Vernaza Pinzón

                                                                                         Recibido: 04/02/2023 │ Aprobado: 11/07/2023

¿Cómo vive el docente la ruralidad? Un relato de vida (Ensayo).

How do teachers experience rural life? A life story (Essay).

Paola Vernaza Pinzón. Fisioterapeuta. Estudiante doctorado en Ciencias de la Educación. Profesora Titular Departamento de Fisioterapia. Universidad del Cauca. Colombia.

[ pvernaza@unicauca.edu.co] . 

Resumen

Este artículo se orienta a reconocer las realidades de un sujeto educador en una zona rural del departamento del Cauca, Colombia. Su fin permite la comprensión de las experiencias sociales, culturales, económicas y ambientales de las comunidades y territorios; espacios vividos en los cuales se evidencian situaciones de las realidades rurales, desconocidas para muchos, invisibles para otros. Se realizó a partir de la historia de vida de un docente que cuenta lo vivido en tres instituciones rurales: zona indígena, zona campesina, zona mixta, ubicadas en el departamento del Cauca, afectado por conflictos sociales: violencia, desplazamiento, pobreza, falta de infraestructura, ausencia del estado en los territorios. El ensayo no da cuenta de los procesos de enseñanza-aprendizaje en la escuela rural, da cuenta de las realidades vividas por un docente en función a las miradas que deben re-conocerse en el contexto de educar en la ruralidad. En tal sentido recoge partes de la historia en cuanto cuento-vivido por parte del docente rural, para finalmente reflexionar sobre las brechas en la educación rural que no permiten el crecimiento y desarrollo social de los territorios.

Palabras clave: educación rural; docente; relato; Colombia 

Abstract

This article is oriented to recognize the realities of an educator in a rural area of the department of Cauca, Colombia. Its purpose allows the understanding of the social, cultural, economic and environmental experiences of the communities and territories; lived spaces in which situations of rural realities are evidenced, unknown to many, invisible to others. It is based on the life story of a teacher who tells what he lived in three rural institutions: indigenous zone, peasant zone, mixed zone, located in the department of Cauca, affected by social conflicts: violence, displacement, poverty, lack of infrastructure, absence of the state in the territories. The essay does not give an account of the teaching-learning processes in the rural school, it gives an account of the realities lived by a teacher in terms of the views that must be re-examined in the context of educating in rural areas. In this sense, it gathers parts of the story as a story-lived by the rural teacher, to finally reflect on the gaps in rural education that do not allow the growth and social development of the territories.

Key words: rural education; teacher; story; Colombia

Una conversación en la que el tiempo no fue el límite (Jones, 1983), permitió a partir de la descripción de una historia de vida (Taylor & Bogdan, 1998), conocer las vivencias que subyacen de las dinámicas del oficio docente. Por tanto, el presente relato no constituye en sí mismo la descripción de la práctica docente, es un acercamiento a la vida de un docente en la escuela rural que no solo vivencia sus experiencias desde el pensar-se como docente en sus prácticas pedagógicas, si no desde las vivencias propias que implica dar una mirada al territorio donde gesta sus proyectos, observar la cultura para comprender las diversidades de las comunidades, e incorporarse con el ambiente tanto natural como social, para hacer visibles las inequidades y desigualdades de la ruralidad, que para los hacedores de las políticas educativas son invisibles.

Este relato hace parte de la historia de vida de un profesor de 44 años, oriundo de la ciudad de Popayán-Cauca-Colombia, con experiencia rural en tres zonas específicas del departamento del Cauca: zona indígena, zona campesina, zona mixta. La historia, narrada con el asentimiento verbal del entrevistado se erige bajo la protección de datos personales, de manera que para la protección de la confidencialidad el informante en el relato ha sido llamado “E”.

El departamento del Cauca está ubicado al sur de Colombia, su población la conforman aproximadamente 1.404.205 personas, la mayoría se concentra en los sectores rurales, caracterizados por una multiculturalidad étnica que agrupa comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizos, entre los principales (Cardona-Arenas et al., 2020).

De acuerdo al Consejo Noruego para refugiados (2015), en las zonas rurales del municipio del Cauca, se han identificado alrededor de 1.809 personas desescolarizadas y 14.613 personas analfabetas. Las mayores dificultades se han encontrado en aquellas poblaciones rurales dispersas y apartadas, que además han sido afectadas por la violencia derivada del conflicto armado.

A lo largo del relato, aparecen elementos contextuales y experienciales que abarcan diferentes dominios, el personal, el social, el cultural y el político, experiencias construidas de aprendizajes del diario vivir donde se caracterizan momentos de la experiencia de cómo se vive la educación rural desde la lupa de un docente.

“E”, politólogo con estudios posgraduales en filosofía y ética, es un docente del área de las ciencias sociales tanto para escuelas rurales, como en procesos de formación académica universitaria. La experiencia de “E”, en el área rural data de 11 años, con correrías entre la enseñanza básica y universitaria, una correría que le implica moverse entre territorios y culturas, cambiando de sentires, discursos y sujetos en menos de 24 horas.

 “E” inicia sus actividades docentes en la zona rural muy temprano en la mañana y las termina ya entrada la noche con sus clases en la universidad. El día de 24 horas es insuficiente con las actividades de preparación de clases, de ocio, e incluso de descanso. La primera escuela rural en la que se desempeñó “E” fue una escuela de zona indígena en el resguardo de Novirao[1]. La escuela contaba aproximadamente con 100 estudiantes, acogidos y orientados por ocho profesores incluidos la rectora de la institución. En esa escuela trabajó haciendo un remplazo docente en bachillerato, fue un trabajo transitorio dado que la comunidad Nasa, prefiere que los educadores sean propios de su comunidad para el adecuado aprendizaje de lo cultural y ancestral. “E” cualifica su experiencia en esta institución como sorprendente y a la vez aterradora, dado que desconocía cómo se educaba en la ruralidad, lo que le implicó adaptarse a los procesos educativos rurales, a la realidad de los territorios; la experiencia le invitaba a conocer las dinámicas de la educación rural, la cultura y el modelo de escuela nueva.

Yo admiro realmente a esas personas que se metieron de lleno con el tema de la escuela nueva, tener a los chiquitines hasta los chicos de nueve y diez años en un solo espacio, o sea, la locura. La verdad yo no sé pues si en algún momento le correspondiera a uno, uno se adapta, pero los procesos son complejos…Eso fue algo totalmente nuevo para mí, porque pues yo venía de una escuela, digamos más desde el sector privado y realmente al principio yo lo confieso, me costó adaptarme a esas lógicas totalmente distintas, de lo que es, digamos, la realidad de los territorios y la cultura.

Había muchas situaciones que requerían comprensión, por ejemplo: la puntualidad no existe en la ruralidad, el tiempo corre al ritmo de la comunidad, los estudiantes para llegar a la institución deben caminar por un lapso de dos a tres horas a veces sin probar bocado y bajo las inclemencias del clima, situaciones que le implican al docente adaptarse bajo la comprensión de las particularidades de la comunidad.

Los estudiantes caminan dos o tres horas para llegar a un punto donde pronto los pueda recoger una chiva o el camión de la leche y llevarlos al destino; eran personas con las que yo obviamente no podía digamos exigir puntualidad, nosotros en esos términos estamos muy occidentalizados al tema de la puntualidad… El tema de la puntualidad era pues, digamos, muy difícil de aceptar y ni qué decir de las tareas y de las exigencias con estas personas, pero finalmente me adapté, yo soy una persona que se adapta fácil y terminé siendo muy buenas amistades allá, pues las personas son muy valiosas… Las realidades eran tenaces.

Como docente, era imperioso conocer las expectativas de los niños y jóvenes respecto a su futuro profesional, los muchachos contaban que iban a la escuela, para asegurar una comida al día, no tenían grandes expectativas después de salir de la escuela, su máxima, era casarse y formar una familia. Comprendió que esas eran las lógicas propias de ese territorio en el que el docente compartía, conocía y aprendía sobre el pensar y el sentir de una cultura indígena.

Yo conversaba mucho con la gente, más que todo con los pelaos y yo le decía, bueno chicos y ustedes ¿qué piensan hacia futuro? -no profe pues aquí hay que estudiar porque pues de alguna manera esto no nos sirve, pero para el tema digamos del comedor escolar sí… bueno estamos aquí porque, digamos, que en términos muy coloquiales tenemos al menos un golpe asegurado….

…Después de salir de este estudio chicos de 13 años y 14 años querían formar una familia... nosotros gracias a Dios pudimos ser niños, desarrollarnos como niños, después como adolescentes y después tener la idea de profesionalizarnos y de trabajar y en medio de ese proceso ya entrados en ciertas edades pues constituir familia, allá no.

El paso por esta escuela no fue muy largo, dado que estaban esperando el apoyo docente de la misma etnia, una persona que conociera su lengua, su cultura y su historia. Esta situación generó su trasladado a otra institución educativa en el municipio de Cajibío, institución en la que solamente ofrecían educación primaria desde la transición a quinto grado y en la cual contaban con un equipo de cuatro profesores, la población a la cual le daban acogida en esa zona era campesina.[2] 

Yo llegué a trabajar en primaria, después de venir de bachillerato y digamos que uno cambia la exigencia en la preparación de los temas y problemas que uno va a orientar por paciencia prácticamente, cosa que sí me cuesta, pero bueno, uno de todas maneras realiza su oficio con el mayor amor y digamos que recuerdo tanto que en segundo yo tenía siete estudiantes nada más, y por allí yo pasaba de pronto a orientar unas ciencias sociales en cuarto grado en el que habían, no sé, ocho o máximo diez estudiantes, alguna vez me correspondió cuidar a unos chiquitines de transición…

…Eran realmente pocos estudiantes, había otra institución educativa la principal de la zona, esa sí tenía hasta grado 11 pues allá estábamos cuando había reunión y estábamos más profesores rurales.

Esta experiencia para “E” fue quizás más extraña por muchos factores, primero el transporte de Popayán hasta la escuela era toda una odisea; tenían que llegar hasta una vereda de Cajibío llamada la Pedregosa y de allí tomar una moto o un carro hasta la escuela, la que quedaba muy cerca de la cordillera, en la que aparecen con frecuencia personas pertenecientes a grupos al margen de la ley. La escuela forma parte de la zona en la que se vive un conflicto social y bélico permanente, convirtiéndose en una situación aún más estresante para “E”, quien necesitaba del trabajo, por ello todos los días de camino a la escuela agradecía a Dios la oportunidad de contar con un trabajo para su sustento personal y familiar y de pasadita pedía por su integridad física.

Cajibío, continúa siendo un municipio muy cercano a Novirao la escuela anterior, pues por cuestiones del territorio nos queda por aquí muy cerca, pero pertenece a Totoró, digamos que es parte de vecindad más cercana de Totoró con Popayán, porque pues prácticamente tú vas a Novirao de aquí[3] a 15 minutos cierto?, y bueno de ahí, de trayecto a la escuela hay digamos unos diez minutos, porque la carretera permite ese desplazamiento. En cambio para Cajibío se va por el Cairo, uno se desvía y bueno empieza la travesía, porque la verdad que para llegar a Cajibío era mejor dicho toda una odisea: yo tomaba digamos, la primera buseta que me encontraba hasta la estación de servicio, nuevamente tomaba la primera buseta que me pasaba y yo me iba en ella, entonces hay unas busetas que van hasta un sitio que se llama el Oasis, después de la venta de Cajibío, ahí dan la vuelta y se devuelven para Popayán y allí en ese punto, pasan los carros que van a Cajibío, y yo me subía en un carro de estos y llegaba al Cairo y del Cairo, cogía una moto o un yip, que me llevaba hasta la cabecera municipal de Cajibío y la institución no era en Cajibío, era en un corregimiento llamado la Pedregosa, la perspectiva en moto que es digamos, el vehículo más rápido para llegar allá, queda más o menos a 20 ó 30 minutos…(suspiro).

… La institución principal quedaba allí en la Pedregosa, pero yo trabajaba en una escuela satélite a diez o 15 minutos de la Pedregosa, o sea que más o menos uno se desplazaba hasta la pedregosa en unos 40 ó 45 minutos en carro o en moto, pero digamos que era un acceso que presentaba sus dificultades, era una odisea llegar allá y también era de cierto modo un estrés permanecer allá, porque digamos que allí, ya vamos tirando más hacia la cordillera donde aparecen personas ya sabes cuales; yo nunca tuve problemas con ellos, pero yo me encontraba pues con esos personajes y con situaciones relacionadas con el conflicto armado y eso pues a mí me generó un estrés tenaz. Tener un empleo, pues bueno hay que cuidarlo mucho y además de eso, pues a mí la docencia me gusta mucho, entonces yo todos los días montado en esas motos empolvado, mojado a veces, daba gracias a Dios pues por tener ese trabajo y yo llegaba como fuera, pero estaba allá.

Le impresionó de la zona tanta precariedad, pero a la vez, la entereza de los niños. La escuela carecía de agua y todos los niños llegaban diariamente con tarros llenos de agua, eso los convertía en guerreros serviciales ¡y qué guerreros! pues es difícil que los seres humanos reciban clases sentados en troncos o piedras, y además presten atención luego del esfuerzo físico de llevar tarros de agua a la escuela.

Pero entonces lo que te digo, cuando pues, digamos, se programaban las reuniones de la entrega, uno veía a personas pues con ciertos distintivos que no quiero mencionar aquí, pero que te ponían un poco los pelos de punta, porque uno dice ¿dónde me he metido? y en esto se enteran pues que yo soy politólogo y que entiendo de cierto modo estos temas y entonces empezarán a preguntar y si de pronto uno no comulga mucho con sus tesis, pues quién sabe cómo me vaya y ellos pues popularmente como se dice, le miden el aceite a las personas, o sea, hacen ciertas preguntas muy acuciosas. Pero la gente digamos en general era bien, pero en esta zona es donde yo he visto más la precariedad en términos socioeconómicos muy tenaz, comenzando porque pues en la escuela no había agua, entonces los niños como un compromiso por parte de los padres de familia llegaban con los tarros llenos de agua, tarros más grandes que ellos, era increíble ver a esos chiquitines tan fuertes no solamente física, sino también mentalmente…Uno a todo se acostumbra, pero yo siempre digo que esas personas son dignas de admiración, porque pues yo no sé si uno hubiese aguantado lo que a ellos les ha correspondido aguantar, es muy tenaz…

 … Pues digamos la institución educativa y el territorio va tornando a la gente muy dura, o sea dura no solo física sino también pues emocionalmente en cuanto a carácter personal, incluso son muy toscas, pero en todo caso digamos muy serviciales, afables. No tengo malos recuerdos de allá de la comunidad, pero la verdad es la precariedad, por ejemplo, en los salones de clase, los chicos estaban en troncos o en piedras, los pizarrones eran solo de tiza, me acordaba yo de de mis clases, cuando los profesores trabajaban con tiza y almohadilla; pero pues después de 40 años y en estos contextos (suspiros), pues la realidad era esa.

Por ser docente del magisterio, “E”, adicionalmente daba apoyo con las clases de ciencias sociales en el municipio de Totoró, una institución más grande que las anteriores, su cobertura educativa le permitía recibir aproximadamente a 900 estudiantes, los que eran orientados por 32 profesores.

Como a inicios de 2008, tenía que dar apoyo en una institución educativa de la cabecera municipal de Totoró, esta institución educativa era grande, pero su infraestructura no era la mejor para acoger a tantos niños; éramos 32 profesores, eso nos permitía tener salones de 25 estudiantes.

El contexto sociocultural y familiar de los estudiantes era complejo, comunidades indígenas con comunidades campesinas en el mismo lugar[4] donde las personas sobreviven muchas veces gracias a los subsidios que reciben las familias cuando se reportan a sus niños estudiando, adicionalmente los niños en las instituciones educativas reciben desayuno y almuerzo.

En la institución educativa de Totoró, las puertas estaban abiertas para recibir estudiantes de cualquier etnia, y de cualquier clase socioeconómica, desde el hijo del rico del pueblo, hasta aquel niño que muchas veces mojado por las inclemencias del clima, sin zapatos y en ayuno se tornaba débil después de caminar de dos a tres horas de su casa a la institución, lo que implicaba muchas veces que estos niños cayeran desmayados a los pies de su docente, incluso, había momentos donde a los desmayos, se les sumaban las inclemencias del clima, que afectaba la infraestructura educativa siendo un problema más de los que podía traer el día.

En todo caso, la gran mayoría eran indígenas y esto implica una serie de situaciones que están conectadas muy hondamente con el tema de la ruralidad y de sectores de la ruralidad en el que las personas sobreviven, y bueno pues qué pena decirlo así, pero mejor vive un animal del monte. Realmente era desconcertante, las brechas que vemos en las ciudades pues las vemos también reflejadas allá porque digamos yo llegué allá y bueno realmente ello ha sido, en buena parte, lo que soy como docente, pero es que en un mismo salón de clases podríamos tener al rico del pueblo, por ejemplo, hijo del dueño de la bomba de la estación de gasolina, o del dueño importante de la plaza de mercado; pero asimismo teníamos al chico que venía del lugar más lejano de la montaña, Totoró no sé si conozcas, es un municipio tranquilo, rodeado por montañas y de hecho pasa algo muy tenaz con el tema del clima, porque pues es un municipio que por su altitud, es frío, está incluso más alto que Bogotá y entonces todo estaba como encañonado por esas montañas, entonces había época de vientos fuertes que se quedan dando vueltas en el sector encañonado y te cuento sin exagerarte que a la comunidad le tocaba amarrar los techos, si tú vas a la institución algún día, lo primero que vas a ver son los techos amarrados, porque cuando no estaban amarrados los vientos mandaban el techo completo al lote de enfrente, imagínate donde hubiera una persona por ahí, pues la descabezada, la aplastaba…

…Pero entonces retomemos estos chicos, así como estaba el pelado que podía vestirse incluso como cualquier muchacho de aquí de la ciudad, estaba el que llegaba prácticamente sin zapatos y sin alimento después de una larga jornada antes de llegar a la escuela…

“E”, no era un profesor cualquiera, para él era fundamental conocer a sus estudiantes, en sus gustos, sus necesidades, sus anhelos, por ello se reunía en diferentes momentos del día con ellos para escucharlos, comprenderlos y aconsejarlos.

y otra vez el cuento conversando con ellos: Yo decía y tú ¿qué has pensado? yo conversaba con ellos en algunas clases y decían -no pues yo no sé qué voy a hacer, pues aquí está el restaurante escolar, además que si a las familias les comprueban que los niños están estudiando entonces les dan familias en acción, es que esa es la realidad prácticamente de la gran mayoría de instituciones rurales y no rurales y bueno quizás se veía digamos esa separación en términos de práctica de costumbres porque para los ricos del pueblo era un insulto que uno les dijera: bueno chicos ya está la fila allá para el restaurante, -yo no me beneficio, yo traigo mi dinero- me decían; entonces digamos que estaban segmentados los grupos sociales allí, porque entonces los que estuviesen en la fila eran aquellos que no tenían con qué y que van a la institución al menos a asegurar como dicen allá golpes, porque algunos si de pronto, si les iba bien, alcanzaban a llegar con una agua de panela y una papa en el estómago, después de caminar dos o tres horas en medio de la inclemencia del clima y claro a mí me afectaba al principio porque yo llegaba al bachillerato a hablarles de filosofía, de ciencia política, de economía, por estar más cercano con otra dinámica en la población, uno ya quería exigir más con los grandes y menos con primaria, exigir sin un bocado, tenaz.

A “E”, le aterraba cada vida, sabía que alguien que no se alimentaba bien, no le interesarían los temas de filosofía, ciencia política o economía, entonces sus clases más productivas eran después de las 9:30 de la mañana, luego de que esos niños comían un buen desayuno, y las de las 11:30 am después de un buen almuerzo eran fantásticas.

Y digamos que para mí las clases más productivas eran las que yo tenía después de las 9:30 o de las 11:30 porque mis clases de siete a nueve de la mañana eran no una pérdida de tiempo, pero yo no les podía sacar mucho jugo a la mayoría de los estudiantes, porque ¿quién estudia con hambre? A nosotros no nos ha tocado eso, entonces en esas clases, en esas primeras clases, pues yo tenía que inventarme cualquier otra cosa, o sea yo no les iba no sé a explicar las tesis de Maquiavelo sobre estrategia política, porque pues para qué; o sea yo los ponía de pronto a hacer un ejercicio reflexivo. Ya luego de las 9:30 que se han tomado su buena colada con una empanada, con algo así, ya uno los veía espabilados, más activos y después de las 11:30 de la mañana que era digamos su arroz con lentejas o con frijoles o de pronto unos buenos huevos pericos con plátano, entonces era diferente pero era muy tenaz, o sea en más de una ocasión tocó salir corriendo con un chico de estos porque se desmadejaba ahí en plena clase, o sea tenaz, el profesor de educación física le tocó correr todos los horarios porque educación física no se podía hacer prácticamente en las primeras horas, porque había mucho a los que les daba la pálida, porque había gente que no había comido nada; de pronto el profe lo que hacía era decirles armemos dos equipitos ahí de fútbol, los que se sientan bien, y también se apreciaba que así como había unos que jugaban prácticamente descalzos había otros que llegaban hasta con canilleras, toda la indumentaria y todos queriendo parecerse a Cristiano Ronaldo y todo el cuento.

La ruralidad vive situaciones complejas de acceso, de lejanías y de disputas por el territorio, por el poder o por los beneficios que puedan ser otorgados por el gobierno nacional a poblaciones vulnerables, surgiendo resistencias internas que luchan por el poder político, social y económico, luchan por unos beneficios, luchan por un territorio.

Entonces pues son realidades bastante complejas, la mayoría de personas viven en zonas lejanas, algunos que venían de corregimientos lejanos y bueno allá había una particularidad y es que había personas que venían de Gabriel López[5] y en Gabriel López hay una institución educativa; entonces bueno, pues con el tiempo comprendí, que por diferentes razones e intereses muchas personas incluso campesinos, por los beneficios que otorga, se hacen censar como indígenas, pero se avergüenzan de serlo, entonces ellos no ponían a sus hijos a estudiar en estas zonas, o sea, es una urdimbre de complejidades, digamos que difíciles de manejar porque digamos que ellos allá experimentan una serie de situaciones bastante conflictivas o sea, hay muchas rencillas entre ellos que pueden terminar en casos fatales, casos similares como el que sucedió hace pocos días con el líder indígena[6] por situaciones también muy similares, móviles muy similares y consecuencias pues prácticamente idénticas.

“E” se reunía a conversar con los muchachos, le gustaba preguntarles sobre su futuro, comprendía que el territorio era áspero, que había conflictos entre campesinos e indígenas, situaciones que llegaron a tocar la puerta de la institución, evidenciándose un caso muy triste de fallecimiento de un estudiante de siete años, cuyas causas para “E”, aún siguen siendo desconocidas.

Eso fue una cosa que todavía me exprime, el niño era hijo de un líder y el señor estaba muy amenazado por esa época, entonces la gente empezó a decir que era una venganza de familias y que al niño se lo habían matado allí y digamos si uno se pone a hilar delgado pues uno dice ¡oh!

El conflicto social y político que se vive en la zona, según relata “E”, hace que las familias quieran abandonar el territorio, y los mismos jóvenes no tengan esperanzas de volver a trabajar en él, incluso algunos no quieren continuar estudiando, porque es más rentable trabajar con el narcotráfico, otros no quieren regresar por los conflictos familiares que viven y los que regresan lo hacen porque tienen un futuro prometedor con sus familias, como aquellos hijos del rico del pueblo.

Entonces digamos que haya el conflicto entre campesinos e indígenas, es muy palpable e incluso entre los mismos indígenas porque yo no sé si tú supiste hace unos años, hicieron un programa en séptimo día, un programa especial sobre la corrupción en los resguardos y cabildos indígenas y allí justamente mencionaron a algunos resguardos de esta zona del Cauca, entonces hay muchas disputas por el poder, precisamente por eso, porque quienes están al mando gozan de una serie de privilegios…Alguna vez una señora madre de un niño me dijo yo me iría para cualquier otra parte donde no tenga que ver con estos bandidos, esto es muy difícil porque esa era la realidad de muchos. Yo diría que estadísticamente en un porcentaje relativamente bajo regresan al territorio, porque yo siempre traté de inculcarles que, si ellos se proyectaban profesionalmente, tenían una responsabilidad con sus territorios porque hay muchas situaciones y muchos problemas a los que ellos podrían cómo se dice aportar su granito de arena que no sería menor, pero muchos de ellos, la gran mayoría siempre decían: - si yo logro entrar a la universidad yo no vuelvo por aquí-. Hay muchas personas con sus realidades y no se sienten muy orgullosos de lo propio, no hay un sentimiento identitario que los ate fuertemente a lo suyo, obviamente no todos, ellos piensan salir de su zona, prepararse y regresar a ayudar en la finca del papá como profesional o técnico en agronomía o cualquiera de estas profesiones, entonces es un tema digamos que no es fácil de manejar.

El desconocimiento de las limitaciones que existen en el área rural alrededor de la educación, referido a las problemáticas sociales, las desigualdades, la lucha de poder y la corrupción, son situaciones que hacen que la educación rural pase a un segundo lugar, frente a las realidades sociales presentes y vividas por las comunidades inmersas en los territorios más dispersos y alejados de la visión del estado.

Las limitaciones que hay en el área rural se desconocen, aún más las problemáticas sociales de los niños y sus familias, que viven en zonas que van acompañadas de un conflicto, desconociendo muchos aspectos de esa cultura como tal, y sobre todo, lo más preocupante es que no hay tampoco presencia estatal, es lo más tenaz porque por cuenta de la corrupción y por cuenta de la falta de presencia de la institucionalidad, hay gente que se muere físicamente de hambre; en esas zonas el estado está ausente, suena feo pero brilla por su ausencia, entonces por ejemplo yo le cuento a las personas estas experiencias y les digo: una vez un padre de familia me dijo, profesor ¿cómo sigue el muchacho en su asignatura sociales? -le dije pues presentó dificultades en el primer periodo pero ahora como que le está gustando- dijo: o se arregla con usted o yo lo meto a la guerrilla, sea como sea se porta bien; yo le dije: -no, no, no, démosle la oportunidad por favor-… …Entonces entrar a la guerrilla es una opción, es una alternativa de vida y eso significa que el estado no está brindando las oportunidades, las alternativas suficientes para que las personas tomen otros caminos diferentes al de la ilegalidad, aunque hay chicos que dicen: -yo que me voy a estar quemando las pestañas cinco años en una universidad para ir a ganarme tres millones de pesos o dos millones, sí esos dos millones los ganó pasando un kilito de aquí al Tambo.

“E” es un hombre de un corazón bondadoso, la formación en la ruralidad lo ha hecho sensible, sus ojos se opacan, cuando evoca las inequidades en los territorios y la falta de oportunidades para estos niños que considera valientes, su experiencia en la ruralidad está por terminar, pero cada experiencia re-vivida la lleva a su docencia universitaria, donde de cuando en cuando se convierte en un espacio de encuentro con aquellos niños que formó en unas zonas sin esperanzas.“Quiero expresar que yo no sería yo, con la sensibilidad que tengo hoy, si no hubiese pasado por la ruralidad.”

A partir del relato, se develan dificultades propias del ser docente en las escuelas rurales, un docente que no pertenece a la zona, que desconoce las realidades del territorio se enfrenta a situaciones sociales, culturales y cognitivas generando choques para una adecuada propuesta didáctica en la escuela rural. Es su necesidad económica la que le invita a entrar en diálogo con niños y jóvenes para conocer sus necesidades presentes y futuras, sumado a las tensiones que se hacen presentes producto de un conflicto social y político en el territorio.

Es importante que las políticas educativas no equiparen la educación rural, con la educación urbana, dado que las necesidades educativas son diferentes, referidos por ejemplo al acceso, ¿es que acaso los niños en las zonas rurales deben ser obligados a caminar largas distancias por territorios inhóspitos y violentos para llegar a una escuela, sin saber si el docente asignado ha llegado para darles las orientaciones en una escuela sin agua, además de enseñar y discutir la temática planteada a niños con hambre, que llegan a apoyarse en bancos y troncos, mientras esperan con anhelo un desayuno? Ya Orozco y Portilla (2021), expresaban que el sistema educativo nacional insiste en homogeneizar la educación, dándole la espalda a las necesidades educativas de la zona rural, desconociendo aspectos como el tipo de ruralidad, de pedagogías, de violencias, de conflictos, los saberes y los discursos, así como todos aquellos elementos que se integran para dar forma a la escuela.

Existen unas lógicas en el ámbito rural que evidencian cómo los aspectos políticos marcan profundas tensiones desde la exclusión que implica ausencia de presencia del estado en infraestructura, materiales y capacitación; pero adicionalmente existen unas relaciones comunitarias que desdibujan el funcionamiento mismo de la escuela (Rivera & Margaux, 2020).

¿Cómo orientar los discursos académicos en la ruralidad si los sujetos que se forman viven en medio de inequidades sociales, violencias y conflictos que afectan el desarrollo de la educación rural?  En la figura 1, se resumen las brechas en la educación rural que se hacen evidentes a partir del relato.

Figura 1. 

Brechas en la educación rural que no permiten el crecimiento y desarrollo social de las zonas rurales. (Elaboración propia)

Este relato da cuenta de pequeños fragmentos de la historia de vida de un docente en el área rural. En él aparecen consideraciones particulares sociales, culturales y ambientales que nuevamente invitan a dar una mirada a la educación rural desde la participación efectiva del estado en el territorio, finalmente es entonces como:

  1. Avanzar en la educación rural implica dar una mirada a las realidades vividas de los docentes, necesidades de los territorios, de las comunidades y de las aspiraciones de niños y jóvenes.
  2. La problemática de la educación rural debe asumirse desde unas políticas públicas puntuales y efectivas con presencia estatal, que les permitan a los niños y jóvenes del área rural, dar solución a los problemas de sus territorios en mejora de sus condiciones de vida.

Si en la ruralidad se habita desde el ‘habitus’ de la experiencia educativa, el estado a partir del sentir de las comunidades debe garantizar equidad, igualdad y calidad educativa en las zonas rurales como posibilidad de conservación de los ecosistemas ambientales y culturales.

Referencias Bibliográficas

Cardona-Arenas, C. D., Osorio-Barreto, D., & Sotelo-Zemanate, D. Y. (2020). Desempeño de las subregiones del departamento del Cauca y su contribución al desarrollo territorial (2015-2017). Revista Facultad de Ciencias Económicas28(2), 161–179. https://doi.org/10.18359/rfce.4645

Consejo Noruego para refugiados. (2015, noviembre). Vive la educación. Boletín No.4. https://www.nrc.org.co/wp-content/uploads/2017/01/4-SC_Boletin_4_Octubre.pdf 

Jones, G. (1983). Life history meyhodology. En E. Morgan, Beyond Methods. Sages.

Orozco Muñoz, J. J., & Portilla Portilla, M. G. (2021). La escuela rural y la práctica pedagógica. En: M. Portilla Portilla, y G. Zamudio Tobar (Eds.), Rutas de investigación en educación, pedagogía, cultura y tecnología (pp. 199-214). Editorial Universidad Santiago de Cali. https://libros.usc.edu.co/index.php/usc/catalog/download/341/505/7099?inline=1 

Rivera, A., & Margaux, Y. (2020). Tensiones y discontinuidades en la comprensión comunitaria de la escuela/rural. Revista virtual Universidad católica del Norte, 60, 102–121. https://revistavirtual.ucn.edu.co/index.php/RevistaUCN/article/view/1201 

Taylor, S. J., & Bogdan, R. (1998). Introduction to qualitative research methods: The search for meanings (3a ed.). John Wiley & Sons.


[1] El resguardo de Novirao, se encuentra ubicado en el departamento del Cauca, entre los municipios de Popayán (capital del departamento del Cauca), Totoró y Cajibio, a dicho resguardo pertenece el pueblo indígena Nasa.

[2] Reconocidos como una clase social que han desarrollado una actividad agrícola productiva.

[3] Se refiere a Popayán.

[4] Los indígenas y campesinos en el departamento del Cauca, tienen diferentes enfrentamientos de luchas territoriales.

[5] Corregimiento, ubicado en las alturas de la montaña del municipio de Totoró.

[6] Pérdida de vida por situaciones de violencia.