidad educativa, compuesta por padres, tutores y la comunidad en
general. Es imprescindible la creación
de programas de involucramiento parental, colaboración con otras organizaciones
locales, así como mantenerlos informados y comprometidos como comunidad. Es parte
fundamental del desarrollo de este tipo de programación las acciones de
prevención. Su objetivo es anticipar y
reducir la aparición de problemas emocionales y de comportamiento, antes de que
éstos afecten negativamente a los estudiantes.
Existen programas de educación emocional y social, que enseñan
habilidades de autoconciencia, autorregulación, empatía y resolución de
conflictos. Del mismo modo, que talleres
y actividades que promueven un clima escolar positivo, así como también la
inclusión.
Se parte de un encuentro de
identificación, cuyo objetivo es detectar tempranamente a los estudiantes que
puedan estar experimentando problemas emocionales, sociales o académicos. Suele
aplicarse el uso de cuestionarios y evaluaciones dirigidas a evaluar el
bienestar emocional; como también a la observación sistemática del
comportamiento y el rendimiento académico de los estudiantes.
Otro momento del proceso es el de
intervención, cuyo objetivo es proporcionar apoyo y recursos específicos a los
estudiantes que enfrentan dificultades para mejorar su situación. Una forma
puede ser la consejería individual y grupal para abordar problemas específicos
como la ansiedad, el bullying o problemas familiares. Igualmente, otra forma puede ser los
programas de mediación de conflictos para resolver disputas entre estudiantes
de manera pacífica y constructiva.
El paso subsiguiente es el de seguimiento
y evaluación. Su objetivo es monitorear
el progreso de las intervenciones y evaluar su efectividad, para hacer los
ajustes necesarios. Ejemplos de esto pueden ser las reuniones periódicas con
los estudiantes y sus familias, para revisar el progreso y ajustar las
estrategias de apoyo. Otro ejemplo, las
evaluaciones continúas del impacto de las intervenciones en el bienestar y el
rendimiento académico de los estudiantes.
Para el desarrollo de estas estrategias
deben considerarse también ciertos principios fundamentales. La individualización implica adaptar las
estrategias de intervención a las necesidades individuales de cada estudiante,
reconociendo que cada uno tiene una historia propia y contextos únicos. La forma de aplicación es a través de
evaluaciones personalizadas y diseñar planes de intervención específicos para
cada estudiante.
Otro principio es la colaboración. Ésta se
podría describir cómo trabajar en conjunto y cooperativamente con profesores,
padres de familia y representantes, estudiantes y otros profesionales, para
abordar de manera integral las necesidades de los estudiantes. Se trata de fomentar la comunicación efectiva
y participativa, que conlleva la cooperación y la colaboración voluntaria entre
todos los actores involucrados en el proceso educativo. Se debe considerar así
mismo el enfoque holístico. Esto
presupone considerar al estudiante en su totalidad, como un ser único,
incluyendo sus aspectos emocionales, sociales, académicos y familiares. Se trata de implementar programas y
estrategias que aborden múltiples áreas del desarrollo del estudiante.
El principio de proactividad implica
actuar de manera anticipadas, para prevenir problemas antes de que se
conviertan en obstáculos significativos para el aprendizaje y el bienestar del
estudiante. Su forma de aplicación es a
través del desarrollo de programas de prevención y en la creación de un entorno
escolar que promueva el bienestar y el desarrollo positivo.
Intervención oportuna y eficiente para la solución de
conflictos emocionales en el aula.
Para una intervención oportuna y eficiente
en la solución de los conflictos emocionales generados en el aula, se deben
considerar varios aspectos fundamentales. En primer lugar, la detección
temprana del conflicto. Tal como lo plantea Garcés et al. (2023), la identificación precoz de problemas
emocionales, permite una intervención más efectiva antes de que los conflictos
se agraven o no tengan solución (Suero et al., 2019).
Otro elemento es el criterio esgrimido por
Goleman (1998), respecto a la intervención individualizada, que busca diseñar intervenciones
personalizadas que consideren las necesidades y características particulares de
cada estudiante. Es un factor importante la colaboración multidisciplinaria, lo
que implica involucrar a educadores, orientadores, psicólogos y padres de
familia, en el proceso de intervención
Otro indicador importante es la formación
continua del personal educativo. Bisquerra & Pérez (2007) también sostienen
que capacitar a los maestros y al personal educativo en la gestión de
conflictos emocionales y en las habilidades de inteligencia emocional, marca un
aporte significativo en la implementación de programas de ayuda.
Promover el positivismo en el clima escolar
radica en crear un medio escolar donde se suscite el respeto, inclusión y apoyo
mutuo. Por lo que, asegurar participación
activa de los estudiantes, involucra a la resolución de conflictos por parte
del estudiantado y la toma de decisiones que afectan el medio en el que se
desempeña. Aplicar estos criterios con base científica y bibliográfica,
permiten accionar con intervención de manera oportuna y eficiente, para darle
solución a los conflictos emocionales en el aula.
Importancia y efectos de los conflictos
emocionales en el aula de clases.
Con lo anteriormente expuesto, los
conflictos emocionales en el aula, son situaciones en las que se experimentan
dificultades emocionales por parte del estudiantado, que pueden afectar su
bienestar, obstaculizar en las relaciones interpersonales y deteriorar su
rendimiento académico. La gestión
adecuada de estos conflictos es indispensable y adecuada para crear un ambiente
de aprendizaje positivo y efectivo. Se
enfocará una serie de criterios teóricos que exploran la importancia y los
efectos de los conflictos emocionales en el aula, basado en diversas teorías y
estudios.
La importancia de abordar los conflictos
emocionales en el aula de clases, como parte del desarrollo integral del
estudiante, no solo enfoca los aspectos cognitivos, sino especialmente el
desarrollo emocional y social. Los
conflictos emocionales pueden interferir de modo silencioso pero impertinente
en el proceso de aprendizaje y afectar el crecimiento integral del estudiante,
cualquiera sea su edad o nivel de conocimientos.
Ya lo planeaba Mérida & Jorge (2007)
al enfocar su teoría de las inteligencias múltiples, donde sugería que la
inteligencia emocional es tan importante como la inteligencia lógico-matemática
y la inteligencia verbal-lingüística.
Los estudiantes necesitan desarrollar habilidades emocionales para
alcanzar un desarrollo equilibrado.
Igualmente, al instituir el positivismo en
el clima escolar, se plantea que existe un ambiente seguro y estable desde el
punto de vista emocional, como evento fundamental para el aprendizaje. Los conflictos emocionales que no se
resuelven crean ambientes de tensión y hostilidad, que afecta a los estudiantes. La teoría del apego de Bowlby (1969),
precisamente establece que los vínculos emocionales seguros fomentan un entorno
de aprendizaje seguro y positivo. Los
conflictos emocionales pueden romper esos vínculos, creando inseguridad y
ansiedad en el aula.
A partir de los aspectos del rendimiento
académico, se derivan pensamientos y modelos como el de Evans & Stanovich
(2013), los que reafirman la forma en que las emociones afectan proporcionalmente
la concentración, almacenar información y participación en clases de los
estudiantes. Por lo que, surge el modelo de procesamiento dual, que sugiere que
las emociones negativas interfieren la eficiencia del procesamiento cognitivo, por
lo que disminuye el rendimiento académico.
Por otra parte, otro efecto lo constituye el
impacto en el comportamiento de los estudiantes. Los que suelen presentarse como
comportamientos disruptivos, agresividad o retraimiento social, aspectos que
afectan al estudiante en conflicto así como al entorno que los rodea. Bandura (1997), planteó en la teoría de la
autoeficacia que los estudiantes que enfrontan conflictos emocionales
experimentan disminución autoeficacia, lo que trae consigo conductas como la
evasión o agresión.
Cuando surge como indicativo las relaciones
entre personas, estas pueden dañar las relaciones internas entre compañeros
producto a los conflictos emocionales, creando un entorno de exclusión, bullying
y falta de cohesión grupal. Erikson
(1963), en su teoría del desarrollo social, propone que los estos conflictos durante
las diferentes fases del desarrollo se convierten en procesos críticos que
afectan a los estudiantes en la formación de relaciones saludables y seguras.
Conclusiones
La inteligencia emocional en el ámbito
educativo promueve el desarrollo integral de los estudiantes, pues es esencial
para el desarrollo personal, rendimiento académico, habilidades sociales y
bienestar emocional. Los estudiantes con mayor inteligencia emocional son
capaces de manejar sus conflictos de manera más efectiva, reduciendo la
incidencia de problemas emocionales y comportamentales en el aula y en su
contexto social.
La generación de programas de aprendizaje
emocional ha demostrado ser eficaces en mejorar la regulación emocional y las
habilidades sociales de los estudiantes, promoviendo un ambiente escolar más
positivo y colaborativo. Sin embargo, es imprescindible la capacitación a los
docentes. La formación y capacitación de
los docentes en inteligencia emocional y gestión de conflictos, marca un antes
y un después en la implementación exitosa de estas estrategias. La capacitación
a los docentes los hará sentirse más dispuestos, preparados y seguros de apoyar
a sus estudiantes emocionalmente.
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