Recibido: 22/06/2023 │ Aprobado: 17/09/2023

Experiencias formativas de jóvenes isleños en la continuidad de estudios secundarios, Río Paraná (Rosario, Argentina) (Original).

 

Formative experiences of young islanders in the continuity of secondary studies in the Paraná River (Rosario, Argentina) (Original).

 

Macarena Romero Acuña. Lic. en Antropología. Doctora en Estudios Sociales de América Latina. CONICET/Ceacu- FHyA- Universidad Nacional de Rosario, Argentina.

[ macarenaromeroa@gmail.com ] .

 

Resumen

Este artículo busca discutir las posibilidades de continuidad de los estudios secundarios que jóvenes isleños tienen en un contexto donde no hay escuelas secundarias, o las que hay son de difícil acceso debido a las dinámicas que el río Paraná imprime por las características de ruralidad inundable que presenta. En este sentido, interesa dar cuenta de las experiencias formativas y los desafíos que suponen la continuidad de los estudios secundarios que dichas juventudes rurales vivencian, teniendo en cuenta las condiciones de reproducción de la vida cotidiana y la participación activa que estas juventudes tienen en las tareas de la economía familiar, es decir, en el trabajo con la familia y la comunidad. La investigación se sitúa en la Escuela Remanso, ubicada en la isla homónima en el Delta Medio del río Paraná, frente a la ciudad de Rosario, Argentina. El referente empírico está ubicado en un contexto rural-isleño de difícil o nulo acceso a la escuela secundaria, por lo cual se toma esta escuela primaria como punto de partida para encontrar a los jóvenes. Se siguen y reconstruyen las experiencias formativas de tres jóvenes Tina, Ana y Zuzo (seudónimos) que durante el 2017 cursaron el último año del primario en esta escuela. Se analizan las experiencias y las estrategias que desarrollan junto a docentes y adultos responsables para perseguir la continuidad de sus estudios y el pasaje a la escolaridad secundaria obligatoria en Argentina desde el año 2006.

Palabras claves: jóvenes; delta del Río Paraná; educación secundaria; experiencias formativas

Abstract

This article seeks to discuss the possibilities of continuity in secondary education for young islanders in a context where secondary schools are either non-existent or difficult to access due to the dynamics imposed by the flood-prone rural characteristics of the Paraná River. In this regard, it aims to explore the formative experiences and challenges associated with the pursuit of secondary education by these rural youth, taking into account the conditions of everyday life reproduction and their active involvement in family and community-based economic activities. The research is situated at Escuela Remanso, located on the eponymous island in the Middle Delta of the Paraná River, facing the city of Rosario, Argentina. The empirical reference is placed within a rural-island context with limited or no access to secondary education, hence this primary school is used as a starting point to locate the young individuals. The formative experiences of three young individuals, referred to as Tina, Ana, and Zuzo, who completed their final year of primary education at this school in 2017, are followed and reconstructed. The article analyzes the experiences and strategies developed by these young individuals, in collaboration with teachers and responsible adults, to pursue the continuity of their studies and transition to compulsory secondary education in Argentina since 2006.

Keywords: Youth; Paraná River Delta; High School Education; Formative Experiences

Introducción

En este artículo se busca dar cuenta de cómo los jóvenes de la isla Remanso, desde una temprana edad, articulan experiencias vinculadas al trabajo y al estudio. Se plantea que tanto el trabajo como el estudio forman parte de las experiencias formativas intergeneracionales en las que se construyen los cotidianos juveniles en la isla y el río Paraná. Se entiende por experiencias formativas a este compartir ciertos sentidos y prácticas vinculadas con la organización, gestión y sostenimiento del espacio familiar vinculando trabajo y estudios donde saberes de distintas generaciones entran en juego. Sin embargo, al alcanzar el último año de la escolaridad primaria, se genera una situación tensional en los jóvenes y las familias isleñas debido a que no hay escuela secundaria en el territorio que garantice la continuidad de los estudioses obligatorios desde el año 2006.

De ahí que interesa dar cuenta de cómo los jóvenes con una conciencia profunda de sus condiciones materiales de existencia (que suponen tareas vinculadas al trabajo de la pesca y al cuidado) y de la ausencia de escuela en el territorio, van tejiendo entre deseos, temores, ilusiones y desilusiones, distintas estrategias junto a personas adultas que acompañan su experiencia, para proyectar la continuidad de sus estudios secundarios. Este trabajo cuenta con tres apartados. En el primero se desarrolla el contexto donde se ubica la investigación evidenciando particularidades de la Isla Remanso, de cuestiones teórico-metodológicas y otros antecedentes de la investigación. En el segundo apartado se orienta al análisis y la discusión, donde se analiza que los jóvenes quieren estudiar y poder dar continuidad a los estudios secundarios en este contexto de desigualdad estructural que es el río Paraná y sus islas. Se resalta la importancia que estas juventudes isleñas dan a la escuela en tanto espacio de formación que puede darle garantías para su propio futuro; pero también como espacio donde se entraman experiencias intergeneracionales. Se evidencia como la ausencia de dicha institución genera situaciones tensionales y contradictorias frente a las posibilidades reales que las juventudes isleñas tienen de quedarse, irse o ir y volver del territorio isleño a la escuela secundaria de la ciudad de Rosario. En el tercer apartado, se profundiza en las conclusiones de este escrito.

Materiales y métodos

El proceso de investigación se orienta desde un enfoque socio antropológico que articula las diferentes dimensiones y escalas de las problemáticas bajo estudio en un intento por trascender las clásicas dicotomías entre lo micro y lo macro (Achilli, 2005) y lo rural y urbano (Williams, 1973). Por otra parte, la noción de cotidianeidad social (Heller, 1977; Kosik, 1965) adquiere una particular relevancia teórica metodológica para analizar las experiencias formativas (Lave y Wenger, 1991; Padawer, 2010) de las familias.

Al jerarquizar el análisis de experiencias formativas en relación con el trabajo y estudio, se atiende a la dinámica de las relaciones sociales reconstruyendo los contenidos históricos específicos del pasado como en los presentes historizados (Rockwell, 2009). Es por esta dimensión histórica que se realizaron entrevistas biográficas en profundidad a las familias residentes en la isla El Espinillo, con las que se trabaja desde 2016, remitiendo en dichas conversaciones a situaciones observacionales y el relevamiento y análisis de fuentes documentales. Con este cruce de aproximaciones técnicas se identifican indicios y huellas estructurales (Ginzburg, 1983; Rockwell, 2009) de las experiencias formativas de trabajo y estudios de las familias isleñas.

La investigación se sitúa en el contexto de islas del Delta Medio del Paraná, entre las ciudades de Rosario (Santa Fe) y Victoria (Entre Ríos). Esta zona sufrió una profundización en las transformaciones socioeconómicas y socioambientales a partir de: a) la construcción del puente Rosario-Victoria; b) de los avances del agronegocio, que supusieron el cultivo de soja en la zona continental que llevó a lo que se denominó “procesos de pampeanización de islas”, donde de manera intensiva se llevó el ganado del continente a la zona de islas del río Paraná; c) de la expansión de frigoríficos y el comercio de pescado a nivel internacional; y d) el avance inmobiliario para la construcción de emprendimientos turísticos y casas de fines de semana, intensificación que se produce en la última década profundizándose en el periodo de pandemia.

Por otro lado, en la ribera rosarina las políticas de recuperación estratégica de zona de “las costas”[1] y los procesos de urbanización que comienzan a fines de los ´90 cuando Rosario comienza a planificarse como una “ciudad que mira al río”, dan lugar a un proceso de “cerramiento” para los isleños a la urbe, debido a concesiones público-privadas de la ribera (Romero Acuña, 2020). De esta manera, las experiencias formativas que se producen mediante desplazamientos cotidianos de las familias isleñas a fin de trabajar y estudiar se ven atravesadas en los últimos años por este contexto particularmente conflictivo, que no puede escindirse de un proceso de mayor escala (Romero Acuña, 2021).

La investigación se encuentra en los cruces de los campos de la antropología y la educación, la antropología rural recibe aportes del urbanismo, con el fin de comprender la complejidad de los procesos sociales que atraviesan a la vida juvenil y sus familias en las tramas de la desigualdad que se entretejen en el conjunto de islas que se ubican frente a la ciudad de Rosario.

Se trabaja cualitativamente con entrevistas en profundidad a jóvenes, madres y padres que acompañan la vida juvenil. Esto se relaciona con aquello que la práctica antropológica busca: documentar lo no-documentado de la realidad social (Rockwell, 2009). El recurso siempre utilizado fue la grabadora del celular y anotaciones en mi cuaderno. A su vez, dentro de las estrategias para la realización de entrevistas se plantearon algunas de ellas de manera grupal, mientras que otras fueron individuales.

Para llegar a la comprensión del vasto y complejo entramado en la que sujetos, instituciones y políticas públicas confluyen, se trabaja con documentos de otro orden: registros periodísticos; legislaciones y planes y programas que contienen las políticas públicas y documentos escolares.

Orientan esta presentación dos grupos de antecedentes. Un primer grupo está conformado por investigaciones que abordan el trabajo de la pesca de río y distintos procesos de la vida cotidiana en las islas. Un segundo grupo conformado por aquellas investigaciones que dan cuenta de experiencias formativas intergeneracionales y educación secundaria, incluyendo trabajos que presentan los cruces entre escuelas, familias y trabajo.

Resultan antecedentes importantes los estudios que focalizan en el trabajo y los saberes de los pescadores artesanales vinculados a las reconversiones económicas en las zonas de Entre Ríos, centro y sur de Santa Fe (Castillo, Baigún, y Minotti, 2016; Tommasi, 2018). En relación al tema de la pesca, transformaciones en su comercio y puertos de fiscalización son relevantes las investigaciones sobre la costa[2] como derecho fundamental de los pescadores (Boelen, Hoogesteger, Swyngedouw, Vos y Wester, 2016; Balbi, 2000; Balbi, 2008b [1995]) donde la transición terrestre-fluvial es sumamente importante[3] (Prol, 2008; Mc-Goodwind, 2002).

Asimismo, son relevantes los trabajos sobre los puertos y procesos de fiscalización (control de los volúmenes y tallas de las capturas), donde la ribera y el río son escenarios de diferentes protagonistas y procesos (Ferrero, 2000; Ferrero y Arach 2020ª y 2020b; Ferrero y Arizpe Ramos, 2015). De manera más general, distintos trabajos dan cuenta de las relaciones de desigualdad en las que se encuentran les trabajadores de la pesca debido a la falta de regulación en las cadenas de producción y comercialización de los productos (Castillo, 2019; Castillo, Arelovich, y Urcola, 2019). Finalmente, en el territorio de Rosario, resulta relevante el antecedente de estudios sobre obras de infraestructura vial, paisajística y de reordenamiento territorial que entre 1977 y 1998 afectaron a los pescadores artesanales quienes debieron resignar parte de sus espacios de habitación, comercialización de pescado y atraque de embarcaciones (Roldán y Arelovich, 2020).

Para comprender la complejidad que supone lograr la continuidad de los estudios secundarios en un territorio de ruralidad inundable (que supone ciclos hídricos diferenciales de inundaciones y sequías) resulta necesario contemplar que dicho pasaje de la escuela primaria a la secundaria está vinculado a los desplazamientos necesarios para llegar a las escuelas secundarias. Los mismos suponen una dificultad en sí misma, pero además su complejidad se vincula con que los movimientos por el río son necesarios para el trabajo y, en general, la vida familiar (Romero Acuña, 2021). Resulta imprescindible vincular estas investigaciones referidas al trabajo que permite la reproducción de las familias en el territorio con aquellos antecedentes de investigaciones que iluminan los procesos educativos, lo que permite comprender las experiencias formativas de las familias isleñas en y entre las islas y la ciudad.

Son así antecedentes las investigaciones realizadas por los equipos que integran la Red de Investigaciones en Antropología y Educación -RIAE- (Argentina). Destaco particularmente aquellos trabajos cuyo foco está puesto en las experiencias formativas (Rockwell, 2007; Achilli, 1998; Padawer, 2010; Espoturno, Pavesio y Romero Acuña 2018), y en particular aquellos referidos a jóvenes y adultos en contextos de trabajo y escolarización formal (Padawer & Rodríguez Celín, 2015).

A su vez, son relevantes los trabajos realizados en escuelas de islas en la zona del Delta bonaerense (Neufeld, 1988, 1992, 1996), las investigaciones sobre estrategias de docentes y familias para evitar clausuras de escuelas (Straccia y Camarero, 2021), así como numerosas investigaciones que problematizan los vínculos entre familias, escuela y trabajo (Achilli, 2010, Neufeld y otros, 2010; Santillán, 2012; Cerletti, 2014; Cragnolino, 2010; 2007; 2004; Mayer, 2012; Ligorría, 2010; 2009 y Schmuck 2020). Algunas investigaciones dentro de esta temática han explorado las formas de organización de las familias y colectivos sociales para dar respuesta a la obligatoriedad escolar no garantizada por el Estado (Ambroggi et al., 2019), y entre ella, varias han puesto en evidencia la articulación de conocimientos que se generan entre los ámbitos familiares y escolares frente a esas demandas (Díaz, 2014).

Resulta igual de importante contextualizar las políticas públicas en Argentina, en especial las que suponen la obligatoriedad de la escuela secundaria y la particularidad que suponen las escuelas de islas en el sistema educativo argentino.

En la zona del Delta que se ubica entre las ciudades de Rosario y Victoria, hay varias islas que forman parte del Delta del Paraná. En esta zona de islas que contempla el área de estudio, hay actualmente un total de 11 escuelas que dependen del Departamento de Victoria, Provincia de Entre Ríos y 1 escuela que pertenece a la Provincia de Santa Fe. Once de estas escuelas son entendidas desde la Dirección Departamental de Escuelas que depende del Consejo General de Educación de la Provincia de Entre Ríos y que supervisa las Instituciones Educativas de todos los niveles y modalidades de la esfera pública, como escuelas de islas bajo la modalidad de escuela rural. A su vez y en relación a su ubicación geográfica estas escuelas son categorizadas por el Ministerio de Entre Ríos como en “Zona Inhóspita”, tomando como parámetro de clasificación el grado de “urbanidad” en que se encuentran las mismas. La escuela restante pertenece a la Provincia de Santa Fe, es a la que llamamos Escuela Remanso y es foco de este artículo. Encontramos que esta escuela figura en el Sistema de Gestión Escolar (Sigae) de Provincia de Santa Fe como escuela urbana en contexto de marginalidad.

Respecto de la obligatoriedad de la escuela secundaria, desde la segunda mitad del siglo XX, en Argentina se desarrolla un proceso de paulatina ampliación del acceso a la escuela secundaria que, a partir de la Ley de Educación Nacional (LEN) sancionada en 2006, pasó a ser obligatoria. De esta manera, la escuela secundaria, además de constituirse como el espacio social legítimo para albergar e integrar a un grupo amplio en edad de asistir al nivel, se erige como un tránsito obligatorio para les jóvenes hasta los 18 años (Nobile, 2016). Esta concepción en torno de la educación secundaria difiere del modo en que en el país fue concebida originalmente. Si a fines del siglo XIX, la Ley 1.420 estableció que la educación primaria debía ser universal, obligatoria y gratuita, la educación de nivel medio en cambio fue destinada a grupos minoritarios y se conformó en torno a circuitos diferenciados[4].

La extensión de la obligatoriedad escolar a la que se hace referencia se ha desarrollado en correspondencia con un proceso de paulatina ampliación y expansión de la educación en los distintos países del mundo. Para comprender las dinámicas de las políticas educativas en América Latina y su evolución a lo largo del tiempo, es esencial considerar la influencia de los organismos multilaterales en la formulación de agendas, las concepciones subyacentes y las medidas implementadas en el ámbito educativo (Vior & Oreja Cerruti, 2014). En concordancia con las tendencias de la política internacional, se ha observado un incremento y una expansión de la educación en diversos países del mundo desde mediados del siglo XX, lo que ha contribuido al fortalecimiento del sistema educativo en términos de inclusión de sectores históricamente excluidos (Dubet, 2006; Cappellacci & Miranda, 2007). Al analizar las transformaciones en las políticas educativas, es imprescindible considerar tanto los niveles de autonomía como la responsabilidad de los estados nacionales en la configuración de dichas políticas.

En 2006, se sancionó la Ley de Educación Nacional N° 26.206 (LEN) y dado que Argentina es una república federal y cada provincia tiene sus normativas en consonancia con leyes nacionales, las transformaciones ocurridas en las diferentes jurisdicciones desde entonces también adquieren particularidades. La Ley de Educación Nacional (LEN) establece la obligatoriedad de la educación en todo el país desde los cinco años hasta la finalización de la Educación Secundaria, la cual se define como una unidad pedagógica y organizativa destinada a adolescentes y jóvenes que han completado la Educación Primaria. Esta etapa se estructura en dos ciclos: un Ciclo Básico, que es común a todas las orientaciones, y un ciclo Orientado, que se diversifica según distintas áreas del conocimiento, el mundo social y el trabajo (LEN, 2006).

Junto con estos cambios legislativos, la educación rural ha adquirido mayor relevancia en la agenda de políticas públicas y acciones del Ministerio de Educación de la Nación y las diferentes jurisdicciones, aunque con variaciones dependiendo de los distintos gobiernos. Sin embargo, a pesar de que las tasas de escolarización en las zonas rurales son altas en comparación con otros países latinoamericanos, todavía existen desigualdades en relación a los entornos urbanos (Poggi, 2010; Steinberg, 2015).

Se evidencia que el entramado en el que las políticas de continuidad y obligatoriedad de la escuela secundaria se van construyendo es complejo, también contradictorio. En el apartado que continúa analizo qué sucede en el territorio de islas de la Escuela Remanso siguiendo las experiencias de pasaje a la escuela secundaria de les estudiantes: Tina, Ana y Zuzo.

Análisis y discusión de los resultados

Este artículo busca discutir las posibilidades reales de continuidad de los estudios secundarios que jóvenes isleños tienen en un contexto donde no hay escuelas secundarias. Interesa dar cuenta las experiencias formativas y los desafíos que suponen la continuidad de los estudios secundarios que dichas juventudes rurales vivencian, teniendo en cuenta las condiciones de reproducción de la vida cotidiana y la participación activa que estas juventudes tienen en las tareas de la economía familiar, es decir, en el trabajo con la familia y la comunidad. En este sentido, es importante dar cuenta como les jóvenes de la isla Remanso articulan desde una temprana edad trabajo (vinculado a la pesca y a tareas de cuidado) que de manera cotidiana conjugan con sus estudios formales.

Se parte del conocimiento de la falta del nivel secundario en el territorio, con lo cual ir a la escuela secundaria supone necesariamente desplazamientos en y entre las islas y la ciudad, como punto de partida para cumplimentar los estudios. La segunda cuestión que se conoce, es la que se desplegará en este tramo de la escritura, que se relaciona con las actividades productivas que realizan las familias, particularmente aquellas que se encuentran vinculadas a la pesca. Interesa aquí dar cuenta de cómo les jóvenes desde temprana edad articulan a sus estudios, tareas de la economía familiar y cómo estas condiciones materiales de reproducción de la vida inciden en las posibilidades de desplazamiento para la continuidad de los estudios secundarios.

Se vuelve necesario conocer qué sucede en la vida juvenil isleña por fuera de la escuela:

“¿Qué hago cuando no estoy en la escuela? Colaboro con la casa de mis abuelos, juego, ando por ahí, salgo a pescar con mi abuelo… si estoy en Rosario ayudo a mi papá en el taller, lo básico porque como no sé mucho todavía…” (Zuzo, RC[5] 11.05.2017).

“Le doy de comer a las gallinas, cuido a mi hermano, salgo a pescar con mis tíos, limpio las cosas de la casa, hago las compras, a veces en la ciudad, a veces en el almacén de la isla. Cuando es en la ciudad nos organizamos con otras mujeres para ir juntas o también a veces nos organizamos para dividirnos lo que son los bolsones que nos traen de la ciudad…” (Tina, RC 11.05.2017).

“yo nunca pesqué, más que si alguna vez lo hacemos como para comer, pero mi trabajo es ayudar más en el bufete para alcanzar las bebidas o las comidas a las mesas de los socios del club, En la semana hacemos huerta con mi mamá, ayudo a limpiar la casa, lo típico…” (Ana, RC 11.05.2017).

Si bien Tina, Ana y Zuzo van a la misma escuela primaria, sus experiencias vitales son bastante disímiles. Tina y Zuzo viven en la isla Remanso. Tina viene de una familia donde tiene muchos hermanos. Actualmente ella es la mayor que vive en el hogar de su madre y padre y tiene 3 hermanos más chicos compartiendo la vivienda. Todes están escolarizados en la Escuela Remanso. El padre y la madre de Tina tienen una situación de consumo problemático de alcohol. Tíos y primos suelen acompañarla mucho a ella y sus hermanos.  Ella es una gran pescadora, incluso reconocida por sus pares como mejor que otros varones de su edad y también más grandes.

Zuzo viene de una familia donde madre y padre se separaron cuando él era pequeño. La madre se quedó viviendo en la isla y trabajando de pescadora, se juntó con otra pareja por la cual Zuzo tiene un hermano y una hermana más pequeños que asisten como él a la Escuela Remanso. El padre de Zuzo se mudó tras la separación a la zona norte de la familia de Rosario, formando otra familia y trabajando en un taller mecánico. Durante su infancia y gran parte de su vida Zuzo ha tenido una relación conflictiva con sus padres, alternando su residencia entre la isla y la ciudad, pero apoyándose fundamentalmente en su abuela y su abuelo. Les abueles de Zuzo se dedican a la pesca y al trabajo en la escuela como empleada no docente, siendo la cocinera de la institución.

Ana vive en la isla Cañito, isla contigua a la isla Remanso y separada por un pequeño brazo del río que lleva a una laguna interna que conecta y separa a las islas. Vive con su papá y su mamá que trabajan como caseros en el predio que tiene en la isla, un club privado de la ciudad de Rosario. La familia vive en el predio de dicho club donde tienen su casa y atienden a quienes son socios y van desde la ciudad de Rosario al espacio del club en la isla los fines de semana fundamentalmente. Ana es hija única. Pese a que en la isla Cañito hay una escuela primaria, el padre y la madre de Ana tomaron la decisión de enviarla a la Escuela Remanso porque consideran que el nivel educativo es mejor y querían que su hija tuviera la oportunidad de pasar directamente a una escuela secundaria en Rosario sin tener que hacer trámites administrativos interprovinciales para dicho paso. Por el trabajo que la familia tiene, disponen de una embarcación y nafta de manera continua ya que muchas veces en el día el padre de Ana tiene que cruzar a la ciudad de Rosario por trámites vinculados con la sede del club. A su vez, Ana, tiene “amigas del club”, niñas de la ciudad de Rosario que cruzan a la isla y que se quedan a “hacer piyamadas”[6] y con quienes comparte experiencias juveniles de la isla y la ciudad.

Cuando se les pregunta por aquello que hacen cuando no están en la escuela primaria, les tres indican que realizan actividades de ocio, pasan tiempo en su casa, al aire libre, pero también hay un tiempo de su día que dedican a tareas vinculadas con el trabajo asociado a la economía familiar. En el caso de Ana y Tina, con ciertos matices, pero ambas realizan tareas del hogar; por otro lado, Tina y Zuzo agregan a esto, la complementariedad del trabajo en la pesca (aunque en esto Ana, agrega tareas vinculadas al trabajo en el club los fines de semana de temporada); finalmente les tres realizan (con distintas cargas) tareas de cuidado en sus hogares.

Les tres dan cuenta también cómo elles y sus familias circulan entre la isla y la ciudad: Zuzo, la familia de Ana, familiares de Tina también. Además, aparece la pesca como una actividad de interacción permanente con la ciudad, como en otros momentos históricos fue la venta de productos de las quintas isleñas que las generaciones adultas mencionan como recuerdo de sus infancias y juventudes en otras entrevistas.

Una diferencia fundamental que necesita ser explicitada entre las dinámicas laborales que tiene la familia de Ana con la de Zuzo y Tina, tiene que ver con las posibilidades de desplazamiento y aquello que supone el trabajo en la pesca. Todas las familias poseen embarcaciones, sin embargo, la posibilidad de comprar nafta para el traslado y los horarios laborales generan una diferencia fundamental para comprender las posibilidades reales de desplazamientos que estos menores de edad tienen.

“Hay distinto tipos de pesca, la mayoría de nosotros nos dedicamos a la pesca artesanal[7] que no es mala para el recurso como le dirían los investigadores. Y esta actividad se divide en horarios que son rotativos y en zonas en las que podés pescar que son históricos y en los que las familias han pescado desde siempre… serían como las hectáreas de campo, pero le llamamos canchas de pesca. Yo por ejemplo soy pescador del canal, o sea pesco en la parte acá intermedia más profunda del río, por donde pasan los buques de ultramar. Pero después tenés familias que se van río arriba con la embarcación y son pescadores de lagunas o de otras zonas… (…) y a nosotros los que pescamos acá en frente de la ciudad nos mató todo el tráfico que hay y como se fueron cerrando las costas porque ya casi no queda punto donde uno pueda vender, y lo que queda está muy corrupto (…) y a los que pescan en laguna los mataron los loteos” (Guillar, tío de Ana, RC 10.06.2016).

Guillar nos permite entrelazar algunas cuestiones a tener en cuenta para comprender las dinámicas que la pesca tiene para las familias en y entre la isla Remanso y la ciudad de Rosario. Lo primero a decir es que el ejercicio de la pesca es una experiencia formativa intergeneracional ya que entrelaza a través del tiempo a distintas generaciones en torno a determinadas prácticas, saberes y conocimientos respecto de un oficio que es aprehendido desde el hogar, incluso cuando padres y madres no realizan esta labor.

En los casos en que esta actividad forma parte de la actividad de la cual las familias se sustentan, se desarrollan sentidos y prácticas en torno al oficio de las cuales se participa desde la infancia. Aparecen distintos relatos que dan cuenta de relaciones familiares organizadas en época de pescado. A su vez, se naturalizan e incorporan desde la temprana edad, la cuestión de las canchas como territorio de trabajo.

Aparecen también entre las historias de les jóvenes el aprender a tejer una red con algune abuela o abuelo; aprender a reparar una embarcación con algune tío o tía; historias de pescar con caña; de la primera vez que se ayudó a levantar una red en el canal o a destripar sábalo en la costa; o incluso de la primera acampada camino río arriba para pescar en alguna laguna.

“Nosotros salimos, navegamos río arriba, hacemos noche y descansamos para juntar fuerza y al día siguiente, en el horario del pescado, que suele ser alrededor de las 5 de la mañana empezamos a trabajar tirando las redes. A esto lo hacemos varias veces. Y a veces tenemos suerte y llenamos la embarcación… otras volvemos a pasar la noche en la isla, donde armamos campamento y al día siguiente volvemos a repetir el proceso de arrancar temprano (…) te podrás imaginar que no volvemos porque sería un gastadero de nafta que no alcanzaría para cubrir el traslado y el trabajo, por eso es que acampamos… el problema es que cada vez nos quedan menos lugares porque cada vez aparecen más carteles de propiedad privada” (Santiago, padrino de Tina, RC 10.06.2016).

Hasta aquí se desarrolla cómo les jóvenes de la isla Remanso articulan desde una temprana edad trabajo vinculado a la pesca y a tareas de cuidado, que de manera cotidiana conjugan con sus estudios formales. Ahora bien, es interesante retomar para esta discusión la repercusión que a veces estas dinámicas tienen en el desarrollo en la escuela primaria que tienen estas juventudes isleñas:

“Y ¿qué es aquello que como docente puedo hacer yo si un chico me falta a la escuela o se me queda dormido porque estuvo pescando? La realidad es que nada, porque primero que es un trabajo que mama desde que nace (…) segundo hay que primero exigirle al estado y luego a estos pibes. (…) Porque la realidad es que hace 11 años es obligatoria la escuela secundaria. Hace 11 años reclamamos una escuela en el territorio. (…) Pero eso es plata, es presupuesto. Entonces la realidad es que hay una política pública que no se puede cumplir porque no existe la escuela, no existe esta continuidad. La continuidad es que el pibe cruce a la ciudad o vaya a otra isla. Pero el pibe no lo va a hacer, porque la familia acá lo necesita y porque ellos necesitan de esta familiaridad. Y no sólo hablo de los lazos de parentesco, hablo de la familiaridad del territorio, de la isla, del agua, del multigrado”. (Pedro, director y docente de escuela primaria Remanso, octubre 2017).

Al inicio del artículo, se propuso dar cuenta las experiencias formativas y los desafíos que suponen la continuidad de los estudios secundarios para las juventudes isleñas. A su vez, se planteó que les jóvenes en las entrevistas daban pistas de tener profunda conciencia de sus condiciones materiales de existencia (que suponen tareas vinculadas al trabajo de la pesca y al cuidado) y de la ausencia de escuela en el territorio, y cómo en relación a esto van tejiendo entre deseos, temores, ilusiones y desilusiones al proyectar durante el cursado del último año de la escuela primaria, la continuidad de sus estudios secundarios.

Hasta acá me centré en describir las dinámicas de vida y trabajo de les jóvenes y sus familias, me interesa (para poder empezar a dar cierre a este artículo) pensar cómo todo esto se vincula con el pasaje y las dificultades de dar continuidad a la escuela secundaria. Algunas cuestiones que aparecieron en relación a esto último en las entrevistas a les jóvenes en un contexto donde se llevaron a cabo a lo largo de 2017 distintas reuniones para pensar estrategias entre docentes, familias y Ministerio de Educación de Provincia de Santa Fe, para lograr la continuidad en los estudios secundarios fueron las siguientes:

En relación al desplazamiento:

“es una paja[8] pensar un cruce diario, más allá de que sea un cruce corto, es un lío, te cansa… yo ahora que vivo con mi papá me pedí el pase a Rosario porque ni loco voy y vengo todos los días de la isla a la ciudad… y eso que esta escuela tiene mejores horarios que la escuela de la ciudad. Pero la cosa es que se nota que no saben nada del río los que nos dan oportunidades en Rosario. A ver: ¿qué pasa si hay neblina?, ¿qué pasa si hay sudestada? O más simple: ¿quién me lleva y me trae? Porque soy menor yo, no puedo manejar” (Zuzo, RC 16.11.2017).

“mi problema no sería el cruce, porque mi papá lo hace todos los días y la verdad es que mi mamá podría acompañarme las primeras veces, pero es cierto que vamos a tener que tener permitidas más de 15 faltas, porque el clima influye mucho… igual, mi papá dice que en las reuniones con el ministerio lo hablan y que se va a tener en cuenta y que va a haber una beca para cruzar” (Ana, RC 16.11.2017).

“mi papá y mi mamá no están yendo a las reuniones con el ministerio (…) Pero me dice el profe que van a dar una beca. Pero no es nada lo que dan. No alcanza para hacer el cruce ni 15 días con 1000$… y ni te hablo de que como no se trabaja se pierde el ingreso de ese día… y la cuestión de cruzar el río es un problema” (Tina, RC 16.11.2017).

Aparece vinculado a la continuidad de la escuela secundaria una motivación que se ancla en lo que podemos identificar como huellas de las perspectivas de futuro que estos jóvenes tienen para sus propias vidas. Las transformaciones de las últimas décadas de estas realidades laborales llevan a que el pasaje de la escuela primaria a la escuela secundaria, para les jóvenes, se proyecte vinculado a una posibilidad laboral de futuro. “Por ahí si tengo la secundaria terminada, en algún momento Dante se va a jubilar… varios hombres de la familia trabajaron vinculados a la escuela, a ser porteros o presidentes de la cooperadora, entonces hacer la escuela y tener el título sería una posibilidad de trabajo acá” (Zuzo, 29.02.2018).

También sucede que “a muchas mujeres de por acá que limpian casas en otras islas le empezaron a pedir si tenían la secundaria para ayudar en las tareas a los chiquitos, yo no me imagino en esa, pero capaz que sí como ayudante de cocina o peluquera más allá de la pesca, como plan b” (Tina, 29.02.2018). Por su lado, Ana manifiesta que “la verdad es que yo quiero seguir medicina y para hacer la universidad te piden el título secundario por eso seguir…” (Ana, 29.02.2018).

Pero también se presentan situaciones tensionales para estes jóvenes y se retoma acá aquello de la familiaridad que el director de la escuela planteaba en la entrevista de octubre de 2017 transcripta más arriba en este artículo. La falta de escuela en el territorio y el necesario desplazamiento para cumplimentar los estudios secundarios generan sentimientos de “expulsión” del territorio y de cambio profundo de la vida como la conocen.

También hay por parte de estes jóvenes un reconocimiento de estar en un lugar que no les corresponde, algunas de las cuestiones que aparecen y dan cuenta del malestar vinculado a la continuidad de la escuela secundaria fueron expresadas de la siguiente manera:

“ahora todos hablan de la secundaria, pero nadie quiere saber de verdad qué nos pasa… digo, porque si me dicen que es obligatorio, que puedo elegir, pero que después no saben qué va a pasar de verdad… ¿nos están dando a elegir? Yo siento que me obligan y que va a ser algo que no voy a elegir” (Zuzo, RC 04.10.2017)

“Yo siento que no es como mis amigas de Rosario, como que ellas no tienen tanta presión como siento a veces yo… y eso cansa un montón” (Ana, RC 04.10.2017)

“El problema es que acá no hay escuela. Y a todo esto lo vamos a tener que vivir nosotros y también después los más chiquitos, Por ejemplo, ¿qué va a pasar con mis hermanos más chiquitos si yo n voy a la escuela con ellos? ¿quién los lleva? Y también… ¿quién me lleva a mí?” (Tina, RC 04.10.2017)

“y entonces digo yo, si es tan obligatorio, ¿por qué tenemos que estar nosotros en esta? ¿Por qué no le toca a los grandes y nos ponen una escuela acá y lo solucionan? Porque lo hablan mucho, pero todavía no pasa nada y vamos a llegar a fin de año en cualquiera…”   (Zuzo, RC 04.10.2017).

En estas hojas, se dio cuenta de las experiencias formativas que vivencian jóvenes isleños vinculadas a la continuidad de estudios secundarios en una zona del Río Paraná (Rosario, Argentina) donde no hay escuela secundaria, o las que se presentan como posibilidad son de difícil acceso. Se realizó un recorte de dichas experiencias vinculadas por un lado a los desplazamientos que la continuidad de los estudios supone; por otro, al trabajo de la pesca.  Se identificó como en un territorio donde no hay escuela secundaria (pese a que la misma es obligatoria desde el año 2006 en Argentina) la continuidad de los estudios secundarios no está dada debido a que no hay condiciones materiales para poder garantizar la continuidad de los estudios secundarios, aunque sí se identifican una cantidad de esfuerzos individuales y colectivos que buscan e impulsan dicha continuidad.

De igual modo, se dio cuenta de las condiciones de reproducción de la vida en las que las juventudes isleñas se encuentran y las lecturas que estos jóvenes realizan de las mismas, así como también se resalta que les jóvenes quieren continuar en la escuela.

Los jóvenes expresan preocupación acerca del desplazamiento necesario para continuar con sus estudios secundarios. Zuzo destaca las dificultades del cruce diario desde la isla a la ciudad, resaltando la falta de conocimiento sobre el río por parte de quienes ofrecen oportunidades para la continuidad educativa desde Rosario. Ana menciona la influencia del clima en el cruce y la posibilidad de faltar a clases, pero confía en que tanto Ministerio de Educación como la escuela secundaria considerarán estas circunstancias. Tina resalta las limitaciones económicas y los problemas asociados con el cruce del río.

En cuanto a la continuidad de la escolaridad secundaria, se observa una motivación relacionada con las perspectivas de futuro de estes jóvenes. Para Zuzo, completar la secundaria podría significar una posible oportunidad laboral en la comunidad, siguiendo los pasos de otros miembros de su familia vinculados a la escuela. Tina menciona las oportunidades de trabajo en tareas domésticas en otras islas y considera la posibilidad de ser ayudante de cocina o peluquera como alternativa a la pesca. Ana expresa su deseo de estudiar medicina y destaca la importancia de obtener el título secundario para acceder a la universidad. Estas perspectivas laborales futuras influyen en la construcción que los jóvenes realizan sobre la importancia de continuar con sus estudios secundarios.

A su vez, el trabajo de campo revela una serie de tensiones y complejidades en relación con el desplazamiento y la continuidad de la escuela secundaria. Aparecen entre los jóvenes sentimientos de expulsión y cambio profundo en sus vidas debido a la falta de escuelas en su territorio, lo que los obliga a desplazarse para poder continuar sus estudios. Esta necesidad de movilidad plantea desafíos logísticos y prácticos, como los problemas relacionados con el clima, el transporte y la imposibilidad de alguna de las familias de poder tener las condiciones (tiempo y dinero) para acompañar este llegar a la escuela secundaria.

Los jóvenes destacan la importancia de la escuela secundaria como una oportunidad para su futuro laboral y desarrollo personal. Ven en la obtención del título secundario la posibilidad de acceder a mejores oportunidades de empleo y contribuir al bienestar de sus familias y comunidades. Sin embargo, también señalan las limitaciones económicas y la falta de recursos para afrontar los costos asociados al desplazamiento y la continuidad de sus estudios.

Resulta imprescindible comprender la complejidad de la vida de estos jóvenes en la isla, los contextos específicos en los que se encuentran, las decisiones que toman las familias y los desafíos a los que se enfrentan los docentes para garantizar la continuidad de la escuela secundaria en un contexto de desigualdad social.

Finalmente, y pensando en un contexto Latinoamericano global, donde está instaurado - desde el sentido común y también desde algunas corrientes teóricas - discursos con nociones como el de la meritocracia y “el fin de la educación”; se tornan importante este tipo de investigaciones que dan cuenta de cómo los entramados sociales y barriales y las vidas familiares se encuentran en la vida cotidiana de las escuelas generando distintas prácticas y sentidos en torno a procesos educativos y escolares que apuntan al refuerzo de aquello que la política pública establece como obligatorio.

En este sentido, entender la complejidad de la vida juvenil para lograr la continuidad de la escuela secundaria en contexto de desigualdad social, se vuelve imprescindible. Porque así recuperamos el sentido y la importancia que dan los sujetos a la institución escolar y las escuelas ya no son la escuela, o ese todo homogéneo normativo o reproductor, o aquello que es tan nuevo que pareciera haberse gestado por generación espontánea sin reconocer recorridos o la historia contextual; sino que toman vida en esos múltiples procesos que la atraviesan donde los sujetos son activos y construyen también en su vida cotidiana, estos espacios educativos.

Conclusiones

1.      Se evidencia la complejidad de la situación que enfrentan los jóvenes en relación con el desplazamiento y la continuidad de la escuela secundaria. Se enfrentan a obstáculos geográficos, logísticos, afectivos y económicos que afectan su acceso y participación en la educación.

2.      Es importante continuar desarrollando investigaciones relacionadas con temas sociales, familiares y barriales y su vínculo con la escuela para mejorar el proceso de enseñanza y garantizar así la  continuidad de estudios en la secundaria en contextos de desigualdad social.

 

 

 

 

 

 

 

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[1] Las categorías “costas” y “cerramiento” se tratan de categorías nativas (Rockwell, 2009) para referirse a la ribera rosarina y a los procesos de transformación de la ciudad visto desde las islas. Respecto de la categoría “ciudad que mira al río”, se refiere a cómo están redactadas distintas políticas públicas vinculadas a Rosario.

[2] Se destaca que en esta recopilación de antecedentes las categorías de costa y ribera son utilizadas de manera indistinta ya que los antecedentes revisados provienen de estudios de pesca (algunos puntualizados en ríos, otros vinculados a la pesca marítima).

[3] Actualmente hay algunos proyectos políticos que buscan generar ciertas regulaciones como el proyecto de la diputada Matilde Bruera para la modificación a la Ley de Pesca Provincial (Santa Fe) con ordenamientos territoriales que tendrán que adaptar distintos Municipios y Comunas, entre la que entra la ciudad de Rosario.

[4] Aunque su temprana expansión distingue al país entre los más avanzados en términos de escolarización de jóvenes en América Latina, desde la creación de los primeros colegios nacionales durante la segunda mitad del siglo XIX hasta la década de 1930 la educación secundaria se reservó la función de formar a las élites políticas y burocráticas, así como a docentes y profesores (Dussel, 1997).

[5] RC es la sigla que se utiliza para indicar que es un Registro de Campo textual que se desprende de una entrevista cuya fecha le sigue a la sigla. Se verán a lo largo del escrito otro tipo de reconstrucciones de campo que son realizadas por la investigadora a partir de la condensación de relatos de varias entrevistas y de observaciones de campo, un ejemplo de esto es la reconstrucción de las experiencias vitales de les tres jóvenes isleñes.

[6] “Hacer piyamadas” remite a una reunión nocturna, generalmente supervisada por adultes, en una casa, donde generalmente niñas se reúnen con su ropa de cama para compartir diálogos, películas y jugar distintos juegos antes de dormir.   

[7] Actividad pesquera extractiva realizada particularmente por pescadores manuales, sea en el ámbito familiar o en el ámbito social individual o de pequeñas asociaciones de individuos, con embarcación o sin embarcación, sea ésta a remo o a motor, cuya característica primordial es su baja capacidad de captura diaria y su poco tiempo de navegación y alejamiento. En: https://www.argentina.gob.ar/senasa/programas-sanitarios/cadenaanimal/animales-acuaticos-produccion-primaria/pesca-artesanal

[8] Es una expresión grotesca que da cuenta de hartazgo, cansancio, falta de ganas. Denota apabullamiento por una situación y a la vez da cuenta de malestar y engorro por tener que enfrentarla.