Revisión Recibido: 11/02/2022 │
Aceptado: 12/07/2022
La eticidad martiana como
fundamento del proceso de formación profesional en la Educación Universitaria
(Revisión).
Marti´s Ethic as the Foundation of the Professional Training Process in
University Education (Review).
María del Rosario Yaques de la Rosa. [myaquesr@udg.co.cu]
Licenciada en Educación.
Marxismo Leninismo e Historia. Máster en Ciencias de la Educación. Profesora
Auxiliar. Universidad de Granma. Bayamo. Cuba.
Yoandrys Espinosa Quintana. [yoa.master10@gmail.com]
Licenciado en Cultura
Física. Máster en Ciencias de la Educación. Dirección Municipal de Deporte.
Manzanillo. Granma. Cuba.
Rafael Claudio Izaguirre Remón. [rizaguirrer@udg.co.cu]
Doctor en Ciencias
Pedagógicas. Profesor Titular.
Universidad de Granma. Manzanillo. Cuba.
Resumen
La
investigación que se presenta tiene como intencionalidad profundizar en la
ética pedagógica y el pensamiento martiano en la educación universitaria y la
preparación de los egresados para el cumplimiento de la labor, con una esencia
humanista de la profesión, con los saberes culturales y científico-tecnológicos
sobre la base de una amplia cultura general. Dentro de la formación ética
profesional pedagógica se le concede prioridad a la calidad de los egresados de
la especialidad Licenciatura en Educación Marxismo - Leninismo e Historia y su
impacto social se alcanza al utilizar
una metodología para esta formación. La reflexión
martiana adquiere singular trascendencia axiológica, lo que evidencia en sendos
idearios educativos, al margen de disímiles coyunturas históricas y dispares
contextos, afines esencialidades de sus proyectos ético-pedagógicos. Entre los
principales resultados que hacen que lo realizado constituya una novedad para
la formación profesional pedagógica desde el pensamiento martiano, lo
constituyen requerimientos y orientaciones metodológicas propias del contexto
de la formación en la educación universitaria.
Palabras clave:
ética; ética pedagógica; formación profesional pedagógica; pensamiento martiano
Abstract
The
research presented here is intended to deepen on the pedagogical ethics and
Marti's thought in university education and the preparation of graduates in the
fulfillment of the work, with a humanistic essence of the profession, with
cultural and scientific-technological knowledge on the basis of a broad general
culture. Within the pedagogical professional ethical formation, priority is
given to the quality of the graduates of the specialty Bachelor in Education
Marxism Leninism and History and its social impact is achieved by using a
methodology for this formation. Marti's reflection acquires singular
axiological transcendence, which evidences in both educational ideologies,
regardless of dissimilar historical conjunctures and disparate contexts,
similar essentialities of their ethical-pedagogical projects. Among the main
results that make what has been done constitute a novelty for the pedagogical
professional training from Marti's thought, are the requirements and
methodological orientations proper to the context of training in university
education.
Keywords: ethics; pedagogical ethics; pedagogical professional training; marti’s
thought.
Introducción
La
Ética es una ciencia filosófica que estudia la naturaleza, las leyes del desarrollo
moral en la sociedad y el mundo interno del individuo. Constituye una
herramienta para el mejoramiento humano, siempre y cuando los valores morales,
transformados en ideales humanos universales y convicciones personales, marquen
las cualidades personales de los individuos, su sentido y proyecto de vida, en
correlación con lo social en su sentido de progreso y desarrollo humano.
Por
su parte, la ética pedagógica estudia las particularidades del desarrollo de
las exigencias morales que se originan por las características del trabajo
pedagógico y que se manifiestan en las interrelaciones del maestro y los
alumnos, los maestros y los padres, los maestros y la comunidad, así como en
las que se forman en el propio colectivo pedagógico y cuya condición
determinante está constituida por las cualidades personales y profesionales del
maestro.
La ética pedagógica es un medio de regulación
moral de la labor educativa, que se forma en la sociedad, a partir de la moral
pedagógica. La moral pedagógica es el sistema de principios, normas y juicios
valorativos que regulan el comportamiento del maestro. Es una forma de
manifestación concreta de la moral imperante en una sociedad determinada, que
se aplica a las condiciones y características de la actividad del maestro.
Chacón
(2004), analiza la profesionalidad pedagógica, a partir del contenido de la
ética profesional de los profesores. El lugar y papel de la moral en la vida de
las personas y en su relación con la vida material y de los valores de la
sociedad se enfatiza en la moral de la profesión pedagógica y en su
contribución a la formación ideológica del estudiante; los criterios expuestos
rebasan la concepción estrecha de que la ética profesional pedagógica solo
aporta el aspecto normativo del comportamiento del docente.
La
experiencia profesional de la autora en la carrera Licenciatura en Educación
Marxismo Leninismo e Historia, así como investigaciones realizadas sobre el
tema demuestran que existen carencias en este proceso, en correspondencia con
los valores históricos de la sociedad cubana actual y los modos de actuación de
algunos estudiantes; su comportamiento en los variados contextos de actuación
(universidad, hogar, comunidad y la sociedad en general), no siempre se
corresponde con las exigencias de la ética de la profesión pedagógica; por otra
parte, en los documentos normativos que rigen el proceso de formación inicial
de los estudiantes de la referida carrera, son insuficientes las acciones
dirigidas al tratamiento de la ética profesional pedagógica.
Lo
anterior indica que en algunos maestros se encuentran: la pérdida del amor por
la profesión, el abandono de las filas, la falta de cohesión y de integración
en colectivo para el desarrollo del trabajo docente educativo en los claustros,
manifestaciones de conductas adaptativas en medios con características adversas
o negativas al trabajo pedagógico, actuaciones no ejemplares que desvirtúan la
formación ideológica en los jóvenes y los desorientan en la formación de la vocación
hacia las carreras pedagógicas.
El
presente trabajo tiene como propósito fundamentar la importancia de la ética martiana
para la formación profesional pedagógica de los estudiantes de la carrera de
Licenciatura en Educación Marxismo - Leninismo e Historia.
Desarrollo
La
ética pedagógica y el pensamiento martiano constituyen dos categorías que
identifican al proceso de formación en el
contexto universitario; la aparición de
inquietudes e inconformidades en el desarrollo de la labor metodológica e
investigativa conlleva a la búsqueda de solución de algunos de los problemas
que limitan el aprovechamiento óptimo de las potencialidades de la carrera de
Marxismo e Historia en el complejo proceso de formación de la personalidad de
los estudiantes.
Llevar
a la práctica la presente investigación, la demostración cotidiana y
sistemática en la vida de la necesidad del estudio de la obra martiana y las
exigencias e indicaciones para hacerlo realidad determinaron la concentración
de la atención en este complejo fenómeno, hasta descubrir la necesidad del
estudio y su relación con el enfoque de este asunto en la formación profesional
del estudiante de la carrera de Marxismo e Historia. También se descubrieron
las potencialidades del enfoque martiano para ser utilizado como fuente del
contenido y para el tratamiento de este tema en el proceso de formación en el
contexto universitario.
Como
resultado del estudio se pudo conocer que el contenido que encierra la obra martiana
tiene un profundo carácter ético que lo identifica con la ética pedagógica del
proceso universitario, y en particular, la formación profesional pedagógica.
Estos aspectos teóricos justifican la necesidad de dimensionar el pensamiento
martiano desde el propio currículo de la carrera.
Ante
esta problemática se diseñó un sistema de instrumentos, cuya aplicación
evidenció los siguientes aspectos sobre el desempeño profesional de los
docentes encargados de la formación del profesional de los estudiantes de la
carrera de Marxismo e Historia, declarando como regularidades:
·
Insuficiente
tratamiento de la ética profesional pedagógica, partiendo del pensamiento de
José Martí.
·
Limitada
correspondencia entre los valores históricos de la sociedad cubana actual y los
modos de actuación de algunos estudiantes.
·
El comportamiento de los
estudiantes en los variados contextos de actuación universidad- sociedad no
siempre se corresponde con las exigencias de la ética de la profesión
pedagógica.
·
La obra martiana se
utiliza de manera descontextualizada, para fomentar la ética de la profesión
pedagógica.
·
Es poco utilizado el enfoque
martiano sobre la ética de la profesión pedagógica.
La
autopreparación del profesor se limita al uso de fragmentos de la obra martiana,
que aparecen en otros textos a su alcance, por lo que no garantiza la búsqueda,
la indagación y su estudio.
En
los documentos normativos que rigen el proceso de formación de pregrado, son
insuficientes las acciones dirigidas al tratamiento de la ética profesional
pedagógica.
Entre los principales resultados del presente trabajo que
hacen que lo realizado constituya una novedad para la formación profesional
pedagógica desde el pensamiento martiano, lo constituye los siguientes
requerimientos y orientaciones metodológicas propias del contexto de la
formación en la Educación universitaria.
Para realizar un análisis ético de
la obra de José Martí, se deben tener en cuenta los rasgos generales que
caracterizan la obra y personalidad del Maestro como un momento de continuidad,
a la vez que de ruptura, en la integración del proceso revolucionario. Por ser
sus postulados políticos y morales, una parte esencial del proyecto de
realizaciones sociales de la Revolución, que mantienen gran vigencia en las
condiciones actuales de la realidad cubana.
Es importante hacer un análisis del
contenido y significación de su ética, a partir de destacar las ideas
esenciales, como principios morales, están presentes en todo el quehacer de
José Martí, asociados al contenido ético humanista y como fundamento de todo su
proyecto y estrategia revolucionaria. El valor metodológico principal que
aporta la comprensión de la ética martiana para el trabajo ideológico educativo
con los jóvenes en el presente, está en su componente axiológico, que revela
como núcleo las variadas formas de la conciencia social y se proyecta en los
niveles ideológico, emocional y conductual, para la acción revolucionaria.
En Cuba, las raíces históricas
acerca de la ética se encuentran en el pensamiento pedagógico de avanzada del
siglo XIX, generado por los máximos exponentes, entre ellos José Martí
(1853-1895). En sus obras se formularon los conceptos esenciales que expresaban
el proceso de conformación de la nacionalidad cubana y de formación gradual de
la conciencia nacional. Ellos daban a conocer los elementos que tipifican los
modos de actuación de los docentes desde el punto de vista humanista, a partir de
que estos son modificados, enriquecidos, fortalecidos en la misma medida en que
se transforma la sociedad. Estas destacadas personalidades han dejado claro que
la sociedad impone las manifestaciones de los hombres y dentro de ellos, los
pedagogos.
Guía y luz de la nación cubana y de
los pueblos de Nuestra América en las postrimerías del siglo XIX fue, sin
dudas, José Martí, quien elaboró un arsenal de ideas que constituyen lo más alto
del pensamiento político y ético de su época. La audacia de sus concepciones con
una singular originalidad acredita la permanente vigencia de su obra en este tiempo.
La aspiración es formar la personalidad del maestro sobre la base de una amplia
cultura general, laboral y de los sentimientos, con un fundamento científico y
de las normas morales sociales, con una ideología socialista que rechace el
modelo de sociedad capitalista por ser antagónico a los intereses y derechos
auténticos de las masas humildes y trabajadoras.
Referente al educador, Castro (1981),
refiere que:
“El
educador debe ser además, un activista de la política revolucionaria de nuestro
Partido, un defensor de nuestra
ideología, de nuestra moral, de nuestra convicciones políticas, un ejemplo de
revolucionario, comenzando por el requisito de ser un buen profesor (…) un
luchador incansable contra todo lo mal hecho y un abanderado de la exigencia”
(p. 3)
La formación de modos de actuación de los estudiantes
que hoy están en la universidad, y de maestros graduados, debe tener una base humanista,
porque es importante que el maestro esté consciente que su labor es formar,
educar y lograr de sus estudiantes conductas que amen y respeten a los que los
rodean, los ayuden desinteresadamente, se caractericen por la preocupación por
el bien común, el saber escuchar a los demás.
La proyección de la educación era
para Martí (1963), la labor más comprometida para el ser humano Sobre este
particular Martí proclamaba: “Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a
que se le eduque, y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de
los demás”. (Martí, 1963, T19, p. 375)
La instrucción y la educación
conducen, complementadas, a la proyección feliz de la existencia de los hombres
y de los pueblos. Pero la felicidad en Martí solo cristaliza en presencia de la
libertad. La piedra angular de tal relación es la moral. En síntesis,
enunciaba: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único
modo de ser libre. Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser
próspero para ser dichoso”. (Martí, 1963, T8, p. 289)
Martí explicaba que su camino se
abría en el conocimiento y aprovechamiento de los elementos inagotables de la
naturaleza, objeto del trabajo humano y fuente de satisfacción de sus
necesidades. El acercamiento infinito del hombre en su predominio ante la
naturaleza implica conocerla mediante la ciencia y ello resultaría también
triunfo sobre el celo, la envidia, el odio, el miedo y otros defectos morales.
La reflexión martiana sobre los
derechos está presente cuando señala:
“El
mejor modo de defender nuestros derechos es conocerlos bien; así se tiene fe y
fuerza; toda nación será infeliz en tanto que no eduque a todos sus hijos. Un
pueblo de hombres educados será siempre un pueblo de hombres libres. La
educación es el único medio de salvarse de la esclavitud. Tan repugnante es un
pueblo que es esclavo de hombres de otro pueblo, como esclavo de hombres de sí
mismo”. (Martí, 1963, T19, p. 375)
El nivel de formación moral del pedagógico
en la sociedad cubana garantiza el crecimiento espiritual y humano de los
individuos. Es por ello que la formación de maestros requiere de una rigurosa
atención al componente humanista, como esencia de la profesionalidad
pedagógica, que es de educar a las nuevas generaciones de cubanos. El
profesional de educación requiere de una profunda superación, preparación del
rol que juega en ese proceso; para ello, es imprescindible incorporar los
elementos humanistas a la misma, dando lugar a una educación desarrolladora en
los individuos.
La dignidad humana es la categoría
principal de la reflexión teórica sobre la moral que realizó el Maestro. Para
Martí la moral descansaba en la relación dialéctica hombre – sociedad. La
correlación entre las proyecciones personal y colectiva de la dignidad lo
conduce a enunciarla como categoría ética que, partiendo del individuo,
desborda sus límites para plasmarse socialmente como ley primera de la República,
de forma tal que la sociedad, en todo su multifacético conjunto, generaría los
valores morales y derechos humanos más altos, al tiempo, se consolidaría como
su mayor salvaguarda.
José Martí, en la literatura, todo
lo que toca lo convierte en poesía. Por esa razón, a pesar del tiempo, su
mensaje aún emociona. Es recurrente la imagen del golpe en la mejilla que
reactualiza, elevándola a plano superior, la lección cristiana. El Apóstol
cubano no ofrece la mejilla, “El género
humano no tiene más que una mejilla: ¡dondequiera que un hombre recibe un golpe
en su mejilla, todos los demás hombres lo reciben!”. (Martí, 1963, T10, p. 288)
Es trascendental que la dignidad
para Martí se debe al carácter entero de cada uno de los hijos de la República,
al hábito de trabajar con las propias manos, el ejercicio de pensar por sí
propio. Y el ejercicio íntegro de sí y respeto, como de honor de familia, al
ejercicio íntegro de los demás. Así, en la ética martiana, el contenido
humanista resulta incuestionable puesto que eleva moralmente a la personalidad.
La correspondencia entre ambas
dimensiones la ofrece el sentimiento patrio: (…) “El patriotismo es, de cuantas
se conocen hasta hoy, la levadura mejor de todas las virtudes humanas”. (Martí,
1963, T21, p. 377)
Sobre el concepto de Patria, Martí
(1963) expresaba:
“Patria es humanidad, es aquella porción de la
humanidad que vemos más cerca, y en que nos tocó nacer; y ni se ha de permitir
que con el engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles,
religiones ventrudas y políticas descaradas y hambronas, ni porque a esos
pecados se dé a menudo el nombre de patria, ha de negarse el hombre a cumplir
su deber de humanidad, que tiene más cerca. Esto es luz y del sol no se sale.
Patria es eso”. (T5, p. 469)
La humanidad como patria existe en
aquel pueblo en que nace el hombre o en aquel otro que tiene más cerca, que son
las porciones humanas sobre las que puede ejercer mayor influjo. En sentido
ético se describe al humanismo actuante. El hombre tiene la obligación moral de
dar garantías en la porción humana en que vive. Por tales razonamientos, el
sentir patrio se expresa en la ética martiana como deber de humanidad, categoría
fundamental de su deontología que enlaza el apretado haz al patriotismo con lo
que, en la contemporaneidad, llamamos internacionalismo.
José Martí le confiesa a su hijo,
el poemario Ismaelillo, sentimientos que le animaban desde el instante aquel
que encontró el mejor sinónimo de magisterio, el de creación en su noble tarea
de educador: “Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la
utilidad de la virtud y en ti”. (Martí, 1963, T16, p. 17)
En ese sentido vale señalar que las
ideas de mayor madurez sobre educación son generadas por el Maestro a lo largo
de los años 80, fundamentalmente, cuando se encontraba responsabilizado con la
dirección de la revista La América, en Nueva York, donde estrena como forma de
expresión, un diálogo con los lectores, que él llamó con el nombre de
didactismo. Este reflexionar de varios años es antesala de su más acabado
proyecto pedagógico: La Edad de Oro.
Al analizar a los pueblos, Martí
adelantó el concepto de hombre nuevo y la necesidad de la nueva escuela que
concebía como un sistema de educación continuo, ascendente y útil, basado en la
ciencia, es decir, respondiendo de forma directa a la realidad concreta de cada
país y cada época; móvil y flexible como la propia ciencia sería garantía del
desarrollo, donde la utilidad de la educación descansaría en su
universalización. En estos años en que en la pedagogía latinoamericana se abría
paso en concepto elitista de progreso, enarbolado por el positivismo, Martí
define que el progreso verdadero es aquel que penetra en las masas populares,
máxime cuando la humanidad era testigo del advenimiento del capitalismo de los
monopolios como amenaza cierta.
Sin raíces no hay frutos. En tal
coyuntura la nueva generación latinoamericana tenía que ser flor y no producto
estéril. Martí supo discernir la dialéctica entre educación y revolución
populares. La educación del hombre nuevo constituiría, junto a la práctica
revolucionaria, vehículo seguro mediante el cual las grandes masas se apoderarían
del progreso, convirtiéndose en sus protagonistas efectivos.
El proyecto educacional martiano
tiene una raíz ética que lo fija al objeto que se acaba de señalar. Al definir
que “Las cualidades morales suben de precio cuando están realzadas por las cualidades
inteligentes”. (Martí, 1963, T19, p. 375). El magno pensador
distinguía las esferas complementarias de la instrucción como ilustración del
pensamiento y de la educación como guía de los sentimientos.
La felicidad mayor de un pueblo
estribaría pues, en el fomento de ambas para todos sus hijos. “Un pueblo
virtuoso vivirá más feliz y más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá
mejor de todo ataque (Martí, 1963, T19, p. 375).
En el confluir de instrucción y
educación, el hombre alcanza la independencia personal que le fortalece la
bondad y le fomenta el decoro y, a la vez, conforma la dicha aprendiendo a
hacer algo de lo que necesiten los demás. Tal independencia, adquirida con el cultivo de
la mente con nuevas virtudes, es fomento para la dignidad.
Junto con el patriotismo como valor
moral, la educación como función de los individuos y de la sociedad, hace
corresponder a las dos dimensiones (interna y externa) de la dignidad en una
identidad armónica. Sobre este particular el Maestro proclamaba: “Al venir a la
tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después, en pago, el
deber de contribuir a la educación de los demás”. (Martí, 1963, T19, p. 375).
En la reflexión del héroe cubano,
el hombre se constituye como objeto y sujeto de la educación, esta última era
derecho que la sociedad otorgaba a cada ciudadano que al mismo tiempo se traducía
como obligación moral, adquiriendo la connotación de deber para cualquier
individuo. Todo hombre de bien, que se precie de serlo, actuará como educador.
La educación era proyectada en la
labor de Martí como una cruzada por la redención humana. Ello entraña una
repercusión especial en los maestros como responsables directos, a los que se
exige un elevado canon de ética profesional. Afirmaba el autor de Versos
sencillos:
“El
profesor no ha de ser un molde donde los alumnos echan la inteligencia y el
carácter, para salir con sus lobanillos y jorobas, sino un guía honrado, que
enseña de buena fe lo que hay que ver, y explica su pro lo mismo que el de sus
enemigos, para que se le fortalezca el carácter de hombre al alumno, que es la
flor que no se ha de secar en el herbario de las universidades (...) en las que
ninguna metafísica se ha de enseñar, ni la de ideología, ni la de la ciencia” (Martí,
1963, T12, p. 348).
Conclusiones
1.
La formación ética y
profesional del maestro desde una visión martiana, permite preparar a los
egresados para el cumplimiento de la labor, con una esencia humanista de la
profesión.
2.
La reflexión martiana
adquiere singular trascendencia axiológica, lo que se evidencia en sendos
idearios educativos, al margen de disímiles coyunturas históricas y dispares
contextos, afines esencialidades de sus proyectos ético-pedagógicos.
3.
La arista fundamental
de la visión martiana lo constituye su concepción integradora de la ética en la
educación de las nuevas generaciones y, por ende, en el profesional de la
educación, donde ambos se complementan, asumiendo como única condición, su
compromiso político con el educando para lograr sus derechos.
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