Revisión
El papel de la mujer bayamesa en la lucha clandestina (1953-1958)
The role of Bayamese women in the clandestine struggle (1953-1958)
Est. Dianne Aguilar Soler, Universidad de Granma, Bayamo, Cuba (1)
Est. Roxana Suárez Cedeño, Universidad de Granma, Bayamo, Cuba (2)
Lic. Iveth Rubán Rodríguez, Universidad de Granma, Bayamo, Cuba (3)
(1) Estudiante de 5to. Año de Derecho. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad de Granma, Bayamo, Cuba, daguilars@estudiantes.udg.co.cu
(2) Estudiante de 5to. Año de Derecho. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Universidad de Granma, Bayamo, Cuba, rsuarezc@estudiantes.udg.co.cu
(3) Profesora Auxiliar. Jefa de la Disciplina Historia y Marxismo-Leninismo para la carrera de Derecho. Universidad de Granma, Bayamo, Cuba, irubanr@udg.co.cu
Los principales balances historiográficos relativos a la lucha clandestina en los años 1953 a 1958, por lo general, tratan la actividad femenina de manera tangencial por lo que se precisa de análisis con una mirada desde la perspectiva de género que haga perceptible, lo que ha estado oculto tras una visión androcéntrica que proporcione las herramientas necesarias para descubrir determinadas áreas olvidadas. El presente trabajo se propone realizar un balance acerca del tratamiento ofrecido en los últimos sesenta años, acerca de la participación femenina en las luchas clandestinas durante este período.
Palabras clave: historiografía; actividad femenina; lucha clandestina
Abstract
The main historiographic balances related to the clandestine struggle in the years 1953 to 1958, in general, deal with female activity in a tangential way, so it is necessary to analyze it with a view from the gender perspective that makes perceptible what has been hidden behind an androcentric vision that provides the necessary tools to discover certain forgotten areas. The present work intends to make a balance about the treatment offered in the last sixty years, about the female participation in the clandestine struggles during this period.
Keywords: historiography; female activity; clandestine struggle
Las mujeres cubanas siempre han estado dispuestas a luchar por la Patria. Un gran ejemplo fue la cantidad de mujeres que desde el exilio lucharon por la causa revolucionaria durante el siglo XIX. En el caso de la Revolución Cubana de los años 50, podemos encontrar la participación femenina. Entre ellas se encuentra Julia Guevara, más conocida por Julita, Ana Marina Rodríguez y Elvira Paneque, entre otras.
Pero no se descarta la idea de que existieron otras mujeres que formaron parte importante de la revolución y permanecen todavía en el anonimato. Por esa razón, resulta necesario continuar investigando sobre la revolución cubana, pero enfatizando en el rol de las féminas para tener un panorama histórico completo.
En muchos libros de Historia de Cuba no hacen alusión a la participación femenina. Dentro de este mismo tema, resulta necesario investigar el accionar de las mujeres bayamesas en la revolución.
Ciertamente las luchas clandestinas en Bayamo adquirieron gran fortaleza y se extendieron a cada rincón de la ciudad. La acción de mayor resonancia lo constituyó el asalto al Cuartel Carlos Manuel de Céspedes el 26 de Julio de 1953, se crearon células clandestinas del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), grupos guerrilleros en montañas y llanos, en los cuales las mujeres bayamesas dieron un paso adelante demostrando tenacidad y gran valor, y donde también ayudaron con todo tipo de recursos destinados a la Sierra Maestra. Las bayamesas entregaron lo mejor de sí, las calles fueron estremecidas por las huelgas y acciones militares.
Mucho podría escribirse acerca del aporte de las bayamesas al proceso liberador de los años 50, por primera vez se conjugaban hombres y mujeres en un mismo sueño, un mismo ideal y un mismo sentimiento, por primera vez la discriminación hacia la mujer pasaría a un segundo plano y precisamente la mujer bayamesa desempeñaba un papel fundamental.
Como problema científico nos planteamos: ¿Cuáles fueron las acciones desarrolladas por la mujer bayamesa en el marco de la lucha clandestina entre 1953-1958?
Por esta razón el objetivo se orienta a demostrar la presencia de las mujeres bayamesas en el marco de la lucha clandestina entre 1953-1958.
En Cuba, durante la etapa de la lucha clandestina e insurreccional, se desplegaron distintas formas de lucha de las masas contra la tiranía batistiana. Una de ellas fue la incorporación de las masas femeninas que brindaron su ayuda sin límites a la causa de la Revolución representada en el Movimiento 26 de Julio (M-26-7). Desarrollaron misiones decisivas para la lucha sin escatimar peligrosidad o recursos para llegar a su fin.
La mujer bayamesa, no reniega de su existencia durante la lucha clandestina, pues se destacó en el desempeño de un grupo de tareas que fueron desde lo más simple a lo más complejo, como el traslado de armas dentro de la ciudad y hasta la Sierra Maestra, a través de los respectivos enlaces. Colocaban armamentos y municiones debajo de sus amplias faldas y sin levantar sospechas, llegaban a su fin, además de vender bonos del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) y regar propagandas (Naranjo y José E. Rodríguez, 2007, p. 7).
Se desempeñaron como mensajeras de la Sierra y el llano, trasladaban y protegían combatientes de paso en la ciudad u otros que debían llegar a la Sierra. Se encargaban en muchas ocasiones de comprar recursos tanto alimenticios como de uso ya fuesen telas para uniformes, papel, abrigos y todo cuanto se necesitaba en la Sierra.
Hubo casas designadas para el traslado de armas y botas sin peligro de ser descubiertas entre ellas la de Carmen Salcedo, Hermelinda Áreas, Fela Luisa Castro, Clara Rubio, Flora Mirabal, Dania Barrios, Elba Guerra, Coralia Reyes, Eida Hernández, Dulce Serrano, Milagros Joa y otras, destacándose también en la confección de brazaletes y banderas para el Movimiento 26 de Julio (M-26-7). (La lucha clandestina (Bayamo) EcuRed Portable, p.7).
Muchas son las mujeres que se destacaron en la lucha clandestina en Bayamo, entre ellas Ana Vázquez López, Mercedes de Varona, Luisa Roig, Ana María Rodríguez, Carmen Rodríguez Corona, Dulce Serrano, Ofelia Millán, Dioclecia Saborit, Araceli Castro, Conchita Lacalle, Josefina Alcina, Dania Barrios, Eloina Guerra, Julita Guevara Casate, Melva Solís Lucrecia Martínez, Clara Rosales, Enma Silva, Elvira Paneque, entre otras que también aportaron a la lucha clandestina. (Ídem)
Con la participación de la mujer en la lucha y la creación de las brigadas femeninas se daba cumplimiento a una de las indicaciones de Fidel Castro Ruz en el Manifiesto número uno del 26 de Julio y sería una característica del fortalecimiento del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en esta etapa. La presencia de la mujer en los cargos de dirección en esta etapa fue significativa, reflejo de ello lo encontramos en aquellas que al igual que a nivel nacional ocuparon cargos en la dirección del M-26-7 como lo fueron Melva Solís y Cheita Varona como coordinadora y tesorera respectivamente (Ídem).
El 20 de junio de 1957 por órdenes de Frank País García la compañera Ana María Rodríguez Corona organizó a un grupo de mujeres y a personas mayores que simpatizaban con la idea de ayudar a los rebeldes dando un paso al frente para el logro de la Revolución. Para sabotear la segunda misa de la iglesia San Juan Bosco. Pues constituía un teatro por parte del gobierno. Esa mañana se llenó el templo. El padre Segoñal comenzó la misa pidiendo paz para las almas de los caídos y porque acabara aquella lucha fratricida. (Casa de la Nacionalidad, La lucha clandestina en Bayamo. Expediente: 1; Legajo: 1).
En ese momento Ana María Rodríguez Corona les hizo una señal a las personas que había llevado y comenzaron a cantar el Himno Nacional. Aquello provocó un gran escándalo, pues la policía entró en el templo. Un militar forcejeaba con Orlinde Lara, hermana del entrañable Orlando Lara, la que se defendía sin dejar de decir consignas revolucionarias.
Este grupo de mujeres organizadas por Eloìna Guerra García al cumplirse el cuarto aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago y Bayamo, respectivamente, no quisieron dejar pasar por alto la fecha y para mantener viva la llama de la rebeldía organizaron una serie de actividades como, por ejemplo. Compraron globos, los inflaron y les pintaron la bandera del 26 de Julio. Ese día acordaron soltarlos a las 9 de la mañana por lo que se reunieron y distribuyeron los globos con mucha precaución en las viviendas de Nena Selva, Flora Mirabal, Caridad Ledea y en la propia casa de Eloína Guerra. (Ídem).
Otra de las figuras representativas en el año 1956 fue Dolores Álvarez Yasell quien se incorporó a las actividades revolucionarias como estudiante de la escuela de comercio y con iniciativa propia bajo las órdenes de Iván Leyva como presidente del estudiantado. Haciendo huelgas estudiantiles y regando proclamas, así estuvo hasta que cerraron la escuela definitiva a fin de curso, luego se unió a la célula “26 de Julio” con Ana Marina y la china haciendo brazaletes, recogiendo dinero y medicinas, con Gualfre Camps, poniendo banderas entre otras actividades.
Siguiendo durante el año 1957 bajo las órdenes de Luis Castillo, Miguel Capote y su hermana mayor Nena Álvarez, conocida como la gallega, vendiendo bonos, recogiendo dinero y medicinas, con el combatiente Marcos Ramírez en la farmacia, refugiando revolucionarios en su casa que venían a hacer sabotaje y misiones a Bayamo.
También recibieron en la casa de Nena Álvarez a dos primos de ella, Eduardo Yasell y Armando los cuales estaban perseguidos y habían salido de la cárcel y estuvieron un tiempo por Bayamo, también estuvo en su casa el combatiente Walter Vives, además llevaba para los campamentos que había en la finca de Evelio Alonso, las armas, ropas, víveres y medicinas, en ese campamento estaba Luis Castillo con todos los hombres. Dolores estuvo presa dos días en la estación de policía porque fueron a su casa a registrar y discutió con un policía y se la llevaron presa junto con su mamá. Al año siguiente ya chequeada la casa, pues todos estaban integrados a la clandestinidad, se llevaron a Carmen una de sus hermanas presas conjuntamente con María Emilia Reyes, Lucrecia y otras más de Bayamo.
Dolores siguió trabajando en la clandestinidad con mucho cuidado cayendo más tarde en registros, insultos y les rompían todo en la casa como los colchones, los asientos, las mesas entre otras cosas, los cuales eran efectuados por la dictadura. Por lo que su hermana Nena tuvo que marcharse de la casa para un lugar llamado Algodones con las tropas de Miguel Capote hasta el triunfo de la Revolución.
Otra de las mujeres clandestinas que podemos mencionar es Estrella Omega Almeida quien desde la escuela del Hogar de Bayamo inició sus actividades revolucionarias al tratar de tomar la escuela junto a varios estudiantes, dirigidos por Iván Leyva. Esta actividad fue como apoyo al alzamiento en Santiago de Cuba para apoyar a su vez el Desembarco del Granma el 30 de noviembre de 1956. Esta acción no tuvo el éxito requerido pues los esbirros pudieron evacuar a los revolucionarios que habían penetrado en el recinto estudiantil. No obstante, se mantuvieron frente a la escuela en la casa de Ángel Guevara.
Se les ordenó abandonar el lugar pues prácticamente habían fracasado. En dicha acción estuvieron su hermana Emerinda, Miriam Duque de Estrada, Ana Marina Rodríguez entre otras. A partir de ese momento comienza su labor revolucionaria e ingresa a la célula que dirigía Luis Hornedo Medel. Al igual que las demás realizó diversas tareas como venta de bonos, traslado de armas, uniformes, así como misiones de acompañar a los compañeros que participarían en sabotajes y otras tareas de manera que junto a su hermana Emerinda, Miriam, Xiomara y Arabella Duque de Estrada servían de cobertura para que pudieran realizar su trabajo sin dificultades y menos riesgo para sus vidas.
Visitaban campamentos rebeldes como por ejemplo El Dorado para llevar y traer informaciones y servía de enlace con los guerrilleros y los luchadores de la ciudad. Durante su estancia en la escuela del hogar de Bayamo participó como impulsora de las huelgas, así como de atraer jóvenes hacia la lucha. Esto les ocasionó que determinadas personas les hicieran imposible continuar en dicha escuela, saliendo de esta y dedicándose más directamente a la labor revolucionaria junto a los compañeros antes mencionados.
Participó junto a su hermana Emerinda y otros compañeros en la extracción de uniformes, cantimploras, y otros objetos que existían en el Cuartel de exploradores que estaba detrás de su casa. Dichos uniformes y demás eran dirigidos a los compañeros que se encontraban en campamentos rebeldes, también estuvo vinculada al traslado de bombas caseras.
Tanto Estrella como las demás compañeras mantuvieron contacto con Luis Ulmos quién era ingeniero de las minas de Charco Redondo, este les suministraba dinamita que trasladaban para hacer los sabotajes que encomendaba el movimiento.
Durante todo el año 1958 se dedicó al traslado de armas, uniformes y medicinas al Almirante para los compañeros Luis Hornedo y Luis Aguilar que realizaban sus actividades en ese lugar. Entre otras como traslado de pistolas, rifles y balas para Salvador Aguilar, empleado de la Nestle, se mantuvo realizando tareas en apoyo de la lucha de la clandestinidad a grandes rangos.
Otra de las figuras importantes que podemos mencionar es Onodelia Medina Martín sus actividades contra la tiranía de Batista fueron la recolección de fondos, armas, medicamentos, ocultar compañeros del Movimiento 26 de Julio en su casa entre otras.
Ingresó al Movimiento 26 de Julio (M-26-7) el día 6 de enero de 1957 en Bayamo su jefe inmediato fue Orlando Lara, apoyó distintas actividades que se hicieron contra la tiranía, ella y su familia cerraron una tienda que poseían en acción de huelga. Su casa en el campo fue lugar de tránsito de compañeros que iban en función de incorporarse al Ejército Rebelde, cerca tenía al capitán Lara acampando con su tropa a quienes les preparaban alimentos, confeccionaban ropas, entregaban medicinas, dinero, etc. Tuvo contacto directo colaborando en trabajos que le orientaban los compañeros Rafael Lapinell y Roberto Reyes. En su casa operaba el compañero Edel Mora Ríos del Movimiento26 de Julio de Contramaestre que venía a Bayamo cumpliendo misiones.
En una acción sacaron a un Casquito del puesto de mando y lo trasladaron con todo su armamento y se incorporó al Ejército Rebelde.
También se puede mencionar como figura de la clandestinidad Novelia Milanés Remón. En 1956 participaba en algunas actividades en el Movimiento 26 de Julio (M-26-7), donde un grupo de revolucionarios visitaban su casa a dar reuniones, orientaciones sobre el Movimiento que eran dirigidas por Lorenzo López que era jefe de la célula y Reinerio Gómez jefe de grupo. Una de las actividades que realizó era la venta de bonos para recaudar fondos. Preparación de tachuelas para regarlas en la carretera, guardar en su casa materiales de hacer sabotaje, para cuando los distintos compañeros que participaban en el movimiento hicieran uso de ellos en el tiempo requerido, recogida de medicamentos para enviar a la Sierra y atender a los revolucionarios que llegaban a su casa. (Naranjo, A y José E Rodríguez, 2007, p.10).
Julita Guerra Casate fue otra de estas valientes mujeres que estuvieron presentes en la lucha clandestina. Se alzó con su esposo llevando la lucha guerrillera a Camagüey, allí su esposo cayó en combate, tomando ella su lugar al frente. Una de las acciones en que participó fue la quema de vehículos en la carretera central. Fue perseguida dentro de la ciudad, y su casa registrada varias veces, pero con su inteligencia logró ocultar lo comprometedor que en ella había. Esta mujer clandestina realizó la donación de su saya preparada para el traslado de lo que fuera necesario para los compañeros del Ejército Rebelde, así como armas personales para su defensa. (Casa de la Nacionalidad, La lucha clandestina en Bayamo. Expediente: 1; Legajo: 1).
Ana Marina Rodríguez, también fue una importante figura de esta década, quien era alumna de la Escuela del Hogar de Bayamo. Siendo su dirigente estudiantil principal, fue una activa luchadora clandestina del M-26-7, participando siempre entre las primeras tareas de su centro docente y el enfrentamiento con la policía cuando acudió a desalojarlo. (Ídem).
Edemis Tamayo Núñez se alzó en la Sierra Maestra a los 15 años y se convirtió en una de las primeras integrantes del Pelotón de las Marianas Grajales participando en la lucha armada. Flora Mirabal y su esposo, dueños del comercio La Flor de Oriente fueron activos puntos de contacto con la guerrilla de rebeldes del Dorado. Recibió en su casa a varios compañeros del Ejército como Mendoza, que era el jefe del grupo en ese lugar. Recibió persecución de los esbirros locales y fueron aprendidos y conducidos a la Granja y echados en la pesa, lugar temido por la tortura que representaba, pues era un foso lleno de agua sucia, insectos y ratones. Realizó tareas de apoyo al Primer Frente Oriental José Martí, como por ejemplo el traslado de combatientes al frente guerrillero y traslado de materiales de suma importancia para la guerrilla.
Melva Solís era administradora de la tienda El Encanto, ella y su cajera llamada Edalinda recibían a personal de la clandestinidad que venían en busca de recursos y les facilitaban ropa interior, telas, aseo y otros productos. De noche tenían la tarea de trasladar a jóvenes que saldrían de la ciudad. En ocasiones al faltar los jefes de varias células que tenían contacto con Melva, los mensajeros acostumbraban a buscarla en su tienda, dándole el frente a las necesidades del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), muchos la señalaban como la jefa del mismo, aunque ella afirmaba que nunca nadie la nombró como tal.
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