Rosabal Rodríguez, et. el.

                                                                                                           Recibido: 17/11/2022  │ Aceptado: 28/02/2023

La ética martiana en la educación en valores, en los estudiantes de la Educación Superior (Ensayo).

Marti’s ethic a study for consolidate the system of ethical values in the students of the Superior Education (Essay).

José Armando Rosabal Rodríguez. Licenciado en Historia. Máster en Historia de la Formación Nacional y el Pensamiento Cubano.  Asistente. Escuela Provincial del Partido Comunista de Cuba, Granma, Cuba. [jarmandorrodriguez85@gmail.com] .

Yulier Díaz Rodríguez. Licenciado en Estudios Socioculturales. Máster en Desarrollo Cultural Comunitario.   Instructor. Escuela Provincial del Partido Comunista de Cuba, Granma. Cuba. [derek33@nauta.cu] .

Mericel Díaz Rodríguez. Licenciada en Marxismo-Leninismo e Historia. Máster en Historia de la Formación Nacional y el Pensamiento Cubano. Instructor.; Escuela Provincial del Partido Comunista de Cuba, Granma. Cuba. [mdiazr@espnl.cu] .

 

Resumen

La sociedad global es azotada por una crisis general, en la que, además de las dificultades generadas por aspectos económicos, políticos y medioambientales, destacan otras donde la deformación ética ha generado un estado de crisis moral contemporánea. Ante esta problemática, incursionar en la ética y la moral con finalidades educativas, empleando los contenidos martianos, constituye una necesidad inaplazable. El objetivo de este trabajo es argumentar la necesidad de estudiar la ética en la obra de José Martí  para el fortalecimiento del sistema de valores éticos en los estudiantes de la Educación Superior. Este en particular, ofrece una prespectiva teórica que fundamenta la urgencia en el estudio profundo de la obra martiana, y su valor pedagógico para la educación en valores éticos de los estudiantes universitarios y la sociedad en general.  

Palabras clave: ética; valores éticos; educación.

Abstract: 

The world is under a general crisis, situation in which, besides the difficulties generated for economics, politics and environmental aspects, are presents others where the ethic deformation had generated a contemporary moral crisis. The study of the ethic with an educational purpose, using the José Martí´ s literary work, for consolidate the system of ethical values, is an urgent necessity. The objective of this article is focus in the necessity of study the ethic inside José Martí´ s literary work, for the consolidation of the ethical values system in the students of the Superior Education. Particularly, this research offers a theoretical observation that explains the urgency in the rescue of ethical values for the society in general.  

Keywords: ethic, ethic values, education.

Introducción

La ética es la ciencia que estudia la moral, es decir, la forma de la conciencia social en la que se reflejan y se fijan las cualidades éticas de la realidad social. La moral constituye un conjunto de normas, de reglas de convivencia y de conducta humana que determinan las obligaciones de los hombres, sus relaciones entre sí y con la sociedad.

La ética se divide en ética normativa y teoría de la moral. La primera investiga el problema del bien y el mal, establece el código moral de la conducta, señala qué aspiraciones son dignas, qué conducta es buena, y cuál es el sentido de la vida. La teoría de la moral investiga la esencia de esta última, su origen y desarrollo, las leyes a que obedecen sus normas, su carácter histórico. La ética normativa y la teoría de la moral son inseparables entre sí. La ética es la ciencia, y la moral su objeto de estudio.

La educación en valores éticos es indispensable  ya que facilita el aprendizaje de los conocimientos, habilidades, valores, creencias y hábitos de un grupo de personas que los transfieren a otras personas, a través de la narración de cuentos, la discusión, la enseñanza, la formación o la investigación. La educación está presente en todas nuestras acciones, sentimientos y actitudes. Generalmente, se lleva a cabo bajo la dirección de los educadores (profesores), pero los estudiantes también pueden educarse a sí mismos a través de diversas modalidades de estudio.

La familia es el ente educador por excelencia en toda sociedad. Los modos de actuación de los individuos se moldean, en primera instancia, en el seno familiar. La manera en que se comporta el ser humano  en relación con su entorno o mundo de estímulos dependerá, en gran medida, de la calidad en la educación familiar. Las experiencias de las niñas y niños en el seno familiar tienen un efecto formativo ya que deciden la forma de pensar, sentir o actuar.  

Tanto la ética como la educación tienen un carácter eminentemente clasista. Se definen según el sistema sociopolítico establecido en una sociedad determinada, para el cual se construyen normas en función de lo moralmente correcto o incorrecto. Depende también de las decisiones que se tomen en relación con lo que socialmente se comprenda como bien (correcto) o mal (incorrecto). Entiéndase lo bueno y lo malo partiendo del entorno en el que se implementan modelos de justicia social, equidad y otorgamiento de derechos, de lo que se conciba como bien común o bien individual.

La sociedad capitalista promueve el desarrollo individual del ser humano, a través de las concepciones liberales establecidas en las relaciones de producción capitalistas. Por tanto, lo moralmente correcto en esa sociedad es que el ser humano obtenga su realización material e inmaterial, a partir de la explotación del hombre por el hombre y la desigual distribución de la riqueza social, cuestión que parte de la mercantilización de todos los servicios, incluyendo aquellos de los que depende la vida del ser humano. Asimismo, las normas ético - jurídicas están diseñadas para justificar lo justo de este modo de producción, y sus consiguientes relaciones sociales.

En contraposición a la sociedad capitalista, la socialista, al centrar en el ser humano su foco de atención, promueve ideales de justicia social, equidad y bien común, que garantizan la distribución colectiva de la riqueza social y el pleno acceso de los sujetos sociales a los servicios básicos indispensables para su producción y reproducción material. En este caso, también son establecidas las normas ético - jurídicas para justificar las relaciones sociales socialistas.

La educación forma o deforma, y esta formación o deformación parte de las características del sistema sociopolítico imperante en una sociedad. El ser humano se educa en valores morales a partir de la influencia de los adultos que le circundan, también de las instituciones encargadas de tales fines, lo que posibilita la asunción o no de actitudes altruistas o egoístas, de pensar o no, en cada acción suya, en el bien colectivo o el bien individual. Si el patrón educativo familiar o escolar  parte de actitudes altruistas, los niños crecerán con la idea de compartir y pensar en el bien colectivo. De este modo, si prima el individualismo y el egoísmo, la actitud será totalmente opuesta a la primera descrita.

Entre los estudiosos de la ética y la educación en valores morales se destacan Ovelar (2004), Azmitia (2000) y Sabater (1997). Ellos dedican sus estudios a teorizar en torno a la educación y la ética, a partir del análisis del comportamiento humano en la sociedad, y en la relación de este con los sistemas de valores que los definen. Se basan en los aportes de la educación institucional y de la educación familiar, así como su influencia en la personalidad de los más jóvenes desde edades tempranas.

Abordan además, las categorías independencia y soberanía, en las aristas individual, colectiva y en el marco geográfico del territorio nacional, cuestiones que relacionan con los índices de desarrollo moral de los individuos en la sociedad, y el papel de los centros educacionales y la familia en la definición de la personalidad individual y colectiva. Asimismo, refieren el rol del profesor como paradigma portador de un determinado sistema de valores éticos, y su misión en la trasmisión de las normas y hábitos de conducta, a tono con el modelo sociopolítico vigente en el área donde actúa.

José Julián Martí Pérez, una de las personalidades más importantes del siglo XX americano, fue un profundo explorador de la ética. Sobre la marcha de los más trascendentales procesos económicos, políticos y sociales de su tiempo, realizó importantes análisis éticos con una concepción multidisciplinar, pues concibió el estudio de las peculiaridades que determinaron, en diferentes sociedades, lo moral o inmoral, con un enfoque generalizador, utilizando para ello perspectivas basadas en las manifestaciones del arte, el periodismo, el derecho, la literatura, la filosofía, la historia, la política y la economía.  

La percepción de lo ético en la obra literaria de José Martí se perfila en la intención educativa direccionada a moldear hábitos y modos de actuación en los sujetos dentro del entorno social donde actúan, y al que deben aportar como individuos transformadores, enfocados en el bien común. En un escenario global, donde la dignidad de las personas ha sido mancillada, y las condiciones para la práctica de la libertad y de la autonomía son adversas, el rescate de la dignidad y la formación para esa libertad ha de constituir una prioridad.

Teniendo en cuenta los argumentos antes expuestos, es imperioso profundizar en la relación entre lo ético y lo educativo, en esta ocasión, tomando como referente teórico  la obra de José Julián Martí Pérez. A través de sus escritos, Martí transversaliza la praxis educativa y la nutre de valores, acciones, cuestionamientos e incertidumbres que tipifican la ética del contexto histórico en el que vivió. El modelo ético - educativo que se evidencia en su obra guarda una extraordinaria vigencia, máxime si se observan las necesidades educativas del escenario social en el mundo actual.

Se impone, necesariamente, una profundización en los aspectos que complementan una formación ética de los educandos como ciudadanos, una formación ética asociada también a las luchas contra todo acto de injusticia. El reclamo de verdadera equidad y justicia sociales, es equivalente a la lucha por la defensa de la libertad y de los derechos humanos. Sean estos sociales, económicos o políticos son inherentes a todos los grupos y personas que conforman la sociedad.

Teniendo en cuenta lo antes expuesto, es insuficiente estudio de la ética martiana para el fortalecimiento del sistema de valores éticos en los estudiantes de la Educación Superior, por lo que es menester argumentar la necesidad de estudiar la ética martiana, para el fortalecimiento del sistema de valores éticos en los estudiantes de la Educación Superior.

El empleo del método analítico-sintético: posibilitó  lograr, a través del cotejo de las diferentes fuentes, una exposición de resultados fruto de un riguroso procesamiento, en el que el científico extrae de una síntesis que será de utilidad en la confirmación de una concepción determinada respecto a la hipótesis planteada, mientras que el inductivo-deductivo permitió el análisis de los procesos que, por su distancia en el tiempo, pueden carecer o no de fuentes suficientes para su conocimiento, arribándose a conclusiones firmes partiendo de supuestas respuestas que da el autor, confirmadas más tarde por hallazgos fidedignos favorables a la solución del problema científico y la hipótesis formulada.

Así mismo el hipotético-deductivo tributó adecuaciones a la solución del problema planteado a partir de la coordinación con la hipótesis, empleando las potencialidades que brindan las herramientas teórico metodológicas. En este orden el Histórico-lógico ofreció un análisis de los hechos históricos a través de la secuencia histórica de los acontecimientos apreciándolos cronológicamente.

Desarrollo

José Martí fue un ferviente estudioso de la moral del ser humano y, como tal, incursionó en la ética para definir los códigos morales que, con sentido del momento histórico concreto que le tocó vivir, habían de primar en la sociedad cubana de la segunda mitad del siglo XIX, y épocas futuras. Tal vez fue esta una de las motivaciones que le condujeron a escribir una fructífera obra dirigida a niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Se transformó en un pedagogo de talla universal que, a través de sus escritos, definió una estructura moral para la nueva Cuba, la Cuba de todos, con todos y para el bien de todos.

Ilustrar la ética en Martí y el estudio de su concepción ética no es tarea sencilla. La pretensión no está solo en trasmitir aquellos contenidos en los que se aprecia una fuerte carga ética, sino en compartir las ideas que reflejan el significado o la trascendencia teórica de su pensamiento ético. Su concepción de lo moralmente correcto o incorrecto es visible en toda su obra, sobre todo cuando esto se relaciona con las aspiraciones de independencia y soberanía nacionales. Tales ideas se aprecian en las cartas a su madre, entre ellas aquella escrita siendo solo un niño cuando hacía estancia en la finca Hanábana, refiriéndose al papel de la familia en la sociedad y al ejemplo del maestro como paradigma social a seguir por los estudiantes.

Asimismo, se destaca el soneto "10 de Octubre," donde se refiere a las cualidades morales de Céspedes, y a hechos trascendentales de la Guerra de los Diez Años. Al respecto, la libertad en la comprensión martiana es concebida como el derecho del ser humano a gozar del pleno acceso a las mínimas garantías sociales, que le permitan disfrutar en condiciones de igualdad, de relaciones sociales estables donde logre su plena realización espiritual y material. La visión de nación propuesta por Martí, con todos, por todos y para el bien de todos guarda un vínculo sólido con la idea de colocar al ser humano en el centro de la acción política y social de todo proyecto sociopolítico emancipatorio.

El odio al racismo, tal y como lo muestra en sus Versos Sencillos, constituye un modo de pensar y de actuar que debe continuar trabajándose en los estudiantes universitarios, en tanto deviene en garantía de la estabilidad ciudadana, de igualdad y justicia social. Su preocupación y ocupación por la eliminación de este flagelo  nos permite contrarrestar el traumático efecto sociopolítico y económico de siglos de colonización  impuesta por las actuales potencias imperialistas sobre lo que consideran, aun en nuestros días, su traspatio colonial.

El altruismo exaltado en su obra se orienta a ofrecer soluciones regionales ante la enfermedad neocolonial que representaba la desordenada penetración de capitales extranjeros, la explotación de los ciudadanos latinoamericanos y el saqueo de sus recursos naturales, luego de alcanzada la independencia latinoamericana en 1824. La  integración latinoamericana como ideal de patria soberana emerge como antídoto a la epidémica dominación neocolonial.

En su obra Tres Héroes aflora el antimperialismo martiano visto en la intención de barrer con la servidumbre neocolonial. Lo expresa también en los discursos conmemorativos y, más de cerca, en el ensayo Nuestra América. En la actualidad, la estrategia subversiva de las potencias imperialistas se enfila contra el mundo a colonizar desde plataformas de pensamiento neoliberal. La práctica universal de los Estados que imponen modos de pensar y actuar se basa en el sometimiento de los pueblos a colonizar, mediante el empleo de estrategias geopolíticas que pretenden suplantar valores autóctonos, que representan valores éticos no originarios y, por tanto, invasores a las culturas nacionales.

La ética martiana supone formas de cortesía y respeto que están en todo aquello que circunda al ser humano, y van desde las relaciones sociales que  establece en el medio familiar, hasta las que tienen lugar en el centro de estudio, de trabajo u otros marcos sociales de actuación. Una persona formada bajo estos principios éticos no abusará jamás de otra, no será irrespetuoso, ni admitirá violación alguna de las normas que velan por el comportamiento socialmente aceptado. El respeto a la familia, a la justicia social, a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres es el respeto a la sociedad.

En sentido general, la ética martiana tiene como punto álgido su entrega al proceso revolucionario cubano. Se refleja en todos sus actos, en su concepción del mundo, en su sentido del deber, en su culto a la belleza, en su toma de partido (siempre con los pobres de la tierra), en sus métodos de lucha. Enseña que el ajuste de voluntad y decoro, de pasión y cortesía, debe ser la norma de la conducta cotidiana, siempre atenta a la dignidad personal y al servicio colectivo.

El trabajo y el orden son dos elementos muy valorados en la obra martiana. Esa valoración parte de la actividad práctica de dirección durante la etapa de lucha por la independencia de Cuba, iniciada en febrero de 1895, pues: "El trabajo es una obligación social (...). El profesional debe realizar un buen trabajo, con alegría y entusiasmo, con tranquilidad o calma, con valor y resolución” (Azmitia, 2000, p.30).

Se refiere a la organización en los procesos sociales. La creación del Partido Revolucionario Cubano, del periódico Patria o el Manifiesto de Montecristi dan justamente el enfoque que permite comprender la necesidad de trabajar en los detalles que tributan a una vida social productiva, que aportan a la culminación exitosa de las metas trazadas. Trabajar con cultura del detalle, hacer con dedicación y entusiasmo lo que se encomienda, mantener una actitud ecuánime, seguro de lo que se quiere lograr,  conduce a resultados satisfactorios en la labor social.

En este sentido, el Partido Revolucionario Cubano garantizó la conducción política, ideológica y militar del pueblo cubano, en su objetivo de lograr la real independencia y soberanía nacionales. El periódico Patria concretó la información oportuna de todo cuanto era necesario hacer, en pos de las aspiraciones supremas del pueblo cubano. El Manifiesto de Montecristi, documento símbolo de la unidad de los cubanos en torno a su proyecto nacional liberador, delineó los derroteros de la Revolución Cubana, al concebir la nación nueva que se materializaría una vez alcanzada la independencia de Cuba.

La nueva Cuba se erguiría como un gran suceso de alcance humano, presta a la firmeza y al trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aun vacilante del mundo. De la misma manera, se postuló contra el racismo. La ética revolucionaria de Martí se desborda en cada línea de estos textos, donde se aprecia la necesidad del trabajo y el orden, ya que:

La anarquía en el trabajo, sin reglas y sin disciplina, sin orden y sin leyes, cuando se trabaja de cualquier modo y solo cuando se quiere (...) cobra las formas de presunción de hacer justamente lo que no se sabe hacer o la ambición creyéndose capaz de todo. (Azmitia, 2000, p.31)

Ante todo, Martí enfatiza en el compromiso que adquiere el hombre de respetar a sus semejantes, en el trato a la profesión que ejerce. Parte sustancial de la base de ese respeto descansa en la visión general del ser humano de dignificar su vida en sociedad. Su experiencia demostró que con organización era posible triunfar, que trabajando con ahínco y entrega, la guerra sería una empresa que tomaría poco tiempo y ahorraría, ilimitadamente, los recursos humanos.

Se debe tener en cuenta que el proceso educativo en valores éticos y morales, dirigido hacia los estudiantes, se concentra colateralmente en la célula fundamental de la sociedad, la familia. Son los hijos  de cada una de ellas quienes reciben la carga ideológica que ha de influir en los modos de actuación social. Sobre este particular, agregar que los educandos presentes en las aulas universitarias cubanas representan, en el corto, mediano y largo plazos, la garantía de renovación individual en la sociedad.  

En el actividad práctica docente, la ética educativa parte del propio compromiso que contraen los profesores con el estado social de las cosas establecidas, pues entre sus misiones tienen la de conservar las tradiciones y el orden jurídico-político en esta determinado. Simultáneamente, este maestro está comprometido con la evolución y el progreso de la sociedad donde influye. No olvidemos que la ética del profesor está enfilada a forjar un pensamiento que garantice en los estudiantes, que a su vez son comunitarios en sí, procedimientos sociales y morales acordes con la misión humana de conservación y el progreso de la sociedad.

Los textos martianos nos reflejan la acentuada intención surgida de la preocupación de que sean los profesores un paradigma a seguir por los alumnos. La labor del maestro, generalmente, define desde edades tempranas la personalidad de los niños, los forja para toda la vida al educarlos y prepararlos para el futuro. Tal es el caso de la huellas dejada en Martí por el maestro Mendive, quien fue también un padre para él y, como tal, le trasmitió un sistema de principios y valores éticos que le acompañaron toda su vida. En el epistolario martiano figuran ideas sustanciales que caracterizan la relación entre docentes y educandos, y en su interpretación, la importancia de educar con métodos martianos.

Los ángeles se sentaban de noche con nosotros, bordando y cuchicheando, a oír la clase de historia que nos daba, de gusto de enseñar, Rafael María de Mendive (...) Era maravilloso, y esto lo dice quien no usa en vano la palabra maravilla, aquel poder de entendimiento con que, de una ojeada, sorprendía Mendive lo real de un carácter; o cómo, sin saber de ciencias mucho, se sentaba a hablarnos de fuerzas en la clase de física. (Martí, 1891, s.p)  

Por esta razón, el profesor en su actividad como pedagogo, la que desempeña en todo momento, es evaluado por su conducta como profesional, pero también por sus modos de actuación como ciudadano. El educador es blanco de una observación permanente en cuanto a su comportamiento total. Sus pasos, actos y opiniones son evaluados constantemente en el medio social donde actúa, en tanto es paradigma por su posición ética. Las acciones que lleva a cabo tienen repercusión social pues van a reflejarse en la confianza que la sociedad deposita en él, lo que se explica en la relación  decir y hacer sobre lo ético.

Tal precepción se reafirma en los escenarios sociales diversos, complejos y contradictorios en sí, pues los modos culturales de actuación de los individuos, los comportamientos y relaciones sociales que estos establecen en su proceso de producción y reproducción natural, determinan los paradigmas morales a seguir, en lo históricamente posible. Tal aseveración halla su esencia en el hecho de que:  

Es indispensable integrar el contexto o situación como elemento clave en la educación. Sólo desde un mundo gramatical compartido, es decir, de tradiciones, costumbres, lengua, valores es posible la relación educativa. Sólo desde este mundo compartido se responde a la pregunta de una persona concreta. Fuera de este contexto hay retórica, discurso, pero no educación (Ortega, 2016, p.247). 

Aquello que José Martí expresó sobre su maestro ha de replicarse en las nuevas generaciones de educadores y sus estudiantes, en la Educación superior. Los estudiantes de este nivel son los que, con prontitud, se incorporarán a la sociedad como profesionales en las variadas ramas de la vida económica, política y social. En ese contexto, los estudiantes universitarios recién egresados aportarán, en mayor o menor grados, al proceso de producción y reproducción natural de la sociedad. Todo lo anterior depende de lo efectiva que haya sido la educación en valores éticos durante el proceso educativo, a tenor con la experiencia cultural históricamente acumulada.

Si la educación en valores éticos ha sido efectiva, los egresados universitarios, una vez vinculados a la sociedad como profesionales, trabajarán por:

El rescate de la dignidad y el respeto por sí mismos y por los demás, lo que en el ámbito educativo conlleva a la necesidad del diálogo, de nutrir la confianza, y de incentivar el desarrollo de capacidades, actitudes y conocimientos que permitan el ejercicio pleno de una ciudadanía democrática en la conquista, defensa y ampliación de los derechos sociales para todos los que habitan nuestras naciones latinoamericanas. (Ovelar, 2004, p.453)

Atendiendo a lo citado, es oportuno declarar la existencia, en el discurso ético martiano, de un hilo conductor entre ciudadanía y sociedad democrática. Se señala entonces la necesidad de una educación que priorice la enseñanza en valores humanos, tales como: el altruismo, la honestidad, la responsabilidad, la dignidad, la solidaridad, la justicia, la autonomía, el respeto, la democracia y el compromiso social, por solo citar algunos. Estos expresan la lucha por un mundo mejor, un mundo más equitativo, donde se potencien los derechos civiles y mejore la calidad de la vida de los seres humanos.

Al referirse al maestro Mendive, Martí provoca una simbiosis entre los conceptos tratados, esto se debe a que:

La ética se entreteje con la educación para impregnarla de un sentido de humanidad y condicionalidad social e histórica, que le exige la formación de los sujetos como ciudadanos en la lucha por la realización de proyectos sociales emancipatorios de carácter democrático. Desde la Pedagogía Crítica, la libertad y la autonomía que emanan de la vocación de libertad, de ser más y de trascender del ser humano serían ejes pivotantes de una formación ética-crítica y problematizadora que fortalezca a los sujetos contra la manipulación, y los impulse a la acción transformadora. (Ovelar, 2004, p.454)

Una vez más son evocadas las categorías independencia y soberanía como factores claves en la realización espiritual y material de los individuos. Para lograrlo, Martí expone la necesidad de que:

Los ciudadanos y ciudadanas desarrollen sus capacidades para pensar, comprender y discernir con juicio crítico; que los procesos educativos que se despliegan en una sociedad busquen la inserción de las personas como ciudadanos y como sujetos históricos partícipes en la construcción de una sociedad democrática. (Sabater, 1997, pp. 172-174)

La ética martiana de la liberación basa sus principios en la educación popular. También en la necesidad emancipatoria de los seres humanos. Los elementos supremos de esa emancipación parten de la verdadera independencia y soberanía nacionales. En este contexto, la ética martiana de la liberación y la necesidad emancipatoria de los seres humanos se combinan necesariamente  ante la aparición de intereses comunes entre los ciudadanos, impuestos sobre la utilidad de poner coto a la sumisión y a la explotación colonial y neocolonial.

La condición primera para lograr consolidar una nación en condiciones de independencia y soberanía absolutas está en romper radicalmente con toda dependencia de potencias extranjeras en todos los órdenes, principalmente aquella de naturaleza económica o política.

Solo así es posible, para los estados nacionales, implementar políticas colectivas que promuevan el desarrollo de la democracia o el cumplimiento de los derechos mínimos de los ciudadanos, lo que equivale a respetar la dignidad humana. Cuando las generaciones jóvenes han sido adiestradas en el respeto a las normas éticas ya expresadas hay garantía de la continuidad de tales normas.

Y ello tiene que ver con el hecho de:

Institucionalizar la libertad de las personas en su relación con el poder colectivo de la comunidad de la que forman parte. Es decir, reconocerles voz, voto, capacidad de debate público y de decisión en establecimiento de leyes, autoridades y orientación del rumbo comunitario (...). Por eso, en las sociedades democráticas, la educación no es algo meramente opcional, sino una obligación pública que la autoridad debe garantizar y vigilar. (Sabater, 1997, pp. 172-174)

En la Educción Superior destacan especialidades que tienen un peso significativo en la estabilidad futura de los pueblos. Si en el proceso docente educativo se materializa una sólida educación en valores éticos, será real la oportunidad de preservar altos índices de dignidad humana. Los profesionales del derecho y los pedagogos se destacan  al ocupar una posición vanguardia en la preservación de las normas y la educación éticas. De una parte se halla una continuidad histórica en el cultivo de las normas éticas, y de otra, su acatamiento por la mayoría de los ciudadanos en la sociedad.

La ética martiana es portadora de cuestiones que asocian el conocimiento de lo ético (moral), la pedagogía, la independencia y la soberanía nacionales. En esta relación se establecen vínculos que facilitan la comprensión de una línea teórica en la que queda bien clara la intención de forjar valores éticos y morales en sus ciudadanos. Solo así es posible ordenar la vida social desde la interacción de los seres humanos, basada en el respeto a los derechos indispensables para su realización material e inmaterial.

Conclusiones

  1. Atendiendo a la necesidad de enfrentar el complejo escenario social internacional, signado por flagelos que deterioran la vida espiritual de los seres humanos,  se impone el estudio integral de la obra martiana como referente teórico esencial para el cultivo de valores éticos que defiendan una existencia humana enmarcada en el decoro y la dignidad.
  2. La ética martiana se enfoca en aspectos esenciales tales como la independencia y la soberanía de los estados nacionales, a través de las cuales es posible implementar políticas colectivas que promuevan el desarrollo de la democracia y el cumplimiento de los derechos mínimos de los ciudadanos, lo que equivale a respetar la dignidad humana.
  3. El empleo de los contenidos martianos en el proceso de educación en valores éticos, en los estudiantes de la Educación Superior contribuirá decisivamente a la formación integral de profesionales instruidos y educados en los fines  supremos de construir una nación independiente y soberana, aferrada en principios democráticos que permitan la participación colectiva del pueblo en su construcción.

Referencias bibliográficas

Azmitia, R. (2000). Ética profesional del docente en el nivel medio del departamento de Jutiapa. Guatemala: Universidad de San Carlos de Guatemala.

Martí, J. (1891). Rafael María de Mendive. Cuadernos Martianos (T-II). La Habana, Cuba.

Grupo de Desarrollo de Aplicaciones (2015). http://www.josemarti.cu./  

Ortega, P. (2016). La ética de la compasión en la pedagogía de la alteridad. Revista Española de Pedagogía, LXXIV (264), 243-264 https://revistadepedagogia.org/wp-content/uploads/2016/04/La-%C3%A9tica-de-la-compasi%C3%B3n-en-la-pedagog%C3%ADa-1.pdf 

Ovelar N. (2004). Relaciones entre educación y ética. Una aproximación desde la pedagogía crítica. Educere, 8(27), 453-460. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=35602702 

Sabater, F. (1997). El valor de Educar. Barcelona: Ariel. https://www.ivanillich.org.mx/Conversar-educar.pdf